PRODUCCIÓN - DIÁLOGOS
199 - Bolivia: Mujeres amazónicas castañeras y su lucha permanente y grupal pese a la sequía
Bolivia: Mujeres amazónicas castañeras y su lucha permanente y grupal pese a la sequía
Claudia Soruco
INTRODUCCIÓN
La oferta internacional de la castaña amazónica la proveen tres países: Bolivia, Brasil y Perú, sin embargo desde 1997, Bolivia ha asumido el liderazgo en el mercado, por dos factores puntuales: Brasil ha priorizado la explotación de otros productos de la Amazonía, como la madera, nueces de cajú, etc) y porque el precio de la fuerza laboral para su recolección, pelado, secado y empacado, es mucho más bajo en Bolivia.1
El 2009, Bolivia exportó a nivel mundial aproximadamente en valor USD72 millones de castañas entre castaña sin cáscara y con cáscara y en volumen 22 mil toneladas aproximadamente hacia el mundo. La participación porcentual de Bolivia en las exportaciones a nivel mundial para la castaña fue del 52% para ese año y es el mayor país exportador de castaña en el mundo.2
Pero posteriormente se registraron fuertes sequias en el país que afectaron dicha producción. La zafra de la castaña del periodo 2016-2017 y que concluyó en abril, registró una alarmante baja de 70% en su rendimiento, esto debido a la sequía en prácticamente la totalidad de la amazonia.
Ante aquello, el presidente de la Asociación de Productores de Goma y Almendras (Asprogoal), René Fong, informó que el precio de la caja de castaña que costaba entre B$ 175 y 190, se la llegó a comercializar entre B$ 220 y 250.
Esta baja de la producción de la castaña obligó a la Empresa Boliviana de Almendras (EBA) y a la Cámara de Exportadores del Norte (Cadexnor) a elaborar una estrategia conjunta contra el impacto que tuvo la sequía en la producción y para contrarrestar el déficit por efectos de la sequía.
Este déficit hizo imposible acumular este producto para la elaboración de derivados que muchas mujeres productoras llevan adelante en los sectores amazónicos de Beni, La Paz y Pando.
Ese fue el caso de un grupo de mujeres de San Antonio del Matti, una pequeña comunidad ubicada en el municipio de Puerto Rico de la provincia pandina de Manuripi, al norte de Bolivia y que está conformada por unas 30 familias que en su mayoría generan sus recursos a través de la recolección de castaña, la producción de yuca, maíz y guineo (plátano) y la elaboración de artesanías.
Lucha permanente y mujeres unidas
La región donde ellas habitan es una de las más calientes del país, donde muchos no pueden habituarse, generalmente personas del área altiplánica, quizás ese sea el factor preponderante para la inestabilidad de docentes en su pequeña escuela. Les hace falta profesores que puedan permanecer de manera continua durante toda la gestión escolar.
Estas mujeres y sus familias inician su labor enmarcada en la castaña ya desde septiembre, preparando caminos, espacios, galpones y materiales. Y para noviembre comienza la recolección. “Este año tuvimos una caída en toda la producción, nos fue muy mal, pero estamos confiados en que desde diciembre tendremos una mejor producción”, es la afirmación de Maribel Borja, una de las comunarias del lugar.
En la región amazónica de Pando la participación de la mujer en el mercado laboral se ha mantenido casi constante, alrededor del 33%. Los sectores que tienen una mayor participación de la mujer son castaña, comercio y servicios. En particular, los grupos focales y estudios sobre la castaña, señalan que este sector mediante las beneficiadoras ha mejorado a las mujeres sus posibilidades de inserción en el mercado laboral.3
Las mujeres del Matti, en un grupo de 25, recolectan la castaña, destinan un porcentaje para la venta y al menos el 50% restante para la elaboración de derivados que con ese valor agregado comercializan en sectores aledaños, ferias y eventos que las instituciones del Estado llevan adelante y que les han favorecido para darse a conocer y optar por proyectos y concursos con buenos resultados.
