PRODUCCIÓN - DIÁLOGOS
Textos breves sobre desarrollo rural solicitados por el IPDRS.
Se autoriza su reproducción total o parcial, citando al autor y como fuente al IPDRS.
201 - Luces y sombras en la década del Día Internacional de la Democracia
La Paz, Bolivia
15 de septiembre de 2017
Luces y sombras en la década del Día Internacional de la Democracia
Lorenzo Soliz Tito
IPDRS
Este 15 de septiembre se cumple la primera década desde que la asamblea general de la Organización de las Naciones Unidas proclamó el 15 de septiembre como Día Internacional de la Democracia, invitando a los Estados miembros, al Sistema de las Naciones Unidas y otras organizaciones regionales, intergubernamentales y no gubernamentales a conmemorar el Día, una oportunidad para examinar el estado de la democracia en el mundo.
Existe amplia información que da cuenta del estado de la democracia en los diferentes países y regiones, y de los cambios y persistencias en la percepción y comportamiento de la ciudadanía en relación a la democracia. Por ejemplo, Latinobarómetro indica que desde el año 2010, el apoyo a la democracia baja gradualmente del 61% al 54% en 2016. Al mismo tiempo, quienes se declaran indiferentes al tipo de régimen aumentan -“…nos da lo mismo un régimen democrático que uno no democrático”- en el mismo periodo, del 16 a 23%. Entre tanto, quienes prefieren el autoritarismo alcanzan al 15%, dos puntos porcentuales menos que en 2011. (http://gobernanza.udg.mx/sites/default/files/Latinobar%C3%B3metro.pdf)
Aún con estos cambios, la democracia sigue gozando de respaldo y como la mejor opción para la ciudadanía en países Latinoamericanos.
No obstante, en los últimos dos años, la democracia ha sido puesta a prueba una y otra vez en la región. La crisis política y social de Brasil, con la destitución de su Presidenta Dilma Rousseff del Partido de los Trabajadores en un juicio político, condujo al ascenso del conservador Michel Temer al gobierno. El cambio de gobierno en la Argentina, con la elección en segunda vuelta del empresario Mauricio Macri también de tendencia conservadora, acabó por recomponer las posiciones y tendencias políticas así como reconfigurar las relaciones de poder en la región. El triunfo electoral de la oposición en Venezuela en las elecciones legislativas y una aguda crisis política con una Asamblea Constituyente forzada e impuesta por el gobierno, presentan una especie de empate entre fuerzas gobernantes y sectores que las respaldan, por un lado, y la oposición movilizada y con importante respaldo, por el otro.
En Bolivia, donde Evo Morales intentó mediante referéndum de modificación de la Constitución y aún intenta por otras vías su reelección después del 2019, y el Ecuador, con la elección también en segunda vuelta de Lenin Moreno como sucesor del ex presidente Correa, se mantienen los denominados gobiernos progresistas.
En Perú fue electo igualmente en segunda vuelta el exbanquero Pedro Pablo Kuczynski y Colombia presenta la novedad más importante por la firma -luego de un referéndum cuyos resultados obligaron a modificar el contenido- del Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Si bien los cambios mencionados –a excepción de Brasil- se producen mediante procesos electorales y la participación de la ciudadanía que fortalecen la joven democracia en la región es claro que continúan un conjunto de agendas y temas pendientes que no se han logrado resolver o superar hasta ahora.
Como se sabe, el último decenio la región Sudamericana tuvo una época de bonanza con crecimiento económico basado en la exportación de materias primas y cuya renta contribuyó a disminuir la pobreza y mejorar los indicadores de desarrollo humano. No obstante, hay varios temas de agenda pendiente y déficits que en democracia aún no se han podido superar y constituye todo un reto: la inequidad y las diferencias entre sectores sociales, entre las áreas rurales y urbanas y la situación de territorios específicos muestran grandes diferencias y desigualdades, incluyendo el acaparamiento de tierras u otros recursos naturales. Hay zonas o territorios en que la inseguridad alimentaria -sea por limitaciones en el acceso físico o acceso económico- y la pobreza son persistentes pese a las políticas sociales.
Otros temas de agenda pendiente son el cumplimiento de los derechos. La democracia no se puede fortalecer sin el respeto a los derechos humanos, a los derechos de los pueblos indígenas, a su territorio, a su cultura y su participación social y política, incluido sus formas de autogobierno y autodeterminación, constitucionalizadas y normadas sea en países con gobiernos denominados progresistas o conservadores.
Igualmente la falta de independencia de poderes, donde los poderes judicial y legislativo siguen controlados y supeditados al poder ejecutivo, sumados a la ineficiencia, burocracia y corrupción.
También la criminalización y judicialización de la protesta, la persecución, división y doblegamiento de las organizaciones contestatarias al poder establecido, estos no pueden ser signos de profundización de la democracia, sino todo lo contrario.
Otro tema de agenda pendiente es la eliminación de la corrupción, calamidad que ha penetrado las esferas estatales, y los sistemas políticos. Los destapes del financiamiento ilícito de la política y la corrupción salpican a empresas, partidos políticos y gobernantes actuales y del pasado en varios países de la región. El caso más bullado actualmente es el de Odebrecht, pero hay muchos otros que suman la larga lista de los escándalos de corrupción, como la de la reciente renuncia del Vicepresidente uruguayo.
La postergación y falta de atención a estos y otros temas de agenda urgente puede erosionar los avances y las bases de la institucionalidad y de la democracia aún en construcción en los diferentes países de la región sudamericana.
A ello se suma que la fórmula economía y política que sustentó a los gobiernos progresistas y no progresistas en la década pasada ya no sería posible en el contexto actual. Los años que se avecinan serán intensos en tensiones, conflictos y movilizaciones, en un contexto de crecimiento económico bajo en que se intensificaría la disputa por las disminuidas rentas de las materias primas. La gobernabilidad, estabilidad y democracia serán puestas a prueba nuevamente en cada país y en la región.
200 - Llegamos al número 200 ¡Gracias mil!
La Paz, Bolivia
31 de agosto de 2017
Llegamos al número 200 ¡Gracias mil!
Oscar Bazoberry Chali
Carmen Beatriz Ruiz
Transcurría julio del 2008 y el IPDRS era solamente una idea, pero, aunque jurídicamente aún no existía, ya se habían definido algunas de sus líneas de acción, entre ellas, contribuir a la reflexión y el debate sobre el desarrollo rural en Sudamérica a través de un formato de artículos cortos y ágiles que bautizamos como Diálogos.
El primer número salió el 29 de octubre de ese año con la firma del investigador británico Anthony Bebbington, ¡arriesgados nosotros al pedírselo y generoso él al aceptar!; la amistad y su apego a los temas que trabajamos ayudó mucho. Hoy, con éste nuevo Diálogos que ustedes están leyendo, ya van 200. Prácticamente salieron cada 15 días sin fallar.
Hasta ahora contribuyeron 217 personas, ya que algunos artículos van firmados por más de un autor, son 92 mujeres y 125 hombres, de ellas y ellos 40% son menores de 35 años. Se han abordado temáticas muy diversas: tierra, territorios, transgénicos, agroecología, autonomías, semillas, derechos de las mujeres, mercados transfronterizos, demografía, derechos humanos, compras públicas, tecnología, políticas públicas, soberanía alimentaria, participación de jóvenes, cambio climático, instituciones multilaterales, institucionalidad e imaginarios rurales, entre muchos otros temas.
Uno de los retos fue tener participación de colaboradores de todos los países sudamericanos, lo que se logró, pero no con el balance que hubiéramos querido. Han colaborado 11 personas desde Argentina, 85 desde Bolivia, 6 de Brasil, 11 de Chile, 14 de Colombia, 17 desde Ecuador, 7 de Paraguay, 18 de Perú, 7 de Venezuela, 4 de Uruguay y 19 desde otros países. Hay que tomar en cuenta que se contabiliza el lugar de residencia del autor, aunque la mayoría escribe sobre temas regionales o al menos concernientes a más de un país.
Humildemente podemos presumir que el IPDRS ha logrado alguna contribución en estos años, respondiendo a la provocación y recomendación que Anthony Bebbington lanzó en el párrafo introductorio de aquel primer número: “Lanzar un Instituto para el Desarrollo Rural de Sudamérica es, por lo menos, una iniciativa ambiciosa. Más allá de los desafíos institucionales que implica, su mismo nombre presume tres supuestos que no son para nada obvios: que el "desarrollo rural" tiene futuro como proyecto político-normativo en la región; que tiene sentido pensar este futuro y este proyecto a nivel de Sudamérica - o sea, que Sudamérica existe como una unidad de análisis y reflexión; y que la generación de conocimiento pueda influir en este futuro. El reto del Instituto es demostrar que estos supuestos son acertados, y así poder legitimar su propia existencia”.
Con ese mismo y renovado entusiasmo proseguimos, 200 números después, pero con esfuerzos de actualización en relación al contexto, a la oferta vigente de comunicación, formatos, adecuaciones tecnológicas, ajustes temáticos y nuevas búsquedas.
Precisamente con esta segunda centena nos encontramos en pleno proceso de actualización, por lo tanto, podemos anunciar que dejaremos de publicar algunas secciones, como las de Ruralista y Enlaces que, a pesar de haber tenido buena acogida, ofrecen información que ya difunden otros medios más dinámicos y activos en ese campo. Continuaremos respondiendo a quienes nos llaman o escriben preguntando por personas e instituciones del área del desarrollo rural en los países de Sudamérica, y esperamos seguir siendo útiles en este sentido, aunque sin el canal regular de esas secciones en la web.
En estos años nueve años, a través del Boletín Apuntes y de la serie de artículos Diálogos el IPDRS ha generado y contribuido a generar mucha información, con investigaciones, análisis y propuestas pedagógicas, y priorizaremos el resguardo de este material y su difusión porque estamos convencidos de que a través de este esfuerzo colectivo construimos una línea propositiva de pensamiento.
Continuaremos también incentivando nuevos trabajos, en distintos formatos, y esperamos dar un paso en la articulación digital de territorios campesinos, indígenas y afrodescendientes de Sudamérica. Todo ello potenciando las áreas y actividades que están en nuestro nuevo Plan Estratégico 2018-2022, cuyos ejes son la investigación, con el Movimiento Regional por la Tierra y el Territorio; el área de Interaprendizaje, con sus cursos virtuales y presenciales, y el área de comunicación con el Concurso Anual de Ensayos y Fotografías.
Por el camino recorrido y lo que aún queda por recorrer, a todas y todos quienes nos leen, colaboran, solicitan y envían material… ¡Muchas gracias!
199 - Bolivia: Mujeres amazónicas castañeras y su lucha permanente y grupal pese a la sequía
Bolivia: Mujeres amazónicas castañeras y su lucha permanente y grupal pese a la sequía
Claudia Soruco
INTRODUCCIÓN
La oferta internacional de la castaña amazónica la proveen tres países: Bolivia, Brasil y Perú, sin embargo desde 1997, Bolivia ha asumido el liderazgo en el mercado, por dos factores puntuales: Brasil ha priorizado la explotación de otros productos de la Amazonía, como la madera, nueces de cajú, etc) y porque el precio de la fuerza laboral para su recolección, pelado, secado y empacado, es mucho más bajo en Bolivia.1
El 2009, Bolivia exportó a nivel mundial aproximadamente en valor USD72 millones de castañas entre castaña sin cáscara y con cáscara y en volumen 22 mil toneladas aproximadamente hacia el mundo. La participación porcentual de Bolivia en las exportaciones a nivel mundial para la castaña fue del 52% para ese año y es el mayor país exportador de castaña en el mundo.2
Pero posteriormente se registraron fuertes sequias en el país que afectaron dicha producción. La zafra de la castaña del periodo 2016-2017 y que concluyó en abril, registró una alarmante baja de 70% en su rendimiento, esto debido a la sequía en prácticamente la totalidad de la amazonia.
Ante aquello, el presidente de la Asociación de Productores de Goma y Almendras (Asprogoal), René Fong, informó que el precio de la caja de castaña que costaba entre B$ 175 y 190, se la llegó a comercializar entre B$ 220 y 250.
