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El COVID-19 agrava la situación de emergencia humanitaria en Venezuela

 

 

 

 

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Manuel Gómez, director general de Acción Campesina - Venezuela, impartió una charla sobre la situación de su país, a través de una transmisión en vivo por la Página Facebook del Movimiento Regional por la Tierra y Territorio, iniciativa de articulación regional del Instituto para el Desarrollo Rural de Sudamérica.

Inició explicando que al momento (7 de abril), se habían contado 165 casos confirmados de COVID-19 y 7 fallecidos, de éstos, al menos uno en zona rural. Aunque, explicó que la información es muy discrecional, no se tiene seguridad y certidumbre de la veracidad de estos datos, pues el seguimiento es muy atípico en Venezuela.

Al vivir hace varios años en una emergencia humanitaria compleja a la que se agrega el COVID-19, se arma un cuadro alarmante, pues se tiene una persistente carencia de combustible y la falla masiva de los servicios públicos, como la electricidad, el servicio de agua, la disponibilidad del gas, el internet, etc.

Entonces, al desabastecimiento de productos frescos en los grandes mercados por el derrumbamiento de precios, se suma que los compradores no pueden ir a las zonas productoras por falta de combustible. En las semanas próximas se prevé un aumento de precios en varios rubros alimentarios y las unidades de producción que quedan, no podrán distribuir sus productos.

Gómez prevé que el virus se extenderá más rápidamente en zonas de frontera. Debido a que en los últimos años, ha habido una gran migración, casi todos los países de la región son receptores de casi 5 millones de venezolanos que salieron del país. Y al lograr trabajos precarios en los países de destino, y no poder cubrir alquileres y la subsistencia familiar, están de retorno.

Respecto a las autoridades y organizaciones del campo, Gómez explicó que el gobierno intenta controlar toda la vida política y social del país. Lo que fueron las antiguas organizaciones campesinas e indígenas, han sido cooptadas o aniquiladas, entonces, el Estado ha creado una sociedad civil paralela, que no tiene sus intereses puestos en la ciudadanía, sino en su cercanía al poder. El soporte social se reduce a los consejos comunales, que son estructuras cuasi oficiales, que ofrecen ayuda alimentaria, cajas de alimentos, a al menos 65 % de la población venezolana. Alimentos de dudosa calidad, pero que indican cubrir hasta 70 % de las necesidades calóricas de una familia de 4 miembros al mes. Al ser estos consejos comunales, instancias de control social, sí podrían ser espacios para alertar casos sospechosos o síntomas del virus.

Las organizaciones campesinas e indígenas están dispersas, o bien, aquellas que podrían llamarse organizaciones autónomas son bastante débiles. Por otra parte, las instituciones de desarrollo, suelen ser vistas como enemigas, y ser perseguidas por denunciar el hostigamiento a los derechos humanos. Sin embargo, las pocas que existen, reinventan las condiciones para dar asesoramiento. Por otra parte, Gómez explica que las asociaciones comunitarias se reinventan para proteger y dar algún tipo de previsión a lo que pasa con el COVID-19, existen organizaciones que se dedican a hacer tapabocas y los distribuyen de forma voluntaria, ese proceso lo hacen acompañando con algo de jabón, mensajes educativos, iniciativas de distribución de alimentos, bolsas de comida, insumos de limpieza; se ha gestionado el apoyo para realizar suministros de agua potable, para comunidades que no reciben agua durante semanas, estas iniciativas se han desarrollado con asociaciones, empresas y con apoyo de algunas organizaciones.

Toda la experiencia de los últimos años es una gran escuela, reflexiona Gómez y afirma, es fundamental contar con organizaciones sólidas y autónomas con capacidad de actuar ante contingencias, ahora son muy frágiles y muy dependientes a su relación con el Estado, se debe avanzar hacia organizaciones autónomas. Se deben desarrollar sistemas productivos, producción de semillas, los productores perdieron la costumbre de generar su propia semilla, generar iniciativas para la generación de abonos, violes, etc.; es decir, que las unidades de producción tengan capacidad propia de resiliencia frente a un contexto adverso. Además, desarrollar sistemas locales de mercado, para facilitar la distribución de productos. Y en definitiva, avanzar hacia procesos de agregación de valor, el desarrollo de agroindustrias artesanales, que permitan mejorar los productos frescos y salvar situaciones como esta.

Reviva la Conversación con Manuel Gómez aquí:

Parte 1: https://www.facebook.com/MovTierraTerritorio/videos/231488817907635/?t=0

Parte 2: https://www.facebook.com/MovTierraTerritorio/videos/1516809841811187/?t=0