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En su programa audiovisual "Aló, presidente", instó a los funcionarios a ejecutar las tareas con "eficiencia y responsabilidad", además de cuidar la lucha contra la corrupción, para llevar adelante la revolución agraria en el país.

El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, llamó hoy (10) a los funcionarios que trabajan en instituciones vinculadas al desarrollo agrario a reforzar los esfuerzos para avanzar en la revolución del sector.

En su programa audiovisual "Aló, presidente", Chávez instó a los funcionarios a ejecutar las tareas con "eficiencia y responsabilidad", además de cuidar la lucha contra la corrupción, para llevar adelante la revolución agraria en el país.

Sostuvo que la creación de nuevas instituciones, como el Fondo Nacional de Desarrollo Agrario Socialista (Fondas), la Corporación Venezolana Agraria y la Corporación Venezolana del Azúcar, ayudarán a transformar el sector agroindustrial.

"Debemos tener cuidado de desempeñar nuestras responsabilidades con eficiencia, cuidándonos de la corrupción, luchando contra taras como el latifundio, la inseguridad, el narcotráfico, la especulación", advirtió el líder de la Revolución Bolivariana.

El jefe de Estado llamó además a las comunidades rurales a profundizar la organización popular, lo cual calificó como "el secreto del éxito de este proceso".

Chávez transmitió este domingo su programa "Aló, presidente" desde el fundo La Platera, en el municipio Tinaco del estado Cojedes, donde se hallan sembradas cinco mil hectáreas de girasol, uno de los rubros cuya producción se estimula para sustituir su importación.

Asoman retrocesos en los procedimientos de negociación internacional. El reciente fracaso de la cumbre sobre cambio climático en Copenhague tiene implicancias que van mucho más allá de impedir nuevas medidas para atacar el efecto invernadero. Se rompe con los procedimientos de negociación tradicionales en las Naciones Unidas, los agrupamientos clásicos de países están bajo nuevas tensiones, e incluso Brasil juega un nuevo papel. En tanto, se encoge el espacio para la sociedad civil.

En la cumbre climática de Copenhague se rompió la metodología clásica de Naciones Unidas basada en el consenso, una vieja guía en las negociaciones de los compromisos internacionales. Más allá de casos de influencias, presiones o duros debates, las convenciones y los tratados eran un resultado consensuado entre los estados.

Otro modo de negociar

En la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático se siguió ese camino por años, pero en Copenhague a última hora un grupo de país impuso sus propuestas. Estados Unidos y China llegaron aun acuerdo, sumaron a Brasil, India y Sudáfrica, y luego a la Unión Europea, para presentarlo como un pacto consumado que debería ser aprobado por todos los demás países. Aquellos que no lo hicieran podrían ser acusados de hacer naufragar las negociaciones, impedir la lucha contra el cambio climático, o ser simples radicales.

Ese método, donde unos pocos poderosos acuerdan e imponen una propuesta a las demás naciones, es típico de la Organización Mundial de Comercio (OMC), que está fuera del sistema de Naciones Unidas. En el pasado, Washington y Bruselas tejían sus acuerdos, luego sumaban a otros países como Japón o Canadá, y desde allí lo imponían a todos los demás.

Las negociaciones entre esos pocos miembros -denominadas reuniones de "sala verde" por el color de la habitación donde se realiza durante la Ronda Uruguay del GATT, cuando fueron establecidas- se realizaron bajo la repetida crítica de los países en desarrollo y de las organizaciones de la sociedad civil.

Pero a pesar de todo, las negociaciones a puertas cerradas no se modificaron en su esencia, sino que la OMC amplió la asistencia a la "sala verde". Se sumaron países como China, Brasil, India y Sud Africa, y de esa manera sus críticas se acallaron.

Es impactante que ahora se intente usar ese mismo procedimiento en las negociaciones sobre cambio climático. Ahora sabemos que la "sala verde" estuvo en manos, por ejemplo, de China, India, Sudáfrica y Brasil, y que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, debió tomarlos desprevenidos para poder sumarse.

Esto explica la protesta de varios países, e incluso el desagrado de la Unión Europea. También explica que otros, como Bolivia y Venezuela, se negaran a endosar el documento final, denominado Acuerdo de Copenhague.

El resultado es que al día de hoy ese acuerdo no ha sido oficialmente incorporado en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, a pesar de tener las firmas de China (el primer emisor global de gases invernaderos) y Estados Unidos (el segundo).

Esto consolidó un duro golpe a los procedimientos usuales de negociación multilateral, expresando un nuevo intento de transplantar el modo de negociación comercial a otras áreas de las Naciones Unidas.

Nuevos agrupamientos

En las Naciones Unidas, los países en desarrollo se reunían desde 1964 en el llamado "Grupo de los 77" (G 77), reconvertido luego en el "G 77 + China", como medio de sumar poder negociador frente a los países ricos. En la actualidad, ese agrupamiento está sujeto a enormes tensiones, tanto en las negociaciones sobre el cambio climático, como en otros temas (comercial, agroalimentos, etc.).