Esta baja de la producción de la castaña obligó a la Empresa Boliviana de Almendras (EBA) y a la Cámara de Exportadores del Norte (Cadexnor) a elaborar una estrategia conjunta contra el impacto que tuvo la sequía en la producción y para contrarrestar el déficit por efectos de la sequía.
Este déficit hizo imposible acumular este producto para la elaboración de derivados que muchas mujeres productoras llevan adelante en los sectores amazónicos de Beni, La Paz y Pando.
Ese fue el caso de un grupo de mujeres de San Antonio del Matti, una pequeña comunidad ubicada en el municipio de Puerto Rico de la provincia pandina de Manuripi, al norte de Bolivia y que está conformada por unas 30 familias que en su mayoría generan sus recursos a través de la recolección de castaña, la producción de yuca, maíz y guineo (plátano) y la elaboración de artesanías.
Lucha permanente y mujeres unidas
La región donde ellas habitan es una de las más calientes del país, donde muchos no pueden habituarse, generalmente personas del área altiplánica, quizás ese sea el factor preponderante para la inestabilidad de docentes en su pequeña escuela. Les hace falta profesores que puedan permanecer de manera continua durante toda la gestión escolar.
Estas mujeres y sus familias inician su labor enmarcada en la castaña ya desde septiembre, preparando caminos, espacios, galpones y materiales. Y para noviembre comienza la recolección. “Este año tuvimos una caída en toda la producción, nos fue muy mal, pero estamos confiados en que desde diciembre tendremos una mejor producción”, es la afirmación de Maribel Borja, una de las comunarias del lugar.
En la región amazónica de Pando la participación de la mujer en el mercado laboral se ha mantenido casi constante, alrededor del 33%. Los sectores que tienen una mayor participación de la mujer son castaña, comercio y servicios. En particular, los grupos focales y estudios sobre la castaña, señalan que este sector mediante las beneficiadoras ha mejorado a las mujeres sus posibilidades de inserción en el mercado laboral.3
Las mujeres del Matti, en un grupo de 25, recolectan la castaña, destinan un porcentaje para la venta y al menos el 50% restante para la elaboración de derivados que con ese valor agregado comercializan en sectores aledaños, ferias y eventos que las instituciones del Estado llevan adelante y que les han favorecido para darse a conocer y optar por proyectos y concursos con buenos resultados.
“Hemos participado ya en una feria gastronómica y nos fue muy bien. Nuestro producto estrella es el brigadeiro”, destaca con orgullo Hilda Morigua.
Y es que todas ellas son hoy expertas en la elaboración de harina, galletas, las golosinas denominadas brigadeiros y vestimentas típicas y artesanías con la castaña.
Esta última sequía no les ha permitido abastecerse de suficiente almendra para la elaboración de sus productos con valor agregado, sin embargo eso no les ha impedido que se organicen para consolidarse como agrupación y poder postular para proyectos y capacitaciones que consideran son fundamentales para el crecimiento suyo y de sus familias.
Así que mientras preparan las condiciones para la siguiente zafra, ellas van participando en capacitaciones y proyectos que les permitan fortalecerse.
Afirman que el internet y los contenidos para la difusión les ayudaran en este propósito, por lo que participaron recientemente en un taller en manejo de redes sociales para la información de sus actividades y desarrollo, mismo que fue un inicio para que ellas establezcan mecanismos para que Bolivia y la región conozca su pequeña comunidad, el trabajo que realizan y sus proyecciones a futuro.
Aprovechan los horarios de clases de sus hijos y afinan detalles para consolidar lo que esperan que será una cosecha mucho mejor que la de la pasada gestión. La temperatura de 33 grados centígrados no es un obstáculo para llevar adelante su panificación.
Paralelamente a este trabajo, ellas decidieron trabajar también en grupo en la construcción y puesta en marcha de un hortalicero que abastezca las necesidades de todas las familias, con cultivos de lechuga, cebolla, perejil, entre otros.
“Fue muy lindo cuando sacamos las primeras lechugas y ver a nuestros hijos disfrutar de una ensalada fresca”, sonríe una de ellas mientras recorre con orgullo este espacio que fue dispuesto cerca de la escuela para el cultivo de esos productos, y en el cual todos deben participar para su riego y cuidado.
La urgencia de un centro de salud y un espacio de fabricación
La comunidad de San Antonio del Matti no cuenta con un centro de salud, en caso de emergencias, sus pobladores deben recorrer unos 20 kilómetros, generalmente en motocicletas, hasta acceder al Centro de salud Comunitario Intercultural ubicado en la comunidad de La Conquista.4 Los niños por lo general llegan a padecer infecciones estomacales, caídas, entre otros, pero hay casos de mujeres en gestación que deben hacer ese recorrido pese a las incomodidades y riesgos.
Maribel Borja nos comenta que ya se viabilizó una solicitud ante instituciones del Estado para la instalación de al menos una pequeña posta de salud. Y aunque aún no tienen respuesta, este grupo y sus familias confían en que por la cantidad de niños y mujeres de su comunidad y ante la necesidad se determine esta instalación.
Los remedios caseros no faltan, así que para paliar algunas afecciones recurren a diferentes plantas medicinales características de la Amazonía.
Y así, en medio de carencias, consecuencias del cambio climático y acceso limitado a la educación y a la salud, este grupo de mujeres continúa con el emprendimiento de una producción colectiva a base de la castaña, una dinámica grupal que inició con Modesta Espinoza y otras de sus compañeras, que consolidaron hace ya varios años (1989) la conformación del denominado Club de Madres, para instalar huertos comunales y afianzar la defensa de sus derechos.
Ellas se han propuesto capacitarse y luchar por conseguir una infraestructura con equipamiento en su comunidad para que les permita ampliar sus índices de producción y mejorar su calidad.
“Es una labor difícil, procuramos participar siempre en las ferias de la región con nuestros productos, queremos consolidarnos y lograr incluso sean parte del desayuno escolar de los niños de la región, porque es una alimentación sana la que ofrecemos”, aspira Modesta Espinoza con una voz suave, pero firme y esperanzadora.
198 - Aspectos introductorios a las condiciones de vida de las poblaciones rurales de la provincia de Jujuy, Argentina.
Jujuy, Argentina
1 de agosto de 2017
En este artículo quiero reseñar algunas características básicas de las poblaciones rurales de la Provincia de Jujuy, República Argentina. El mismo está planteado como una introducción general y con vario aspectos particulares que poseen alto valor heurístico. El estado del arte es abundante al respecto, pero no pretendo aquí hacer una síntesis del mismo, sino reseñar algunas generalidades que pueden servir al lector para profundizar en problemáticas más específicas.
En primer lugar debo enunciar qué se entiende por poblaciones rurales en el contexto de la provincia de Jujuy. En principio es de conocimiento general entre los investigadores de las ciencias sociales que existe un criterio demográfico utilizado para contrastar con las poblaciones urbanas. Este criterio puede variar respecto de los límites demográficos acordados para diferenciar un tipo de población respecto de la otra. En el caso de Argentina el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos fijó como límite un valor inferior a 2000 habitantes por centro poblacional. Este criterio es extensivo a todas las Direcciones Provinciales de Estadísticas y Censos. Por ende es aplicado en todos los relevamientos de datos realizados por entidades públicas oficiales y privadas.
En consecuencia, en la Provincia de Jujuy, al referirnos a poblaciones rurales, debe quedar claro que hablamos de aquellos centros poblacionales que no superan los 2000 habitantes.
Una tendencia general en la República Argentina es un predominio indiscutible de la población urbana por sobre la rural. El 91% de la población reside en ciudades mientras que el 6% reside en forma dispersa y el 3% restante se ubica en pequeños núcleos poblacionales. (INDEC 2012)
La Provincia de Jujuy no es la excepción, ya que en la actualidad el 87% de la población reside en las principales ciudades del distrito. El 13% restante representa a los habitantes de las zonas rurales.
No obstante, esta minoría demográfica no es uniforme en sus otras características. Las diferencias existentes están sustentadas en las particularidades ambientales y ecológicas, económicas, culturales e históricas.
Las características geográficas y ecológicas de Jujuy consisten en la diferenciación de cuatro regiones: el altiplano andino o Puna (de 3000m. a 4500m. sobre el nivel del mar), el borde oriental de la Puna surcado por la Quebrada de Humahuaca (entre 3000m. y 2000m. snm) y por las Yungas o selvas de montaña (2000m. a 1300m. snm), los valles húmedos (1300m. a 500m. snm) del SE, y franjas de bosque chaqueño hacia el E. (500m. snm)
Las relaciones entre las poblaciones rurales de estas regiones geográficas estuvo atravesada por los procesos de desarrollo del Capitalismo, concretamente en la agrodindustria que se desarrolló en las Yungas y los Valles; y la instalación de enclaves mineros en la Puna. Sus procesos de acumulación originaria, e intensificación de las relaciones de producción capitalista otorgaron un papel central a las poblaciones rurales en cuanto abastecedoras de mano de obra estacional a bajo costo. Esta condición fue impuesta de manera violenta y compulsiva; puesto que generaron mecanismos de captación de fuerza de trabajo que apelaban a la agudización de la concentración de la tierra, que a comienzos del s.XX estaba en manos de grandes terratenientes. Gran parte de las poblaciones rurales, que subsistían como campesinos indígenas, carecían de la propiedad de las tierras que pisaban y cultivaban. Estaban sometidos por el arriendo que pagaban a grandes terratenientes latifundistas ausentistas. Esta problemática estructural fue heredada de la estructura de Sociedad de Haciendas del período de dominación colonial, en el que una minoría de encomenderos españoles y su descendencia criolla se hicieron con la posesión de gran cantidad de hectáreas de tierras (Rutledge, 1987).
En la actualidad continúa siendo uno de los principales problemas estructurales de la Provincia de Jujuy. Su continuidad ha sido foco creador de no pocas tensiones latentes entre una población creciente y demandante de tierras para su establecer sus lugares de vivienda y una concentración de la propiedad aguda.
La sumatoria del desarrollo de la agroindustria, y de la minería en la región de la Puna, provocó como consecuencia una semiproletarización de las poblaciones rurales. Alternando ciclos estacionales de cosecha en las grandes plantaciones de caña de azúcar, tabaco, cítricos y hortalizas en las Yungas y el bosque chaqueño, con la pequeña producción hortícola y ganadera de subsistencia y bienes artesanal. Por ello se generaron migraciones estacionales entre las tierras bajas y las tierras altas de la Provincia de Jujuy y parte del sur de Bolivia.
Sin embargo hubo períodos de transformación productiva en los enclaves agroindustriales y mineros que expulsaron grandes cantidades de fuerza de trabajo. En la década de 1960 los enclaves azucareros reconvirtieron sus métodos de producción con la mecanización de las cosechas o zafra. Y en la década de 1990 los centros mineros clausuraron su producción por la caída de los precios internacionales o redujeron el personal contratado. La consecuencia lógica fue un creciente desempleo; esto no redundó en un retorno de esos trabajadores estacionales a los campos. La tendencia fue a la concentración en las ciudades de los Valles y Yungas, tales como San Salvador de Jujuy, Perico, San Pedro de Jujuy y Libertador General San Martín. (Benencia y Karasik 1995; Conti, Teruel y Lagos 1988; Karasik 1992, 1991, 1987; Santamaría y Lagos 1992; Santamaría 1984, 1986, Bisio y Forni 1976;) El Estado provincial fue el principal sector en absorber gran parte de la mano de obra desempleada, superando ampliamente a la totalidad del sector privado como empleador.
Actualmente las poblaciones rurales permanecen mayoritariamente en la Puna y la Quebrada de Humahuaca. La reapertura de algunos centros mineros a comienzos del 2000 provocó que las poblaciones de la Puna continuaran combinando el trabajo asalariado con la actividad ganadera, básicamente el pastoreo de camélidos y ovinos. En la quebrada de Humahuaca están orientadas a la producción hortícola para el mercado regional.
