La Ley de Promoción de la Alimentación Saludable para Niños, Niñas y Adolescentes, aprobada recientemente en el Congreso de la República, ha colocado en la escena nacional un debate de carácter global.
El impacto de algunas actividades empresariales en la infancia motivó que el Comité de los Derechos del Niño de la ONU aprobara recientemente la Observación General Nº 16.
Ella recomienda a los Estados adoptar medidas preventivas para evitar los efectos de la mala alimentación. Invoca que las empresas asuman códigos de conducta que favorezcan los derechos de la niñez.
La iniciativa legislativa peruana ha generado polémica porque entre sus objetivos figura la supervisión de la publicidad y de la información relacionada con los alimentos y bebidas no alcohólicas dirigidas a los niños, niñas y adolescentes.
De un lado, la reacción de los medios de comunicación y las empresas productoras de alimentos. De otro, quienes responsabilizan a los medios, la publicidad y el marketing del incremento de males como la obesidad y la diabetes infantil.
No es la primera vez que se legisla pensando en cuidar la salud y nutrición de las niñas y niños peruanos. Existe un Reglamento de Alimentación Infantil que protege y promociona la lactancia materna exclusiva.
Lamentablemente, el enfoque promocional y publicitario de los sucedáneos de la leche materna incumple continuamente los preceptos de dicho reglamento, al punto que en los últimos años se evidencia una disminución de esta práctica en medios urbanos.
Preocupante, pues la lactancia materna garantiza el buen estado nutricional y el desarrollo integral de la infancia, especialmente en los primeros años de la vida.
Se trata entonces de considerar el interés superior del niño a la lactancia materna exclusiva, como un derecho universal. Esta experiencia nos enseña que promover una cultura de alimentación saludable es una tarea que requiere, además del rol protector del Estado, de la responsabilidad social de las empresas y de la vigilancia permanente de la sociedad civil.
Para el caso de la ley en debate, no es suficiente implementar la vigilancia de las estrategias publicitarias y de marketing. Es clave también contemplar medidas que favorezcan la adopción de hábitos saludables que involucren a los padres, a las madres, a los niños y niñas.
Sería muy acertado que las empresas adopten medidas de autorregulación y desarrollen estrategias de marketing que respeten y promuevan los derechos de la infancia y la adolescencia. También, que la sociedad civil se mantenga en permanente vigilancia y que los padres y madres inculquen a sus niños hábitos alimenticios saludables.
El derecho de la niñez a la salud requiere del compromiso de todos y todas. La infancia tiene rostro. No caigamos en el frío análisis de considerarla solo una estadística.