China ya no es un típico país del "sur global", y para muchas naciones en América Latina o en Africa, se comporta como otra nación  industrializada que llega para comprar materias primas e instalar sus inversiones. Beijing maneja su propia agenda, y no necesariamente consulta, o representa, a los demás países en desarrollo. A su vez, en tanto es un régimen autoritario, con limitaciones en el acceso a las informaciones y serias restricciones para las organizaciones ciudadanas independientes, se hace más que difícil promover una discusión sobre un desarrollo alternativo que alimente otras posturas diplomáticas.

Otro tanto sucede en América Latina, donde las coordinaciones se daban en el marco del GRULAC (Grupo Latinoamericano). En el caso del cambio climático no hay una propuesta común. Los discursos de Alvaro Uribe (Colombia), Felipe Calderón (México) y Lula da Silva (Brasil) en Copenhaguen apuntaban a tres estrategias distintas. Pör otra parte, ni la Comunidad Andina ni el MERCOSUR están negociando estas cuestiones como bloques.

Finalmente, si bien Brasil insiste en su estrategia de presentarse como líder regional, en realidad termina negociando sus propios asuntos sin consultar a los países vecinos. Además, las posiciones brasileñas en los temas globales están cada vez más condicionadas por su agenda nacional. Un ejemplo fue la sorpresiva propuesta de Lula da Silva en Conpenhague de contribuir con dinero a un fondo ambiental global, lo que parece haber tenido más que ver con la disputa electoral frente a la candidatura presidencial ecologista de Marina Silva, su ex ministra de Medio Ambiente, quien renunció en mayo de 2008 debido a las resistencias dentro del Poder Ejecutivo a cumplir las políticas de protección ambiental, en particular de la selva amazónica.

Esta mayor presencia brasileña, también es posible por una mezcla de repliegue y entumecimiento en los demás países. Sólo cinco presidentes latinoamericanos viajaron a Copenhague, y en general las diplomacias están más interesadas en compensaciones económicas y transferencias tecnológicas que en una verdadera lucha contra el cambio climático. Esta no se limita a los temas ambientales. Más o menos lo mismo ocurrió unos meses antes en la cumbre sobre la alimentación de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), donde la presencia latinoamericana fue muy escasa.

Signos preocupantes

Estos y otros hechos alertan sobre varios cambios. Se están deteriorando los mecanismos de negociación multilateral basados en el consenso, suplantados por los procedimientos de los acuerdos comerciales, basados en la asimetría. Y los agrupamientos de países que podrían compensar esas diferencias, ya no pueden hacerlo debido a que su composición no refleja las nuevas condiciones globales. Todo esto condimentado por sucesivas críticas a las Naciones Unidas, que si bien parten de distintas posturas ideológicas y políticas, convergen en desacreditarla.

El mejor antídoto frente a estas limitaciones consiste en hacer que todas las negociaciones sean más accesibles y transparentes a los pueblos, pero también en ese terreno se camina en sentido inverso.

Información y participación: más restricciones

Los mecanismos de amplia participación instalados por Naciones Unidas en la cumbre sobre ambiente y desarrollo de Rio de Janeiro de 1992, nunca fueron bien vistos en ámbitos como la OMC o los foros de los países industrializados. En la cumbre de Copenhague se instalaron severas limitaciones y restricciones para la sociedad civil, que pueden ser resultado de una pésima organización, como el preludio de un cambio de actitud sustancial, limitando y condicionando la participación ciudadana.

Eduardo Gudynas es analista en CLAES (Centro Latino Americano de Ecología Social). Publicado en Agenda Global (Red del Tercer Mundo), No 133, 7 enero 2010 (Montevideo).

La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba) consideró el sábado (19) que la 15ª Conferencia de las Partes (COP 15) de la Convención-Cuadro de ONU sobre el Cambio Climático excluyó a la mayoría de los países de las discusiones. El evento se cerró en el último viernes, en Copenhague, Dinamarca, sin resolución sobre la emisión de gases de efecto invernadero y sin definición de un acuerdo que sustituya el Protocolo de Kyoto.

Según Alba, la COP 15 ha tenido un proceso de negociaciones viciado por la violación de principios esenciales del sistema multilateral. "Este proceso antidemocrático, no ha reconocido la igualdad de todos; turbio y poco transparente, exclusivo", ya que tendría sido diseñado para asegurar las posiciones de un pequeño grupo de países, garantió la Alianza.

El "desencuentro" se caracterizó, en la evaluación de Alba, por la exclusión de la mayoría de los países de las discusiones. "Un pequeñísimo grupo de países", convocado por Dinamarca, "ha estado desde hace varias semanas produciendo líneas para un acuerdo" con las "partes interesadas", "estableciendo como criterio la existencia de países de primera y países de segunda", afirmó.

Como ejemplo de la exclusión promovida en Copenhague, Alba citó el encuentro a puertas cerradas entre las grandes potencias mundiales, en la madrugada de jueves para viernes. No hubo "participación de la mayoría" y no explicaron "los criterios de esta elección", denunció.