No obstante estos procesos, el Estado provincial puso en práctica diversas políticas destinadas al sector rural, desde las miradas desarrollistas de la década de 1960 hasta los enfoques multiculturales y globalizadores de la década de 1990. Estas políticas estuvieron destinadas a modernizar las producciones locales y conectarlas a diversos mercados nacionales e internacionales. Sin embargo esto no tuvo mucho éxito, en donde hubo varios factores intervinientes. La mayoría de los proyectos estuvieron aplicados a modernizar la producción ganadera de camélidos, trasplantando modelos productivos existentes en la región rio platense de la Argentina. El etnocentrismo que configuraba estos proyectos condujo a no comprender las lógicas de producción material y simbólica de las poblaciones de la Puna, fuertemente ancladas en una cosmovisión andina. Esto no significa que esas personas desconozcan las lógicas urbanas, occidentales y modernizantes, ya que las han experimentado a lo largo del s.XX pero de forma opresiva y estigmatizante.
Más recientemente las políticas de desarrollo estuvieron orientadas a renovar las estrategias de mejoramiento de la producción de camélidos; la diferencia reciente es que fueron integradas junto a otras estrategias como el desarrollo de los servicios turísticos en las poblaciones locales. Es decir vincular el recurso ganadero como proveedor de productos alimentarios y materias primas textiles con actividades de esparcimiento como el turismo aventura tales como el caravaneo con llamas. Todo ello como parte de la promoción de los modelos de turismo rural de base comunitaria. Varias comunidades rurales han incursionado en esta forma de organización productiva, pero sin lograr aún generar los resultados esperados: es decir acumulación de pequeños capitales para reinvertirlos en la mejora de sus condiciones de vida y la sustentabilidad de los negocios turísticos.
Otra diferencia fundamental en estas nuevas políticas de desarrollo es la apropiación del universo simbólico andino. La aplicación más palpable es la mercantilización de las creencias religiosas tales como la Pachamama, el carnaval tradicional de la Quebrada de Humahuaca con toda su parafernalia y rituales, o los rituales religiosos masivos como las peregrinaciones de altura. Es decir una apropiación con resignificaciones acordes a las lógicas de mercado.
Una variante de estos proyectos es el aprovechamiento de la fibra de lana de vicuña. En la Provincia de Jujuy la población de vicuñas tuvo una notable de recuperación. Según la Secretaría de Biodiversidad del Ministerio de Medio Ambiente, esta recuperación promedió los 50.000 ejemplares distribuidos en el altiplano puneño y las cordilleras que lo circundan. La explotación de este recurso aún es experimental e involucra el trabajo con algunas familias rurales de la Puna húmeda, en el NE de la Provincia. Allí las agencias estatales trabajan con las familias recuperando algunas metodologías originarias para obtener la fibra de la lana de vicuña; se trata del uso del “Chaku” o redada comunitaria, práctica inspirada en el método incaico para capturar las vicuñas con el menor daño posible para esquilarlas y luego liberarlas. En la actualidad varias familias están instituyendo este método y también están aprendiendo el procesamiento de la fibra de lana de vicuña para su uso textil. Varias de ellas tienen experiencia en la producción artesanal de textiles en lana de llama, sin embargo los conocimientos para la limpieza e hilado de esta fibra no son aplicables para el caso de la vicuña. Y desde el período colonial que no se práctica esta variante de explotación de camélidos en el altiplano jujeño.
Otra estrategia es la producción de cultivos de altura para mercados internacionales en la zona húmeda de la Puna; es así que agentes estatales y ONGs invirtieron recursos para que las comunidades rurales multipliquen la producción de semilla de quinua y su acopio para la exportación. Estos proyectos estuvieron orientados a la agricultura familiar de altura. Uno de los obstáculos principales de estos emprendimientos es la dependencia de Bolivia respecto de la provisión de las semillas, ya que las variedades que se producen localmente no permiten replicar la calidad demandada por los mercados de destino.
Durante la última década hubo una reactivación de la minería en el altiplano, lo que produjo una nueva atracción de mano de obra de las poblaciones rurales locales. Esta tendencia comenzó un nuevo ciclo de desarrollo de enclaves mineros, con características diferenciales de los ciclos anteriores. La baja inversión en tecnología a cambio de métodos extractivos altamente agresivos de la minería a cielo abierto también repercutió en la baja inversión en mano de obra. La minería a cielo abierto implica la destrucción masiva de formaciones geológicas mediante dinamitado, y la posterior separación de los minerales de la roca estéril mediante el rociado de cianuro, luego el mineral es recogido y embarcado. El producto es la obtención a bajos costos de oro, plata, y otros minerales más raros. Esta metodología de producción también resulta agresiva hacia los territorios de las comunidades rurales, puesto que el extractivismo intensivo obliga a avanzar sobre nuevas formaciones geológicas vírgenes, y el uso del cianuro amenaza a las fuentes de agua dulce.
A ello se suma una nueva rama de la minería, que es la explotación del litio. Actualmente en ciernes, es una actividad que tiene su foco en los espejos de sal o salinas y salares del altiplano y los métodos usados para la extracción del litio implican la afectación de las fuentes de agua dulce. Las poblaciones rurales circundantes a las salinas y salares están especializadas en la extracción de sal para su comercialización; recientemente esta actividad también se convirtió en un atractivo turístico que derivó en la oferta de otros productos en sal, tales como artesanías.
Pero la instalación de corporaciones multinacionales interesadas en la explotación del litio está generando nuevas tensiones sobre los territorios de las poblaciones rurales. En algunos casos hubo poblaciones que llegaron a ciertos acuerdos de convivencia con estos nuevos actores capitalistas. Pero también otras poblaciones han devenido en movimientos originarios o indígenas que reclaman por la propiedad de sus tierras, y que permanecen activados en la lucha por sus territorios.
Al trasladar nuestras miradas a las poblaciones rurales de las yungas y los valles, la situación no les es más favorable. La principal razón, como lo contamos en párrafos anteriores, radica en el carácter dominante de la agroindustria capitalista, con una aguda concentración y centralización de la propiedad de la tierra en las corporaciones empresariales y grandes terratenientes.
Esto relegó a las poblaciones rurales a un lugar de “reserva” de fuerza de trabajo conforme las fluctuaciones de demanda del mercado laboral. Estas oscilaciones se alternan con la producción parcelaria agrícola doméstica para autoconsumo y el trabajo artesanal de bienes destinados a los mercados locales; se suman la alternancia con otros ciclos estacionales de mercados laborales agrícolas y ganaderos de otras provincias vecinas; y una más reciente búsqueda de inserción en el Estado Provincial, que en su condición de empleador es el que ofrece mayores garantías de estabilidad laboral y seguridad social, a expensas de sueldos bajos y el enorme déficit fiscal que padece endémicamente. Este escenario implica migraciones internas de las franjas etarias más jóvenes y en muchos casos con radicación definitiva en las ciudades aledañas a las Yungas.
Es decir que, en comparación con las poblaciones de las tierras altas (Puna y Quebrada de Humahuaca), sus homólogas de las tierras bajas están en un mayor deterioro social y económico.
Un último aspecto, de carácter central en la incidencia sobre las poblaciones rurales es la Frontera Nacional. La Frontera representa mucho más que una línea demarcadora que separa los territorios de los Países; como lo plantea Trinchero (2000) es una estructura social en sí misma cuando nos habla de “Formación Social de Frontera”. Una estructura intensamente dinámica, tensionante y conflictiva, que también configura constantemente categorías de clase social, étnicas e identitarias (Slavutsky, 2007) que tornan a la cultura de Jujuy en un universos abigarrado de sentidos, significados, reglas y clivajes. De ello se derivan algunos “efectos de frontera” tales como los circuitos de migraciones salida y retorno entre poblaciones rurales de Argentina y Bolivia, el uso de los espacios rurales para actividades comerciales no reconocidas por el Estado, y la presencia de dispositivos estatales en Argentina que históricamente cumplieron un rol homogenizador del bagaje cultural de esas poblaciones rurales e itinerantes, nos referimos a la Escuela Pública y el Sistema de Salud. Además de los dispositivos represivos de control de frontera que actuaron como preservadores de las relaciones opresivas de las poblaciones rurales. Esto que llamamos “efectos de frontera” también es un factor fundante del Capitalismo agroindustrial de Jujuy, dado que se sirve de los mismos para lograr un control más sistemático de la fuerza de trabajo.
Para cerrar este breve artículo, comprender los procesos que atraviesan las poblaciones rurales en Jujuy implican analizar y relacionar las dinámicas desiguales y tensas del Capitalismo regional y sus intersecciones con la dinámica del Estado Nacional Argentino y el Estado Provincial de Jujuy. Las dimensiones políticas de estos últimos también se entrelazan entre los intereses de los grandes Capitales agroindustriales y mineros, y las demandas y luchas de las poblaciones rurales por liberarse de la fuerte opresión que experimentan a diario, a expensas de la búsqueda por resistir y empoderarse mediante la apropiación de márgenes de acción propios entre las fisuras de las desigualdades sociales instituidas por el Sistema Social local jujeño.
Bibliografía
Benencia, R. y G. Karasik. 1995. Inmigración limítrofe: los bolivianos en Buenos Aires. CEAL.
Bisio, R y F. Forni. 1976. “Economía de enclave y satelización del mercado de trabajo rural. El caso de los trabajadores con empleo precario en un Ingenio azucarero del noroeste argentino”. Buenos Aires, En: Desarrollo Económico, 61 (16): 3 –56.
Karasik, G. 1991. “La mecanización en la industria azucarera jujeña: El discurso de los agentes sociales”. En: Cuadernos, 2: 13 –15. FHyCS, UNJu.
Karasik, G. 1992. “Migrantes campesinos y diferenciación social en Jujuy”. En: Cuadernos 4: 137 –144. FHyCS, UNJu.
Karasik, G. 1987. El control de la mano de obra en un Ingenio Azucarero. El caso Ledesma (Pcia. de Jujuy). Documento de Trabajo. ECIRA. Serie: Estructuras Sociales Regionales. Investigaciones, Nº 4.
Lagos, M. y A. Teruel. 1989. “Composición del sector laboral en la industria azucarera jujeña en la etapa de despegue”. En: Cuadernos 1. FHyCS, UNJu.
Ricardo Slavutsky 2007. De indios, campesinos, trabajadores y desocupados. Regulación de la mano de obra y formación de identidades en territorios de la frontera norte de salta y Jujuy. Tesis de doctorado. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.
Rutledge, I. 1987a. Cambio Agrario e Integración. El desarrollo del Capitalismo en Jujuy: 1550 –1960.Jujuy: ECIRA – CICSO.
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197 - Ley de semillas en Ecuador: Tensiones entre interculturalidad, multiculturalismo y orientalismo
Quito, Ecuador
14 de julio de 2017
Ley de semillas en Ecuador: Tensiones entre interculturalidad, multiculturalismo y orientalismo
Esteban Daza
Introducción
El presente ensayo pretende ubicarse en la querella entre: construcción disciplinaria de las culturas e interculturalidad crítica. Para tal empresa nos ubicamos en dos problemáticas que ocupan los debates de la filosofía intercultural; por un lado, el tratamiento que hace el pensamiento filosófico occidental sobre las diversidades humanas, “lo uno y lo múltiple con predominio de lo uno” (Villegas 2017); y por otro lado, en la forma constituyente de la interculturalidad, su aporte hacia políticas que busquen el cumplimiento de los derechos de pueblos y culturas.
Si la interculturalidad es un saber práctico y la intensión de la filosofía –en clave intercultural– es asumir la exigencia de la transformación a través de cultivar ese saber y experiencias de forma reflexiva (Fornet Betancourt 2011), nos parece importante poner en tensión la práctica de la filosofía intercultural en el marco, no sólo del derecho que tienen las culturas a manifestar sus formas diversas de percibir el mundo, sino de ponerlas en práctica.
Para ubicarnos en el debate partimos del planteamiento de Fornet Betancourt (2011) de comprender la filosofía como “saber contextual” de tal forma que, nuestra analítica pone de manifiesto la disputa de sentidos en la elaboración de normativas que afectan a los pueblos en países declarados interculturales, como es el caso del Ecuador. En el cual estudiaremos el proyecto de “Ley de Agrobiodiversidad, Semillas y fomento de la Agricultura Sustentable” y su relación con los problemas de la interculturalidad.