“Hemos participado ya en una feria gastronómica y nos fue muy bien. Nuestro producto estrella es el brigadeiro”, destaca con orgullo Hilda Morigua.
Y es que todas ellas son hoy expertas en la elaboración de harina, galletas, las golosinas denominadas brigadeiros y vestimentas típicas y artesanías con la castaña.
Esta última sequía no les ha permitido abastecerse de suficiente almendra para la elaboración de sus productos con valor agregado, sin embargo eso no les ha impedido que se organicen para consolidarse como agrupación y poder postular para proyectos y capacitaciones que consideran son fundamentales para el crecimiento suyo y de sus familias.
Así que mientras preparan las condiciones para la siguiente zafra, ellas van participando en capacitaciones y proyectos que les permitan fortalecerse.
Afirman que el internet y los contenidos para la difusión les ayudaran en este propósito, por lo que participaron recientemente en un taller en manejo de redes sociales para la información de sus actividades y desarrollo, mismo que fue un inicio para que ellas establezcan mecanismos para que Bolivia y la región conozca su pequeña comunidad, el trabajo que realizan y sus proyecciones a futuro.
Aprovechan los horarios de clases de sus hijos y afinan detalles para consolidar lo que esperan que será una cosecha mucho mejor que la de la pasada gestión. La temperatura de 33 grados centígrados no es un obstáculo para llevar adelante su panificación.
Paralelamente a este trabajo, ellas decidieron trabajar también en grupo en la construcción y puesta en marcha de un hortalicero que abastezca las necesidades de todas las familias, con cultivos de lechuga, cebolla, perejil, entre otros.
“Fue muy lindo cuando sacamos las primeras lechugas y ver a nuestros hijos disfrutar de una ensalada fresca”, sonríe una de ellas mientras recorre con orgullo este espacio que fue dispuesto cerca de la escuela para el cultivo de esos productos, y en el cual todos deben participar para su riego y cuidado.
La urgencia de un centro de salud y un espacio de fabricación
La comunidad de San Antonio del Matti no cuenta con un centro de salud, en caso de emergencias, sus pobladores deben recorrer unos 20 kilómetros, generalmente en motocicletas, hasta acceder al Centro de salud Comunitario Intercultural ubicado en la comunidad de La Conquista.4 Los niños por lo general llegan a padecer infecciones estomacales, caídas, entre otros, pero hay casos de mujeres en gestación que deben hacer ese recorrido pese a las incomodidades y riesgos.
Maribel Borja nos comenta que ya se viabilizó una solicitud ante instituciones del Estado para la instalación de al menos una pequeña posta de salud. Y aunque aún no tienen respuesta, este grupo y sus familias confían en que por la cantidad de niños y mujeres de su comunidad y ante la necesidad se determine esta instalación.
Los remedios caseros no faltan, así que para paliar algunas afecciones recurren a diferentes plantas medicinales características de la Amazonía.
Y así, en medio de carencias, consecuencias del cambio climático y acceso limitado a la educación y a la salud, este grupo de mujeres continúa con el emprendimiento de una producción colectiva a base de la castaña, una dinámica grupal que inició con Modesta Espinoza y otras de sus compañeras, que consolidaron hace ya varios años (1989) la conformación del denominado Club de Madres, para instalar huertos comunales y afianzar la defensa de sus derechos.
Ellas se han propuesto capacitarse y luchar por conseguir una infraestructura con equipamiento en su comunidad para que les permita ampliar sus índices de producción y mejorar su calidad.
“Es una labor difícil, procuramos participar siempre en las ferias de la región con nuestros productos, queremos consolidarnos y lograr incluso sean parte del desayuno escolar de los niños de la región, porque es una alimentación sana la que ofrecemos”, aspira Modesta Espinoza con una voz suave, pero firme y esperanzadora.