Para la Alianza, los países desarrollados fueron a Copenhague "con una agenda previa", medida que tendría violentado el procedimiento democrático. Entre las naciones responsables por el fracaso del diálogo, Alba citó Estado Unidos, que "no quiere comprometerse sobre una base de esfuerzos comparable con los otros países desarrollados".

"Los países en vías de desarrollo somos naciones dignas, soberanas, víctimas de un problema que no causamos", dijo la Alianza. Para ella, los países desarrollados deben proveer recursos suficientes para aplicar en la deuda climática. "Los países desarrollados han sobreexplotado el espacio atmosférico", justificó.

El Cambio Climático depende del cambio del sistema, añadió Alba. "El modelo de producción y consumo capitalista está llevando a un punto de no retorno de la vida en el planeta, resulta un momento crucial de la historia humana y el debate en estos escenarios no puede estar reducido a los intereses económicos de un pequeño grupo", criticó.

El grupo también criticó la manutención del mercado de carbono, a través del cual los países desarrollados compran la capacidad excedente de emisión de gases de los países poco desarrollados. "A través de los mercados de carbono quieren [...] seguir contaminando, mientras que la carga de la reducción de las emisiones se traspasa a los países en desarrollo", denunció.

Fracaso de Copenhague

El plenario de la 15ª COP decidió dejar para 2010, en México, las discusiones sobre el clima y la posibilitad de consenso sobre un acuerdo que sustituya el Protocolo de Kyoto. El pasado viernes, los gobiernos reunidos en Dinamarca recusaron el "Acuerdo de Copenhague", presentado por Estados Unidos, China, Brasil, India y África del Sur.

Países como Sudán, Tuvalu, Cuba, Nicaragua, Bolivia y Venezuela no aceptaron el documento, que precisaba del consenso para adopción de COP 15.

A pesar de establecer la destinación de US$ 30 mil millones para el pago de la deuda climática en los próximos tres años y US$ 100 mil millones para los años de 2013 a 2020, el documento no establece metas de reducción de emisiones de gases de efecto invernaderos.

El gobierno de Ecuador anunció que el próximo domingo entregará garantías de posesión de unas 12 mil hectáreas de tierras ociosas a mil 850 familias campesinas, para que las trabajen, en un proceso que forma parte del denominado Plan Tierra.

  "Esto significa el inicio real de un plan de redistribución de tierras, que tanta necesidad tiene de realizarse en el país", aseguró a la prensa el ministro de Agricultura, Ganadería, Acuicultura y Pesca (MAGAP), Ramón Espinel.

El proceso, explicó Espinel, empezará con la entrega de una gran hacienda ubicada en la provincia costera de Esmeraldas (al noroeste del país) que pertenecía al quebrado banco Filanbanco, ahora en manos de la estatal Agencia de Garantía de Depósitos (AGD).

Se trata de la hacienda El Timbre, de unas mil hectáreas, que será ofrecida a campesinos para que produzcan, con asesoría, créditos blandos y un acompañamiento del gobierno.

En Ecuador, según datos de un último censo, existe una altísima concentración de tierras cultivables en pocas manos, por lo que el Plan Tierra "permite saldar una deuda histórica" con campesinos pobres y tradicionalmente olvidados por el Estado.

"En tres meses se han entregado cerca de siete mil títulos de propiedad y están por entregarse 12 mil más", añadió el ministro, y agregó que más de 50 mil hectáreas pueden entrar en el proceso de regularización de títulos en favor de los campesinos que las trabajan.

El venidero día 22 está prevista la visita y recorrido de los técnicos de las entidades involucraras al predio San Esteban, ubicado en el cantón Cayambe, a fin de preparar la posterior entrega de 300 hectáreas a 110 familias campesinas de la zona.

Al Plan Tierras se sumará el predio San Antonio de Valencia, ubicado en el cantón Mejía, provincia de Pichincha, que estuvo en litigio por 22 años y ahora, por decisión política del actual gobierno, se revierte para beneficiar a cientos de familias

El Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (INIAF), de Bolivia, implementará huertos familiares, viveros agroforestales y otros tipos de innovación técnica en beneficio de colonos asentados en el departamento amazónico de Pando. De acuerdo con la directora ejecutiva de esa entidad, Elva Terceros, se pretende la reactivación de innovación y asistencia en la Amazonía, mediante la instalación de granjas familiares, manejo de árboles nativos y el establecimiento de viveros agroforestales comunales.

  El proyecto se realizará en coordinación con el ministerio de Desarrollo Rural y Tierras.

Terceros explicó que en la iniciativa invertirán inicialmente 2,5 millones de bolivianos (unos 360 mil dólares) a través del Fondo para la Reconstrucción, Seguridad Alimentaria y Apoyo Productivo del Gobierno nacional.

El proyecto beneficiará a 700 familias de siete comunidades que actualmente se encuentran asentadas en 75 mil hectáreas, donde el potencial productivo es agroforestal y apto para la obtención de productos ecológicos, manifestó la dirigente