Problemática
Para autoras como Catherine Walsh, el proyecto de la interculturalidad crítica es disímil a la propuesta de expansión neoliberal de la multiculturalidad, pues no trata de incorporar la diferencia en las estructuras coloniales capitalistas, sino de implosionar desde la diferencia la matriz colonial de poder, “es hacer, re-conceptualizar y refundar estructuras que ponen en escena y en relación equitativa lógicas, prácticas y modos culturales diversos de pensar, actuar y vivir” (Walsh 2012, 119).
Ahora bien, el 2000, desde la segunda mitad de la primera década, en países como el Ecuador y Bolivia se experimentan ejercicios de reformas constitucionales que parecerían plantearse desde ciertas lógicas de la diferencia proyectos interculturales. Según Walsh, estos son caminos que a la vez que superan la multiculturalidad se erigen como la forma de repensar el Estado mono-cultural a través de “asumir” las propuestas y demandas de pueblos y nacionalidades (Ibíd. 124).
Para Walsh (2012), una muestra de este paso de construir el proyecto de-colonia sería el tratamiento que hace sobre “ciencia y tecnología” la Constitución ecuatoriana del 2008 que “desafía” la colonialidad del saber. Por un lado, establece enlaces entre los conocimientos científicos y los conocimientos ancestrales, y por otro lado, instaura las bases para un sistema educativo distinto “donde el conocer se entreteje con el vivir” (Ibíd. 126).
Sin embargo, nueve años han pasado desde la promulgación de la nueva Constitución en el Ecuador, y el desafío epistemológico y pedagógico de-colonial (Walsh 2012, 126) junto a la necesidad del diálogo intercultural como imperativo ético que repara la culpa con las victimas del colonialismo y promueve elementos de su liberación (Fornet Betancourt 2011, 643), se encuentran con matrices coloniales aún vigentes y, con un multiculturalismo que a la vez que integra las diferencias promueve su transmutación dentro del Estado mono-cultural del capital .
La implementación del proyecto de la interculturalidad en el Ecuador evidencia la preeminencia de las matrices de poder colonial y capitalista en las diferentes esferas de lo público, dos de esos campos son, por un lado, la fórmula conocimientos/economías en el sector de la agricultura y por otro lado, la alimentación. La experiencia de la materialización de los mandatos constitucionales referentes a la implementación de la Soberanía Alimentaria a través de la promulgación de leyes –en nuestro caso ley de semillas–, pondrán de manifiesto la tensión entre lo que hemos denominado: la primacía del orientalismo y multiculturalismo frente a la construcción colectiva de la interculturalidad por el derecho a la vida –tierra, agua y semillas–.
Interculturalidad, orientalismo y multiculturalismo
La Interculturalidad apela al diálogo entre diferentes donde predomina el respeto de sus singularidades y autonomías, sin embargo, en contextos como los latinoamericanos y en este caso, el Ecuador, el diálogo intercultural se encuentra en un momento de disputa, en el cual, ideas, conocimientos, formas culturales y prácticas están inmersas en relaciones de poder.
Uno de los ejemplos más evidentes es la emergencia de la ley que regula el uso y la circulación de semillas para la agricultura[1]. Normativa donde se enfrentan los estratos –formas de visibilidad y de enunciación– de concepciones de mundos diferentes y hasta antagónicos. La confrontación entre: “el sometimiento de la vida a la exigencia de la acumulación versus prácticas vivenciales que el pensamiento hegemónico define como subalternos, formas ecológicas y feministas (Mies y Shiva 1993, 8-9).
En cuanto al uso y circulación de las semillas el proyecto de ley (PLS) preparado por la Asamblea Nacional conjuga las nociones del multiculturalismo con elementos del orientalismo. Mientras en el artículo 1, se dice que: “se garantiza el uso y la libre circulación de las semillas campesinas” (…) (Asamblea Nacional del Ecuador 2017, 2), el artículo 30, menciona que será el Estado quien “identifique” la semillas campesina utilizada para la agricultura y la alimentación a través de parámetros que establezca el reglamento” (Ibíd. 12).
Un segundo elemento que llama la atención del PLS es el capítulo I y II relacionados con la clasificación que se hace de los sistemas de producción de semillas. En estos artículos encontramos la división de la semilla campesina y la certificada: la primera ligada a los saberes de los pueblos y la segunda, al saber técnico científico. Lo interesante de esta división son los mecanismos de control por los que deben pasar las semillas campesinas, sin bien estos requisitos estarán a discreción de la Autoridad Agraria Nacional –Estado–, su derecho a la circulación en el mercado convencional de semillas estará sujeto a procesos técnicos que aseguren su calidad genética, fisiológica, pureza, condición fitosanitaria y de productividad generando semillas estandarizadas y homogenizadas (Asamblea Nacional del Ecuador 2017, 11-12).
Un tercer elemento del PLS es el veto presidencial a la ley con el cual se permite el ingreso de semillas y cultivos transgénicos con fines investigativos. Este particular integra una visión productivista de lo que debería ser la agricultura sustentable, pues los fines investigativos en soya, algodón, banano y maíz duro seco, obedecen a un tipo de agricultura basado en el monocultivo y en la matriz socio-técnica excluyente. Presupone que saberes, tecnologías y las prácticas agropecuarias de los pueblos mantienen bajos rendimientos productivos, privilegiando la “ciencia mecanicista, reduccionista, y la actitud de dominio y conquista de la naturaleza como expresión del patriarcado capitalista”. (Mies y Shiva 1993, 23)
Ahora bien, ¿cómo salimos del lenguaje del derecho como un lenguaje erudito y no político, para comprender la operación de orientalismo[2] y multiculturalismo que se imprime en estos articulados del PLS? Un primer punto sería reconocer que los enunciados se inscriben en relaciones de poder, y un segundo punto, esto que aparece como “saber verdadero” se inscribe en una “cierta voluntad o intención de comprender y en algunos casos, de controlar, manipular e incluso incorporar lo que manifiestamente es un mundo diferente” (Said 2008, 34).
Hay una visión constituyente de la interculturalidad que enfrenta las intenciones de homogenización de la diferencia productiva, cultural y de manejo de semillas de pueblos y culturas que expresa el PLS. La propuesta de una agricultura pluriversal “construida desde abajo como tejido de solidaridad entre culturas que se comunican sin perder su raíz contextual” (Fornet Betancourt 2011, 646).
Un ejemplo de proyecto otro en el marco de la disputa de este cuerpo normativo ha sido la construcción colectiva de un determinado número de principios y prácticas por el derecho a la vida de los pueblos y culturas de Ecuador, que acuden a lo que Shiva (1993) denomina: “dos economías vitales que son necesarias para la supervivencia humana y ecológica: la economía de la naturaleza y la economía del sustento” (Pág. 20), y que a su vez se articulan a “los movimientos sociales alternativos y liberadores para hacer realidad esas otras formas” (Fornet Betancourt 2011, 640).
Por ejemplo, la propuesta de ley de semillas elaborada por la Conferencia Plurinacional e Intercultural de Soberanía Alimentaria (COPISA) en conjunto con organizaciones campesinas, basa la ley en principios como la solidaridad, autodeterminación, equidad de género e interculturalidad, de manera que se reconozca y valoren los saberes ecológicos, sociales y económicos de los pueblos.
Otro de los elementos importantes es la generación de un mercado público de las semillas campesinas (COPISA 2012, 62) que no se restringe a la relación de transacción mercantil, sino que establece el diálogo de saberes y el intercambio para la conservación de semillas. Y otro factor importante es que entre los objetivos de la propuesta se fomenta la producción agroecológica para garantizar la fertilidad y la biodinámica del suelo y reconoce a las mujeres como las guardianas de las semillas. Queda claro que el proyecto otro se establece en la relación recíproca de una praxis de vida concreta con el otro, las culturas y la naturaleza.
Bibliografía
Asamblea Nacional del Ecuador. Proyecto de Ley de Agrobiodiversidad, Semillas y Fomento a la Agricultura Sustentable. Veto parcial por parte del Presidente , Quito: Asamblea Nacional, 2017.
COPISA. Ley de Agrobiodiversidad, semillas y fomento agroecológico. Propuesta de Ley, Quito: COPISA, 2012.
Fornet Betancourt, Raúl. «La filosofía intercultural.» En l Pensamiento filosófico latinoamericano, del Caribe y “latino” (1300-2000). Historia, corrientes, temas, filósofos, de Enrique Dussel, 639-646. México: Silgo XXI, 2011.
Mies, María, y Vandana Shiva. Ecofeminismo: teoría, crítica y perspectivas. Barcelona: Icaria, 1993.
Said, Edward. Orientalismo. Barcelona: DeBolsillo, 2008.
Villegas, Luis. «Syllabus de filosofía e interculturalidad.» Quito: FLACSO, 04 de 2017.
Walsh, Catherin. Interculturalidad crítica y (de)colonialidad. Ensayos desde Abya-Ayala. Quito: Abya-Ayala, 2012.
[1] En el mes de mayo de 2017 la Asamblea Nacional del Ecuador aprueba el informe de segundo debate sobre la ley de semillas y el mismo mes, el presidente de la República veta parcialmente la ley permitiendo el ingreso de organismos genéticamente modificados (transgénicos) con fines investigativos, a pesar de la prohibición de la Constitución del 2008. Hasta el momento de la redacción de este ensayo, la ley está próxima aprobarse con las últimas modificaciones hechas por el presidente.
[2] De hecho, mi tesis consiste en que el orientalismo es –y no solo representa– una dimensión considerable de la cultura, política e intelectual moderna, y, como tal, tienen menos que ver con Oriente que con “nuestro” mundo.
196 - Apuntes sobre el acceso a la tierra y territorio en Sudamérica
La Paz, Bolivia
1 de julio de 2017
Apuntes sobre el acceso a la tierra y territorio en Sudamérica[1]
Ruth Bautista Durán
Oscar Bazoberry Chali
Las reflexiones del Instituto para el Desarrollo Rural de Sudamérica (IPDRS) están basadas en un enfoque cualitativo para abordar la realidad desde lo específico, sin embargo, y de cara a la elaboración del informe anual sobre acceso a la tierra y territorio en Sudamérica, nos ha sido demandada, la necesidad de abordar la identificación de tendencias regionales. Este encargo, resulta difícil, por dos razones: 1) el reconocimiento de los protagonismos individuales y colectivos territoriales, suele escarpar a las pretensiones de las políticas públicas, el mercado, los marcos teóricos, todos ellos en sus dimensiones nacionales y globales. Nuestra opción es buscarlos, aportar en su caracterización y sí, reconocerlos; no sin considerar que pueden ser afectados, positiva o negativamente, por efectos mayores; 2) ciertos procesos que pueden ser considerados como tendencias, suelen desplazarse en períodos de tiempo muy largos, por lo que suele rebasar la delimitación anual de los informes, que se ha establecido como criterio e hipótesis.
Con ese antecedente, planteamos una serie de apuntes a prestar atención para así, abordar estudios rurales, orientar los discursos, las demandas sociales y los procesos de comunicación en términos de agenda y opinión pública.
Estrategia combinada para permanecer o acceder a la tierra
Los campesinos, indígenas y afrodescendientes de la región combinan estrategias de carácter legal con el ejercicio de la permanencia, ocupación, uso productivo, ampliación de servicios en el campo, entre otras acciones, combinadas con la movilización, algunas veces fuera de la comunidad y ante entidades públicas, otras ante los medios de comunicación.
La judicialización continúa siendo instrumentalizada por el Estado, por actores privados, empresariales, para detener dirigentes, obtener órdenes de desalojo, quebrar voluntades, desestructurar familias y comunidades. Sin embargo, existen casos en los que la respuesta judicial ha sido efectiva para los procesos instaurados por familias y comunidades campesinas e indígenas. Estos casos son los menos, y no existen suficientes medidas de protección, garantías, medios materiales, e instancias de asistencia para que las personas sin recursos económicos puedan lidiar en las mismas condiciones en el campo de la justicia “ordinaria”, existe aquí un campo que es necesario explorar con mayor atención para la defensa y protección de las tierras y los territorios.
