Se llevó a cabo el debate nacional sobre la concentración de la tierra y sus consecuencias en Paraguay, con amplia participación del campesinado sin tierra y sectores de la iglesia, partidos políticos, organizaciones sociales y la academia. En la apertura del debate la Secretaria General de la Federación Nacional Campesina (FNC) Teodolina Villalba colocó el hilo conductor de la plenaria, que el problema de la tierra es un problema político de alcance nacional.
Entre las principales causas de la concentración de tierras, fueron identificados elementos históricos que se inician con el desmantelamiento del Estado-nación paraguayo en 1870 y la creación de los partidos políticos funcionales a los intereses de las potencias regionales e imperiales y al sector terrateniente. En ese sentido, el proyecto del Estado liberal oligárquico consistió en dar continuidad por la vía política a lo que la guerra de la triple alianza no pudo concluir, la entrega total del territorio paraguayo a los capitales transnacionales.
Entre 1883 y 1886 se sentaron las bases para legalizar el proyecto de entrega territorial con leyes de venta de tierras públicas, configurándose a partir de ese proceso un bloque en el poder liderado por el fundador de la Asociación Nacional Republicana (ANR), Bernardino Caballero que entregó las tierras a sus leales y a empresas transnacionales a cambio de monedas.
Este proceso que en su origen y desarrollo fue, es y será “significativamente corrupto”, instauró el modelo agroexportador extractivista, que condujo a la agonía a la población paraguaya hasta nuestros días y que como tragedia intenta repetir la historia en la coyuntura actual. Esto se da a partir del despliegue de una política de Estado de contrarreforma agraria, que defiende los intereses de los grupos de poder y niega sus derechos al campesinado y a los pueblos indígenas.
En ese sentido fueron señaladas las principales consecuencias del modelo, como desigualdad, pobreza, migración, dependencia económica, política y alimentaria, represión y criminalización a quienes defienden sus derechos y luchan por acceder a un pedazo de tierra. Así también, la crisis alimentaria, por el abandono y persecución a la agricultura campesina, se expresa en un pronunciado encarecimiento de los alimentos y una creciente dependencia hacia la importación de productos extranjeros. La destrucción ambiental y la crisis climática a la que ha llevado la expansión de los agronegocios, por medio de la deforestación, la contaminación y la explotación irracional de la naturaleza, amenaza la vida en todas sus formas en el planeta, sea vegetal, animal o humana, y exige un cambio urgente en el modelo de producción
Frente a este estado de cosas, miembros de las organizaciones participantes contrapusieron los fundamentos y significados que tiene la tierra, y a partir de entenderla como vida, producción-alimentación, seguridad, familia, arraigo, identidad, lucha-conquista, independencia y soberanía, se alcanzó una primera conclusión significativa en el debate; la tierra es más que propiedad y es la base material que garantizará la felicidad de nuestro pueblo.
A esto se sumó la contundente expresión y necesidad de unidad de todos los sectores honestos y democráticos presentes para superar la situación de barbarie actual, destacándose la centralidad que tiene la lucha por la tierra no sólo en nuestro país, sino a escala global. Los desequilibrios y disputas geopolíticas fueron señalados como indicadores de la lucha por los territorios y los recursos, y la necesidad de incrementar la defensa, resistencia y lucha de los pueblos en el plano local e internacional.
Durante el desarrollo del debate, compañeros y compañeras que se encuentran en los frentes de lucha por la tierra y por la vida en cada punto de la república describieron y sus experiencias que constituyen el camino hacia una patria nueva, hacia la segunda y definitiva independencia.
Con esta claridad sobre la relevancia fundamental de la lucha por la tierra, con un elevado nivel de consenso y confianza se definió construir un espacio de articulación, participación y representación genuina que articule a todos los sectores que honestamente luchan para lograr la desconcentración y democratización de las tierras, tarea en la cual se destaca la recuperación de las tierras malhabidas ocupadas ilegalmente por terratenientes, no sujetos de la reforma agraria.
Fotos: Susana Balbuena – Heñói
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