En el Informe 2016, destacamos varios casos en diferentes países. La comunidad Mapuche Paineo (Neuquén, Argentina), que logró que el Tribunal Superior de Justicia acredite su libre determinación y falló en contra de la empresa Bosque Andino S.A., obligándola a respetar la propiedad comunitaria. La Marka Quila Quila (Chuquisaca, Bolivia) llegó al Tribunal Constitucional para superar los obstáculos interpuestos por el Estado boliviano a través del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), cuyos funcionarios alegaron la ausencia de “personería jurídica oficial” para evitar la titulación colectiva de las tierras. En Colombia, la sentencia de la Corte Constitucional, C-035 de 2016, declara inconstitucionales varias disposiciones legales relativas a la delimitación de áreas estratégicas para la exploración y explotación minera, entre otras. En el Perú, ocurrió algo similar con el “paquetazo ambiental” de 2014, pues el Tribunal Constitucional admitió una demanda de inconstitucionalidad que cuestiona su permisibilidad a la extracción de recursos naturales, firmemente.
El debate por la tierra, incluye reiteradamente otros aspectos fundamentales como leyes de semillas, normativas para el acceso a agua, regímenes impositivos, tratados comerciales, fomento de la agricultura de pequeña escala, la protección de territorios y recursos naturales, la biodiversidad, etc.
Gran parte de estos temas han sido excluidos de los espacios de deliberación, el presidencialismo y con él, el predominio de los órganos ejecutivos sobre otras instancias de gobierno han tomado para sí, decisiones que se esperaba que en Sudamérica progresen a la discusión y acuerdo colectivo a través de la consulta y otros mecanismos constitucionalizados y reconocidos en las convenciones internacionales.
Lo que es importante investigar en el futuro, es la fortaleza institucional de los abogados y equipos jurídicos que apoyan estas causas, que muchas veces no tienen fin, y por lo tanto, su continuo seguimiento es indispensable. Será importante dar un mayor énfasis a estos casos, que esperamos poder agendar en los siguientes informes.
Conflictos, violencia y el papel del Estado
Los conflictos por la tierra y los recursos naturales, muchas veces con grados de violencia inaceptables, exponen y desnudan una serie de disputas y posiciones institucionales, tanto públicas como privadas, que advierten sobre aspectos críticos en los Estados sudamericanos que se agudizan.
En los capítulos del Informe 2016, la mayoría de los conflictos señalados tienen que ver con la expansión de la “frontera del agronegocio”, como inquiere el capítulo de Argentina, y la exploración/explotación de recursos naturales que realizan invasiones, desalojos y agresiones a campesinos e indígenas en sus territorios, esclareciendo, como indica el capítulo de Brasil que los conflictos reflejan la disputa entre la producción de alimentos y la producción de commodities. La salida violenta, muchas veces derivada en el asesinato de dirigentes, pone en evidencia una relación de poder desigual, y un sistema institucional que termina protegiendo a sectores, que penetran las instituciones públicas y sus aparatos represivos y judiciales.
Estos conflictos suponen una serie de acciones campesinas e indígenas, en la permanente necesidad de la defensa de sus derechos, visibilización y logro de lazos de solidaridad. Puede que uno de los hechos más frustrantes del año sea el veredicto al caso Curuguaty en Paraguay, donde murieron seis policías y 11 campesinos en junio del 2012, que determinó altas condenas a las campesinas y campesinos procesados por “homicidio doloso agravado, tentado y consumado”, “invasión de inmueble” y “asociación criminal”. Otros casos como el de Máxima Acuña en el Perú, también despiertan indignación y solidaridad.
Al parecer, la tendencia general es que si las organizaciones no pueden cooptarse y funcionalizarse a la política gubernamental, se criminalizan. Si todo el peso de las fuerzas especiales estatales se usa contra campesinos, indígenas y afrodescendientes, tendría que entenderse que es porque son ellos los criminales. No son considerados así, los poderosos agentes de la minería y el petróleo, que afectan cuencas hidrológicas enteras, que devastan la Amazonía, que imponen el fracking, que promueven formas de vida que degeneran en vicios y la trata de personas.
En Colombia, se han sumado alrededor de una centena de campesinos, indígenas y afrodescendientes asesinados por la violencia y la defensa de sus territorios; en Brasil según CIMI, al 2015 fueron asesinados 137 indígenas y según la CPT en 2016, se suman 61 muertos en conflictos por la tierra[2]. En Paraguay, según los Derechos Humanos, en 25 años a 2014, se suman 117 miembros de organizaciones, asesinados o desaparecidos[3].
Transformaciones institucionales
Han ocurrido cambios institucionales importantes para el mundo rural, y especialmente para los campesinos e indígenas. Los ejemplos más nítidos se han dado en Brasil con el cierre del Ministerio de Desarrollo Agrario, en Ecuador con la nueva Ley de Tierras, en Colombia con la nueva institucionalidad agraria, e incluso Bolivia con la apertura de un nuevo Fondo de Desarrollo Indígena.
La situación de Brasil tiene implicancias particulares, dada la influencia que logró tener en la FAO y la Organización Mundial del Comercio (OMC) en lo referido a la viabilidad de la agricultura familiar. Los cambios políticos, así como los recortes presupuestarios, llevaron casi de inmediato a la disolución del Ministerio de Desarrollo Agrario, transfiriendo parte de sus tareas a la Secretaria Especial de Agricultura Familiar y de Desarrollo Agrario, la Secretaría de reordenamiento agrario, la Secretaría de Desarrollo territorial y la Secretaría extraordinaria de regularización fundiaria en la Amazonía Legal, el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (INCRA). A nivel interno, se detuvo la política de tierras, existen proyectos de ley y propuestas legislativas que flexibilizan los derechos y las condiciones del trabajador rural, y la violencia en el campo ha aumentado ostensiblemente en comparación de años anteriores. A nivel internacional, los cambios dados en Brasil descomponen articulaciones como la Red de Agricultura Familiar del Mercosur (REAF), que durante el 2016 ni siquiera contó con la participación de alguna delegación de Brasil, lo que mostró no solo su aislamiento de las plataformas regionales, sino también el impacto que puede llegar a tener en ellas.
Dados los acuerdos para una paz estable y duradera en Colombia, resaltan la importancia del tema agrario. Sin embargo, los resultados del plebiscito, mostraron que es necesaria mayor cautela y trabajo permanente para lograr los objetivos de resarcimiento y recomposición social en muchos territorios rurales del país. Dos nuevas instituciones relacionadas a la ruralidad han entrado en funcionamiento, se trata de la Agencia Nacional de Tierras (ANT) y la Agencia Nacional de Desarrollo Rural (ADR), y se espera que arranquen también la Agencia para la Renovación Territorial (ART) y los Programas de Desarrollo Rural con Enfoque Territorial (PDET).
En Argentina, además de las reducciones presupuestarias a los ministerios, en el 2016 ya se operan cambios en Ministerio de Agroindustrias, creado en diciembre del 2015 en sustitución del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Pesca y Agroindustria. En el caso de Bolivia, el nuevo Fondo de Desarrollo Indígena, devenido del liquidado Fondo Indígena, es relanzado en agosto, se limita la participación de las organizaciones sociales en los órganos de dirección, pasa a control directo del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras. Paradójicamente, a días de su relanzamiento es aprehendida Nemesia Achacollo, quien fuera la primera ministra campesina en esa cartera y ejerció el cargo por cinco años; con ella son decenas de dirigentes campesinos e indígenas acusados y procesados por corrupción.
Acceso a la tierra vía mercado y regulación estatal
El Informe 2016 resalta que el gobierno de Colombia invirtió 7.5 millones de dólares para el subsidio de compra de tierras para quienes no la tienen, en este caso se trata de reactivar la idea de un banco de tierras. Aunque se muestran señales como la indicada compra de tierras para campesinos y desplazados, existen también discusiones sobre los propósitos de la concentración de tierras vía mercado.
En el caso de Ecuador, el Plan Tierras 2010-2015 reporta 52.167 hectáreas entregadas a 11.022 familias, lo que hace un promedio de 4,7 hectáreas familia. Según los datos que se disponen, en el caso de la hacienda La Paquita el costo fue de 1.498 dólares la hectárea, y en el caso de la hacienda Indiana fue de 3.214 dólares por hectárea. Si esto lo multiplicamos por el número de familias beneficiadas en ambos casos, los créditos promedio que asumieron es de 8.728 dólares familia en el primer caso y 18.000 dólares familia en el segundo.
En el caso de Paraguay, el resultado de la política de compra de tierras para el programa dirigido por el Instituto Nacional de Desarrollo Rural y Tierra (INDERT), en este caso del 2013 al 2015, lo que en total suma 11.904 hectáreas, con un precio promedio de 1.680 dólares. Lo que significa un promedio anual aproximado a 4.000 hectáreas.
Estos tres casos, donde interviene el mercado de tierras mediado por el Estado, nos permiten mostrar que es necesario continuar discutiendo la factibilidad de este mecanismo, como el principal canal para la restitución y atención de demandas de campesinos, cooperativas y organizaciones de pequeña producción. Para el Estado, este camino supone altos costos, incluso si se elimina el factor especulativo que intermedia las compras estatales, y en las sobrevaluaciones de los predios en el sistema bancario (normalmente origen de los bancos de tierra). No existen mayores detalles sobre los procesos burocráticos y políticos en las compras y dotaciones. Éstos, serían aspectos que conocemos a medias e interesaría estudiar de forma específica y comparada.
Por otro lado, en el caso en que los campesinos asociados, adquieren vía compra-venta, tierras que fueron confiscadas o incautadas, o adquiridas por el Estado para esta transferencia, median un conjunto de promesas en capacitación, financiamiento, mercados, por parte de las instituciones públicas, lo cual podría justificar los criterios que se imponen en este tipo de sistemas de mercado de tierras. Sin embargo, es también conocida la dificultad de pago de parte de las asociaciones, y el incumplimiento de compromisos por parte de las instituciones públicas.
En algunos países es un mecanismo que funciona a pequeña escala, dada la demanda, los bancos de tierra no presentan una garantía de solución en los plazos que requiere la población, y aún más se encuentra ausente el enfoque territorial que permitiría articular acciones de desarrollo integral, que conforma el paquete de promesas.
Gobiernos e independencia organizacional
La situación de Ecuador y Bolivia afirman el debilitamiento y división del movimiento campesino e indígena, un panorama organizativo muy complejo ante la opinión pública global, que tiene a estos gobiernos como referentes de la izquierda.
De los siete países que incluye el Informe 2016, cuatro tenían gobiernos identificados con una tendencia de izquierda, no obstante, el golpe parlamentario al gobierno de Dilma Rousseff y el ascenso de Michel Temer en Brasil, y de Mauricio Macri en Argentina, pareciesen establecer una ruptura. Además de la esforzada identificación política, los datos y tendencias presentadas no muestran que hayan tenido una política progresista en cuanto a la distribución de la tierra.
Si vemos a Colombia, Paraguay y Perú, sus procesos de ascenso organizativo y político son diferentes por el tema de la violencia interna y por una continuidad en la forma de gobierno que traspasa el proceso democrático. Si bien sus organizaciones campesinas e indígenas no han logrado líderes políticos que ocupen altos cargos gubernamentales, ni instrumentos políticos, ni gobiernos como tal, sus organizaciones, al tener un contexto antagónico claro, tienen agendas mucho más compactas.
En varios de los contextos, los mecanismos legales impuestos para acceder, obtener el reconocimiento y legalizar las ocupaciones ancestrales y recientes de tierra y territorio, ponen frente a frente a actores igual de desventajados. Indígenas y campesinos, afrodescendientes y colonizadores, sin tierra y poblaciones nativas, ¿Acaso sus diferencias son tan determinantes? Cierto es que la ocupación de tierras para la agricultura familiar también fue concebida por planes de desarrollo supranacionales hace más de medio siglo, generando una estratificación de agricultores de pequeños a grandes, no obstante, la intolerancia, violencia y genocidio, siempre vinieron desde agentes con intereses que van más allá del aprovechamiento de la tierra.
Estas diferencias interétnicas o incluso interclasistas, indígenas y campesinos, también están presentes en las disputas nacionales y electorales, aquellas que han atomizado al que fuera, a fines del siglo pasado, un movimiento indígena campesino unificado, contestatario y en ascenso. Lo que muchos entienden y denominan como un giro a la derecha, las organizaciones sociales podría comprender como la lección por sostener su historia lucha en el ámbito de la autonomía y la independencia.
La opción agroecológica en la inspiración y renovación organizativa
Otro común denominador en la subregión andina son las transformaciones en los ciclos naturales, producto del cambio climático global, pero también del impacto de las actividades minera, petrolera y la construcción de hidroeléctricas. Durante el 2016, ha resaltado la falta de agua, el retraso de las temporadas de lluvia y el fracaso de las campañas de invierno/verano en la producción de granos, además de la soja, el trigo, sorgo, y aquellos alimentos que golpean más la economía y alimentación campesina e indígena, el arroz, la papa, e incluso productos del bosque como la castaña amazónica. La afectación de las presas de agua, incluso aquellas que abastecen las necesidades de los centros urbanos, muestra que se han modificado los ciclos de las cuencas hidrológicas.
En Sudamérica existe una normalización respecto al crecimiento desmesurado de las ciudades y se sobreentiende que las diversas formas –todas precarias- de periferia, margen y espacios semirurales, están encaminados a la urbanidad plena. Las políticas se dirigen a este fin; sin embargo, los presupuestos para municipios y circunscripciones rurales o no suscritos a las grandes ciudades, son descuidados y todavía enviciados por la presencia de oligarquías locales que los concentran para beneficio propio. Si la situación no mejora en el campo, se engrosa la precariedad urbana y son crecientes las demandas populares por mejores condiciones de vida en la ciudad y también las demandas por tierra en el campo.
Ante esta adversidad, se gestan miles de significativos procesos por rehabilitar el suelo que destruye el extractivismo, miles de experiencias que se basan en la agroecología, el aprendizaje empírico del comportamiento de la biodiversidad y la necesidad colectiva por construir autogestionariamente los cimientos de mejores formas de vida. Resulta alentador que las acciones campesinas e indígenas en los diversos países, partan por disputar las políticas agroalimentarias que se refieren a las semillas, la defensa de los bosques y los diálogos interculturales que buscan la incidencia en el ámbito socioambiental.
Debemos hacer el esfuerzo por hilar fino y tejer las relaciones históricas hacia el presente. Tienen mucho que ver el planteamiento primigenio del movimiento campesino e indígena surgido en Bolivia y Ecuador, las actuales consignas en Paraguay, Colombia y Argentina, contra Monsanto y el fracking, y por la tierra, libertad, soberanía. Los pueblos indígenas deben articular y hacer jurisprudencia horizontal sobre los logros que expresan las constituciones estatales, por la ancestralidad y la preexistencia, por el derecho colectivo, la autonomía administrativa, la plurinacionalidad y la soberanía.
La agroecología como principio político permite visibilizar de mejor forma la diversificación de semillas, cultivos, productos, y seguramente, permitirá también (re)inventar mejores formas de organización y articulación.
Existe una renovación organizativa, son posibles los pactos de unidad campesinos-indígenas, las cumbres agrarias que articulan y movilizan pliegos completos, nuevas plataformas de lucha que agrupan a campesinos, activistas, consumidores y académicos bajo intereses y enemigos comunes y nuevas estrategias de lucha. Aquellos campesinos criminalizados, despojados y muertos, son aquellos que impulsan la solidaridad, que en lugar del conflicto, el bloqueo y el ultimátum, tienen fuerzas aún para el obsequio, para recordarle a la sociedad la gran deuda que se viene acumulando. Los verdurazos en la capital argentina, expresan la impronta de campesinos e indígenas como protagonistas del mundo rural, capaces de regalar alimentos, capaces de inspirar mejores prácticas y mejores pensamientos para nuevas formas de gestión y gobierno propio.
[1] Extracción selectiva del Informe 2016 Acceso a la tierra y territorio en Sudamérica (IPDRS, 2016).
[2] Disponible en: https://goo.gl/1tigbm
[3] Disponible en: https://goo.gl/7GxI5z
195 - Venezuela: Tensiones y derechos indígenas en tiempos de constituyente
Mérida, Venezuela
14 de junio de 2017
Introducción constituyente
La situación actual por la que atraviesa el país da cuenta de temas pendientes, no solo en el ámbito político sino fundamentalmente constitucional.
Son tiempos de constituyente para cambiar una constitución que no llegó a su mayoría de edad. Nuestra carta magna con una cortísima historia de afecciones y desafecciones, hoy es amenazada de ser lanzada al cesto de la basura de la historia. Junto a ella todos los derechos reconocidos, entre otros, los de los pueblos indígenas.
Derechos indígenas pendientes y amenazados
Los derechos fundamentales indígenas pendientes de materialización ahora corren el riesgo de desaparición. Habiendo existido más condiciones en 1999 para su aprobación, a pesar de la persistencia del fantasma racista y neocolonial presente en el debate constituyente del momento, podemos avizorar el devenir de estos derechos en el marco de un panorama de fragmentación de los territorios indígenas, de cooptación y desestructuración de las organizaciones indígenas, entre otros.
Al trasluz de lo anterior, vale la pena preguntarse: ¿Con qué movimiento indígena se cuenta para defender derechos reconocidos? ¿Con cuáles organizaciones indígenas para acordar nuevos derechos?
Breve historia de diecisiete años de derechos indígenas
La negociación para la inserción del capítulo VIII en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV), fue sobre todo el resultado de la existencia de un movimiento indígena fuerte. En efecto, el Consejo Nacional Indio de Venezuela (CONIVE) representaba los intereses de los pueblos y organizaciones indígenas del momento. Con esa sólida organización los derechos indígenas pudieron ser insertados en la Constitución de 1999.
Hoy en día, las condiciones de otrora no están dadas para avanzar en la concreción de derechos reconocidos y mucho menos para declarar nuevos derechos en el marco de una Asamblea Nacional Constituyente (ANC).
Un breve balance de los derechos indígenas reconocidos en el Capitulo VIII de la CRBV nos conlleva a lo siguiente:
Artículo 119: en él se reconoce el derecho principal de los pueblos y comunidades indígenas del país, ya que se consagra el derecho al territorio necesario para garantizar sus formas de vida. Según cifras oficiales optimistas, se ha demarcado apenas el doce por ciento (12%) de los hábitats indígenas. Dichas demarcaciones no han terminado de satisfacer los derechos territoriales indígenas.
Artículo 120: se establece el derecho a la consulta como corolario del derecho a la consulta libre, previa, informada y de buena fe previsto en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), así como del derecho al consentimiento reconocido en la Declaración de Derechos Indígenas de las Naciones Unidas.
Artículo 121: el derecho a la identidad étnica y cultural aquí prevista ha venido viéndose amenazada por la constante amenaza a los territorios y fragmentación de las organizaciones indígenas. Por otra parte, la educación intercultural bilingüe no ha terminado de materializarse como política pública en la mayoría de las comunidades indígenas.
Artículo 122: la ausencia de programas para incentivar la medicina tradicional es proporcional a la aparición de enfermedades como el paludismo, malaria, fiebre amarilla, diarrea y VIH entre otras, en los territorios indígenas donde hay fuerte presencia de mineros ilegales, generando grandes contingentes de comunidades indígenas diezmadas por estas enfermedades.
Artículo 123: las prácticas económicas tradicionales poco a poco han sido sustituidas por la transformación de las costumbres de intercambio sin valor de uso, cada vez más determinadas por el valor de cambio existente en áreas con fuerte presencia de minería ilegal, abigeato, contrabando de combustible, lo cual he venido afectando sus usos y tradiciones.
Artículo 124: el derecho a la propiedad intelectual colectiva reconocido en este artículo ha sido consustancial con la amenaza a los conocimientos tradicionales, poniendo en riesgo el gran acervo de las culturas indígenas.
Artículo 125: el derecho a la participación política lamentablemente ha sido sustituido por la cooptación de la dirigencia y organizaciones indígenas.
Artículo 126: en vez de este artículo haber significado una cláusula de salvaguarda para la defensa e integridad del territorio nacional, se convirtió en un mecanismo de penetración y desintegración de las tierras indígenas del país.
Derechos indígenas y peligros de regresión constituyentista
Más que una ANC lo que se propone es un gran congreso para la discusión de algo que la mayor parte del país aún no conoce. La propuesta constituyente es desproporcionada y surge como un mecanismo de sobrevivencia de un actor político.
Si no ha habido consulta de la iniciativa y mucho menos de las bases comiciales, difícilmente podemos augurar un debate sano, abierto y democrático de nuevos derechos, concretamente indígenas.
Las condiciones para la discusión de derechos diferenciados en un contexto de polarización política en el año 2017 es completamente diferente a la de 1999. Si en ese entonces (y hasta la actualidad) existen dificultades para darle concreción a derechos distintos desde una perspectiva intercultural, hoy en día podría resultar contraproducente una iniciativa que, en vez de afirmar el carácter progresivo de derechos fundamentales, pueda más bien significar una regresión histórica.
La única manera que una constituyente tenga justificación es que se supere la situación de confrontación actual, se asista a un proceso de encuentro, reconocimiento y convivencia. En efecto, “sin condiciones, hay que acordar una agenda país más allá de las élites de poder. Se debe comenzar por sanar las heridas para el necesario encuentro, convivencia y reconocimiento del otro por constituir un asunto socialmente pendiente. Es parte de lo que se impone como apuesta nacional. No obstante, ello tiene que ir acompasado con los tiempos económicos y políticos. Si la coyuntura es importante hay que ir acometiendo los temas estructurales que aquejan a la República a lo largo del tiempo” (vaguilarcblogspot.com).
De esta manera, la ANC podría ser significar:
- La ANC como espacio de ampliación democrática.
- La ANC para ampliar derechos y no poderes.
- La ANC para transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico acorde con los derechos constitucionales vigentes.
- La ANC para acompasar las instituciones a derechos reconocidos.
- La ANC para avanzar de la consagración al ejercicio de los derechos reconocidos.
- La ANC como fin del Contrato Social diluyente.
No obstante, para lo anterior lamentablemente todavía no existen condiciones en el país para su impulso y desarrollo.
194 - Logan, la expansión de la agroindustria y sus consecuencias sociales en Sudamérica
Logan, la última película de la saga de X Men, sin duda nos sorprende desde el inicio y ni qué se diga con su fin. Pero como ya se dijo mucho de ello y no quiero malograr el final a la gente que aún no la vio, me referiré a una escena específica de la misma.
Logan (Hugh Jackman) y el profesor Charles Xavier (Patrick Stewart) acompañan a Laura Kinney (Dafne Keen), una niña de once años, que tiene los mismos poderes que Lobesno, en su viaje a la frontera con Canadá, donde ella espera reunirse con otros jóvenes mutantes. En media carretera, conocen a Katherin y Bill quienes los invitan a pasar la noche en su casa situada en el área rural de Estados Unidos.
Por la noche y tras cenar, Katherin le comunica a su esposo Bill que nuevamente les cortaron el suministro de agua. Bill decide ir a solucionar este percance y es acompañado por Logan a insistencia del profesor X.
Bill explica a Logan que una empresa de bebidas compró todas las propiedades del sector y que como su familia se negó a vender, intentó embargar sus tierras, envenenó a sus perros y que ahora le corta el agua constantemente. Mientras caminan, a lo lejos se observan dos grandes máquinas que procesan maíz transgénico que no es destinado para la alimentación sino que sirve para elaborar las bebidas energizantes.
Cuando llegan a donde está la bomba de agua, que está amurallada, Bill rompe el candado que cierra las rejas, entra y abre la llave de la bomba. Al poco tiempo llega una camioneta con tres hombres armados que amenazan a Bill. Frente a la agresión de los hombres, Wolverine reacciona y golpea a uno de ellos -a quien los demás le dicen “jefe”- acto seguido los hombres se van.
El constante acoso que atraviesa esa familia campesina estadounidense es una realidad que se repite en distintos lugares rurales del mundo y si esto que sucede en Estados Unidos es mostrado en una película taquillera de Hollywood –que la mayoría de las veces comparte y fomenta grandes intereses económicos – es porque, cada vez más, las consecuencias de la agroindustria son desastrosas y ya no se las puede negar.
Dejando la película a un lado, los efectos de la expansión de la agroindustria en el área rural de Sudamérica son igual o más arrasadores que los relatados en Logan: familias despojadas de sus territorios, muchas veces con acciones violentas; comunidades enteras privadas de fuentes de agua; sometimiento de familias agricultoras a reglas del agronegocio; extensión de monocultivos; bosques depredados; inundaciones más frecuentes; debilitamiento de los suelos por los monocultivos y el uso de agrotóxicos dejando miles de hectáreas inservibles para la siembra; entre otros.
Uno de los países de esta región que más sufre las consecuencias de la extensión de plantaciones de agroindustria es Brasil, uno de los mayores productores y exportadores de alimentos del mundo. Allí la expansión de los monocultivos commoditties afectan a los territorios de campesinos, indígenas y quilombolas[1], quitándoles sus tierras por la fuerza, imponiendo una súper explotación de los trabajadores y de la naturaleza, de acuerdo con el “Informe 2016, Acceso a la tierra y territorio en Sudamérica” del Instituto para el Desarrollo Rural de Sudamérica (IPDRS), de pronta publicación oficial pero ya disponible en su versión preliminar en la web.
En este informe, en su capítulo de Brasil, se explica que los conflictos de tierras se generan, principalmente, por la amenaza agresiva de las expansiones de la agricultura en masa, que requiere de más tierras fértiles porque las ya usadas no sirven para plantar. Señala que el Consejo Indígena Misionero (CIMI) informó que el 2015 fueron asesinados 137 indígenas en el país por defender de su territorio. Mato Grosso del Sur, el Estado con la mayor población indígena del país, registró el mayor número de asesinatos (36) y precisamente es una de las zonas con más hectáreas dedicadas a la agroindustria de soja. Estos datos van en la misma línea que el informe de la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT)[2] explica que en 2016 se registró el mayor número de muertes desde 2003, con la aparición de 61 víctimas fatales involucrados en conflictos por la tierra. De estos, 46 fueron víctimas de la Amazonía, otro de los lugares amenazados por la agroindustria y por otras actividades extractivas como la minería.
Asimismo, explica que, la mayoría de las veces, la alta concentración de tierras también significa alta apropiación de agua pues sin este elemento no se puede hacer viable la producción de los monocultivos.
En el caso de Argentina, que sigue los pasos Brasil, la situación no es muy diferente. En las últimas décadas Argentina vive un proceso de creciente concentración de la producción agropecuaria e intensificando de su orientación exportadora, por lo que a 2016, el 40% de sus exportaciones es de ese sector, según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario.
De su superficie cultivada, el 60% es monocultivo como la soja, girasol, trigo y maíz. En la última década, la producción de la soja creció evidentemente por lo que a 2014 ocupaba el 50,51% de la superficie arable, de la cual el 69,42% usaba paquetes tecnológicos. En 2003 la superficie con soja transgénica era de 12 millones de hectáreas (ha) y se estima que para 2017 cubrirá 20,6 millones ha, de acuerdo con el informe del IPDRS.
Un aumento relevante también lo tuvo el maíz que pasó de 3 millones de ha en 2003 y se prevé que este año llegue a 7,3 millones, correspondiendo más del 70% a variedades transgénicas.
De esa forma el agronegocio fue expandiéndose en nuevas tierras despojando a campesinos e indígenas de las suyas y tumbando bosques. A 2015, se registraron nueve millones de hectáreas de territorios campesinos indígenas, que estaban en disputa con la agroindustria, según el capítulo de “Impactos sociales, económicos y ambientales de la expansión de la frontera agrícola en la región bajo el modelo del agronegocio de extractivismo” de la memoria del Tercer Foro Andino Amazónico de Desarrollo Rural.
Por ello, en los últimos años se registraron fuertes conflictos en comunidades de campesinos que se resisten a ser despojados, es el caso de Santiago del Estero, donde al menos nueve mil familias luchan contra el desalojo de terratenientes y grandes empresas promotoras del monocultivo de la soja transgénica. Además, según denuncias del Movimiento Campesino Santiago del Estero (Mocase) se reactivó la criminalización de la lucha por la tierra.
Por otro lado, ese país sufre de frecuentes inundaciones por el uso de semillas modificadas, pues a diferencia del monte nativo que absorbe 300 milímetros de agua por hora o una pastura convencional de ganado 100 milímetros, un campo con soja apenas 30 milímetros por hora, según una investigación del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). La entidad explica que el cambio del uso del suelo es un factor fundamental para explicar por qué las inundaciones son cada vez más continuas y graves.
La realidad de países más pequeños es bastante similar. En el caso de Paraguay, mejor conocido como la “República de la Soja”, que continúa en su camino a la expansión y profundización del modelo agroexportador de raíz extractivista. Los sojeros y ganaderos avanzan con sus actividades, en muchos casos “desplazando de sus tierras a poblaciones campesinas e indígenas, recurriendo, para ello, a varios mecanismos, como la compra de sus tierras, trampas judiciales con funcionarios corruptos, fumigación en los alrededores de las comunidades o amenazarlos y hostigarlos hasta que dejen sus tierras”, advierte el Informe.
De ese modo se explica la absoluta desigualdad en la distribución de tierras, pues estamos hablando de un país donde el 2,6% de propietarios acaparan el 85% de las tierras fértiles.
Estos tres ejemplos solo son una muestran de la lógica expansiva del capitalismo que se impone en Sudamérica, en este caso con la agroindustria y el uso de transgénicos, actividades que son fomentadas por los Estados de la región, a partir de recursos económicos o marcos legales que las protegen e incentivan.
Más allá de que el debate que las semillas modificadas sean dañinas para la salud (existen miles de denuncias al respecto) aún esté abierto, no se puede negar que los impactos sociales y ambientales en su producción dentro de la agricultura en masa están arriesgando, actualmente, los derechos y la vida de indígenas y campesinos en Sudamérica y tal como muestra Logan, también en países del primer mundo.
BIBLIOGRAFÍA
IPDRS. Informe 2016, Acceso a la tierra y territorio en Sudamérica. (2017) La Paz: IPDRS (Versión preliminar)
FORO ANDINO AMAZÓNICO DE DESARROLLO RURAL. Memoria de Tercer Foro Andino Amazónico de Desarrollo Rural. (2016) La Paz: CIPCA.
PÁGINA 12. Cosecha soja, siembra inundación. (Recuperado de https://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-297922-2016-04-27.html)
MOVIMIENTO REGIONAL POR LA TIERRA Y TERRITORIO. (2017) La agroecología resiste a la gran propiedad y el monocultivo de soja. (Recuperado de http://porlatierra.org/novedades/post/179)
MOVIMIENTO DE TRABAJADORES RURALES SIN TIERRA. (2017) Democracia já tem quase 2 mil assassinatos políticos no campo
[1] Identidad referente al “quilombo”, término derivado del kimbundu, lengua africana perteneciente a la familia lingüística Bantu, comprendida en la actual región de Angola. En Brasil la palabra fue re-semantizada, a través de los aparatos represivos destinados a capturar personas o grupos que huían de la esclavitud. En la legislación colonial brasileña se llamaba “quilombo” a cualquier grupo con más de cinco personas negras que fuesen encontradas juntas. “Quilombolas”, por lo tanto, son las personas que históricamente expresan la resistencia negra desde el Brasil esclavista.
[2] Según el estudio de la CPT destaca tres casos emblemáticos: los asesinatos de la activista Nilce de Souza Magalhães en Porto Velho; del campesino Ivanildo Francisco da Silva en Mogeiro y del indígena Clodiode Aquileu de Souza en Caarapó. Asimismo, el informe explica que más de 2,5 mil hombres y mujeres campesinos, indígenas y quilombolas fueron asesinados entre 1964 y 2016 en todas las regiones de Brasil. Más información disponible en: https://goo.gl/1tigbm.
193 - Experiencias documentadas de organización juvenil rural en el marco del Movimiento Regional por la Tierra
Dentro de nuestra experiencia de trabajo, a partir de la sistematización de 9 experiencias de acceso a la tierra en nueve casos inspiradores para el Movimiento Regional por la Tierra y los Territorios y la realización de dos encuentros de jóvenes rurales pertenecientes a estos procesos denominados “jóvenes por la tierra”. Hemos encontrado experiencias muy valiosas de empoderamiento, organización y relevo del liderazgo por parte de los jóvenes rurales dentro de sus familias, organizaciones y comunidades.
Dentro de estos procesos hemos identificado procesos organizativos muy importantes de jóvenes rurales, como el Grupo Pijao, en el Sur del Tolima, el empoderamiento juvenil del proceso de la Finca San Luis, en Guasca Cundinamarca, y el Comité de Jóvenes de la Asociación de Productores de abonos orgánicos PAOCOS.
En primer lugar se encuentra el grupo Pijao, una organización de jóvenes conformada en el año 2012 por miembros del pueblo indígena Pijao, que se encontraban estudiando en la ciudad de Bogotá en la Universidad Nacional de Colombia. Quienes decidieron organizarse para apoyarse mutuamente en su estadía en la capital y proyectar un trabajo en su territorio de origen en el sur del Tolima, particularmente en los municipios de Natagaima, Coyaima y Ortega. La estrategia de trabajo se enfocó en la realización de PREICFES en estos municipios para promover mejores competencias frente a los exámenes del ICFES y de ingreso a la universidad pública en los jóvenes que cursan últimos años de bachillerato. Y con ellos generando espacios de reflexión y debate, para construir jóvenes críticos y conscientes de su realidad
Otra estrategia que han desarrollado, denominada “caminos pijaos” ha sido la realización de recorridos y viajes por el territorio tradicional Pijao a lugares naturales y culturales emblemáticos de su cultura, en donde se realizan actividades culturales tradicionales, tales como música tradicional, preparación de comidas típicas y acompañamiento de sabedores espirituales. Esto con el objetivo de permitir el reconocimiento de estos lugares sagrados y fomentar el sentido de pertenencia y arraigo en el territorio. Así mismo como conocer las amenazas territoriales de la región, como la minería, proyectos de infraestructura agrícola y demás. A lo largo de sus más de 4 años de existencia, el grupo Pijao ha generado jóvenes líderes de sus comunidades que se han re apropiado de su cultura y de la defensa de sus territorios.
Por otra parte, se encuentra el grupo de jóvenes de la Asociación de Productores de Abonos Orgánicos PAOCOS, en una decisión de la organización de promover el relevo generacional, con lo cual los hijos de los fundadores, ahora jóvenes, se comenzaron a organizar de forma autónoma, generando sus propias dinámicas de reunión, estrategias de incidencia dentro del municipio, realizando actividades de sensibilización y articulación dentro de San Agustín. Actualmente el grupo de jóvenes es quien representa la organización a nivel regional, nacional e internacional, en espacios de formación, incidencia política y articulación con el movimiento social y campesino, particularmente el Coordinador Nacional Agrario y el Congreso de los Pueblos, al cual pertenece la organización.
Por otro lado en relación con el trabajo de la tierra, los jóvenes se han apropiado del uso y desarrollo de técnicas agroecológicas usadas por la organización, tales como la preparación de microorganismos eficientes, elaboración de abonos orgánicos y el trabajo en la planta procesadora de desechos orgánicos. En términos de su relación con la tierra, dentro del grupo se encuentran jóvenes que han formado su propio hogar y a los cuales la familia les va asignando una porción de tierra, para que la trabajen. Aún la propiedad de la tierra se encuentra en común y pro indiviso, pero el plan a futuro es ir parcelando cada finca, sin que esto signifique la división de la organización.
Otra experiencia, es el caso de la familia Murillo Barajas en la finca San Luis, con los procesos de empoderamiento y relevo generacional que han venido adelantando los jóvenes con las prácticas de sus padres. La cual inicia con el retorno de Luis y Clementina al campo, quienes producían los alimentos para autoconsumo en una huerta cacera y así vincularon a sus hijos a las labores del campo para fortalecer el amor y el empoderamiento, esta es una labor que se logra durante varios años cuando todo el patrimonio y esfuerzo de la familia se centró en la finca. Con el pasar de los años se comenzó a producir más de lo que se necesitaba y se comenzó a explorar canales de comercialización justos, en consecuencia la finca San Luis se diversificó encontrando equilibrios en una producción sustentable a nivel agrícola, pecuaria y conservación forestal.
El crecimiento gradual de la economía familiar permitió brindar disponibilidad de tiempo para la familia, educación y demás actividades, así como una autonomía económica, la finca cuenta con un equipo interdisciplinar conformado principalmente por miembros de la familia, vecinos y en especial jóvenes vinculados a las diferentes labores como lo son: producción, cosecha, poscosecha y comercialización. La finca ha mostrado su experiencia para que sea un ejemplo para otros jóvenes que buscan alternativas que permitan la permanencia en el territorio, para ello a potencializado las técnicas agroecológicas con el aprovechamiento de los recursos locales, para la producción de alimentos sanos, el cuidado de la biodiversidad, del suelo y el agua.
En este proceso es importante integrar a los jóvenes, dado que brindar la posibilidad de transmitir y replicar esta experiencia, así como posibilita y amplia el aporte de conocimientos interdisciplinares para el mejoramiento de proceso dentro de la finca, en el municipio de Guasca, en la integración de región del Güavio y así como el reconocimiento e intercambio de conocimientos con otros procesos en todo el país. La experiencia de la finca San Luis está vinculada a procesos organizativos dentro del municipio de Guasca, como es el caso de AGREGUA (Asociación de granjeros ecológicos de Guasca), ASOPROQUINUA (Asociación de productores de Quinua) y mercados local (Toldos San Jacinto de Guasca), así como a tenido acercamientos con procesos de jóvenes dentro del territorio como es el caso de la asociación comunitaria fortaleza de la montaña.
A modo de cierre:
La juventud rural en Colombia posee condiciones muy desfavorables en términos de acceso a educación, trabajo digno, tierra y programas de desarrollo rural, para su arraigo y permanencia en los territorios rurales. A pesar de ello existen experiencias muy valiosas de jóvenes que se empoderan de sus identidades ligadas al trabajo de la tierra, que están asociadas a las alternativas para autoconsumo, comercialización, organización de las comunidades, formas de producción y de otras actividades que les permitan la permanencia en sus territorios impulsando un mejor relacionamiento con el entorno, y así brindan propuestas de buen vivir en los territorios como lo hacen el Grupo Pijao, el Comité de Jóvenes de PAOCOS y los jóvenes de la familia Murillo Barajas dentro de la finca San Luis en Guasca. Estas deberían ser tenidas en cuenta como referentes para la construcción de políticas públicas diferenciales para la juventud rural. Lo cual es fundamental para la implementación de los objetivos del Acuerdo Final para la Construcción de una Paz Estable y Duradera y la reforma rural integral.
Bibliografía:
- CONPES 3809 DE 2014. Concepto favorable a la nación para contratar un empréstito externo con la banca multilateral, hasta por la suma de us$100 millones o su equivalente en otras monedas, destinado a financiar el proyecto de fortalecimiento de la educación media y tránsito a la educación terciaria en Colombia.
- Jaramillo Guerra, Patricia Stella. Compiladora. Semillero de investigación en desarrollo rural SINDER. Informe de proyecto “educación para la ruralidad, respuestas desde los territorios”. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. 2014.
- Misión Para La Transformación Del Campo. Diagnóstico de las condiciones sociales del campo colombiano. Bogotá D.C. 2014.
192 - La juventud rural en Colombia y sus condiciones de acceso y permanencia en la tierra
En Colombia, los habitantes del campo están envejeciendo, pues los jóvenes rurales no tienen condiciones suficientes para su permanencia, a pesar de ello el Estado no toma medidas adecuadas que incentiven su permanencia. Históricamente la juventud rural en Colombia ha sido invisibilizada por parte del Estado y las instituciones del ministerio de agricultura, siendo desconocido en gran medida por las políticas públicas en su papel como agente transformadora del campo; así como no existen políticas diferenciadas para los jóvenes que promuevan su acceso a la tierra y condiciones dignas que permitan su permanencia en los territorios. Sin embargo, existen experiencias muy valiosas de jóvenes que han asumido su papel en el relevo generacional en el campo y se han organizado en la defensa y permanencia en los territorios, la pervivencia de la cultura y los modos de producción tradicionales.
Los Jóvenes rurales han sido históricamente invisibilizados
Para empezar es necesario decir que si bien la categoría de joven rural existe, permanece invisibilizada en razón a un sesgo con el que se continúa pensando en lo rural como un estado pre moderno, que debe superarse a través del desarrollo, al que se asocia con lo urbano. Y de esta manera se han tratado de forma implícita dentro de la categoría de “poblador rural”, por lo cual no son identificados por sus características como jóvenes sino en relación por su calidad como habitantes rurales[1].
Para el presente artículo vamos adoptar como una caracterización de la juventud rural que incluye a la población con edades entre 14 y 26 años vinculada a las zonas rurales y cuyo sustento económico depende de algún grado de las actividades agropecuarias, sean o no sean realizadas por ellos. Según el censo poblacional de 2005, los jóvenes del sector rural representan casi el 6% de la población total, y el 24% de la población rural. Lo que significa, según proyecciones del DANE, si se mantiene esa proporción (aunque probablemente esta proporción haya disminuido), que a 2015 existen cerca de 2´800.000 jóvenes rurales[2].
Condiciones que propician la migración hacia las ciudades
En Colombia, las condiciones estructurales de la ruralidad, tales como los altos índices de pobreza, necesidades básicas insatisfechas y ausencia de servicios públicos e infraestructura, acompañados de conflicto armado, han provocado que el campo cada vez esté más envejecido, pues los y las jóvenes han tenido que migrar a los centros poblados y ciudades en busca de mejores oportunidades de vida y realización personal, en cuanto a trabajo y educación.
Sin embargo la migración de mujeres jóvenes rurales es mayor que la de los hombres, por varias condiciones, tales como la brecha de género en el mercado laboral, bajo acceso a propiedades y embarazos adolescentes. En 2010 el porcentaje de hombres en zonas rurales era mayor, mientras que era mayor el porcentaje de mujeres que habitan áreas urbanas[3].
Por otra parte, podemos ver que las oportunidades de la juventud en zonas rurales son muy precarias. En cuanto a acceso a la educación, en Colombia existe una brecha muy alta de escolaridad entre las zonas urbanas y rurales, en promedio la población rural cuenta con acceso a primaria completa[4], mientras que en promedio en zonas rurales cuentan con acceso a noveno grado, esto se traduce en menores posibilidades de ingresos y movilidad social. En 2013, la posibilidad de los jóvenes rurales de alcanzar una formación profesional completa era del 0,8%[5]. Además las tazas de deserción estudiantil en áreas rurales es mucho mayor, debido a condiciones económicas y falta de pertinencia de los programas de educación, esto en razón a que no existe un plan nacional de educación rural ajustado a las necesidades de los jóvenes rurales[6].
Así mismo las condiciones laborales para los jóvenes rurales son muy precarias, las fuentes de trabajo están relacionadas con actividades agropecuarias, que en muchos casos se caracterizan por tener con salarios muy bajos y con derechos laborales muy irregulares o en proyectos de desarrollo donde son empleados preferiblemente como mano de obra no calificada, lo que constituye factores que propician su vinculación a actividades ilegales, como el narcotráfico y actividades delictivas en estructuras criminales y/o paramilitares.
Ausencia de políticas de acceso a la tierra diferenciales para los jóvenes
A pesar de todos los análisis académicos y gubernamentales que hacen énfasis en la importancia de promover la permanencia de los jóvenes en la tierra, en la historia de la institucionalidad agraria no ha existido un programa de acceso diferenciado a la propiedad de la tierra para los jóvenes. Nunca en toda su historia ni el INCORA, INCODER o ahora Agencia Nacional de Tierras, instituciones encargadas de garantizar el acceso progresivo a la propiedad de la tierra para los trabajadores agrarios, han tenido programas que tengan en cuenta las particularidades de los jóvenes rurales.
Esto es una muestra de la invisibilidad que ha tenido la juventud rural dentro de las políticas públicas. Por esta razón es que en estas entidades siempre se habla de familias adjudicatarias, de alguna manera invisibilizando lo que pueden llegar a ser jóvenes adjudicatarios.
Si bien en la actualidad existen algunos programas del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural para jóvenes, como el programa jóvenes rurales emprendedores, que tiene como objetivo “promover el desarrollo humano, social y las competencias laborales de los jóvenes en los territorios rurales, buscando contribuir a mejorar su calidad de vida y oportunidades de empleo e ingresos, en coherencia con las dinámicas de desarrollo de su entorno”. Este programa ha creado la Red Nacional de Jóvenes Rurales, que crea un espacio virtual, donde se vinculan jóvenes de los 32 departamentos del país[7]. Así como el programa del Ministerio de Agricultura para otorgar becas en carreras agropecuarias a jóvenes campesinos, según sus cifras desde el 2010 el Gobierno ha asignado $58 mil millones, beneficiando a 2.742 jóvenes en carreras técnicas, tecnológicas y profesionales del campo[8].
Sin embargo esta oferta institucional, en realidad resulta ser insuficiente para garantizar cambios estructurales en las condiciones de vida de los jóvenes rurales, pues son programas aislados que no constituyen una política pública integral que incentive la permanencia de los jóvenes en la ruralidad y en las actividades agrícolas.
Los acuerdos de paz y la juventud
El acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera, en su punto sobre reforma rural integral, dentro de los Planes Nacionales para la Reforma Rural Integral, contempla un plan de educación rural con el objetivo de promover la permanencia productiva de los y las jóvenes en el campo.
Para ello buscará adaptar modelos flexibles de educación preescolar, básica y media, que se adapten a las necesidades de las comunidades y del medio rural, con un enfoque diferencial. Y La incorporación de la formación técnica agropecuaria en la educación media (décimo y once).
[1] Jaramillo Guerra, Patricia Stella. Compiladora. Semillero de investigación en desarrollo rural SINDER. Informe de proyecto “educación para la ruralidad, respuestas desde los territorios”. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. 2014.
[2] Con base en proyecciones demográficas del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas.
[3] Misión Para La Transformación Del Campo. Diagnóstico de las condiciones sociales del campo colombiano. Bogotá D.C. 2014
[4] Ibídem.
[5] Documento CONPES, 3809 DE 2014. Concepto favorable a la nación para contratar un empréstito externo con la banca multilateral, hasta por la suma de us$100 millones o su equivalente en otras monedas, destinado a financiar el proyecto de fortalecimiento de la educación media y tránsito a la educación terciaria en Colombia. disponible en: https://colaboracion.dnp.gov.co/CDT/Conpes/Econ%C3%B3micos/3809.pdf
[6] Jaramillo Guerra, Patricia Stella. Compiladora. Semillero de investigación en desarrollo rural SINDER. Informe de proyecto “educación para la ruralidad, respuestas desde los territorios”. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. 2014.
[7] Ver portal de jóvenes rurales del Ministerio de Agricultura: https://jovenesrurales.minagricultura.gov.co/
[8] Min agricultura asigna $13.900 millones para otorgar becas en carreras agropecuarias a jóvenes campesinos. Disponible en: https://www.minagricultura.gov.co/noticias/Paginas/MinAgricultura-asigna-$13-900-millones-para-otorgar-becas-en-carreras-agropecuarias-a-j%C3%B3venes-campesinos.aspx