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Raul Zibechi: “En Ecuador hay un régimen muy autoritario, que quiere un ‘Estado Total’ para controlar fuertemente a la población”

 

 

 

 

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Raúl Zibechi nos compartió su análisis de lo que esta aconteciendo en Ecuador, Brasil y Grecia. El papel de los movimientos populares, las izquierdas, la derecha y los límites de la construcción en la institucionalidad

Bienvenido Raúl, querríamos tener tu perspectiva, siempre crítica, sobre lo que está sucediendo en Ecuador primeramente.

En Ecuador hay un levantamiento indígena apoyado por los sindicatos. El levantamiento indígena comenzó el 2 de agosto con marchas desde el Sur, y luego desde el norte, que confluyeron en Quito el día 13. Ese día los sindicatos realizaron un paro de actividades. Se realizó una gran marcha que reunión entre 80 y 100 mil personas, la más grande que se hizo bajo el régimen de Correa, con algunas demandas que son importantes destacar para que se vea el tipo de conflicto que hay.

Una demanda fundamental gira en torno al extractivismo y a la ley de aguas que no fue consensuada con el movimiento indígena; la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) proponía un consejo plurinacional, para que conjuntamente con el Estado, los pueblos indígenas gestionaran el agua en base a sus conocimientos tradicionales, de usos y costumbres que es como se regula el agua. Una segunda demanda, no voy a mencionarlas todas, sino las principales, es la recuperación de la educación intercultural bilingüe, desde hace más de 30 años los indígenas tienen una fuerte presencia allí y más o menos han ido consiguiendo una injerencia fuerte y una cierta autonomía de la educación intercultural, hace un año el gobierno de Rafael Correa se los quitó completamente. Una tercera demanda gira en torno al poner fin al decreto 16, que es un decreto que obliga a todas las organizaciones, aún a una pequeña organización barrial, a inscribirse en un registro (Registro Único de Organizaciones Sociales y Ciudadanas): un sistema de información que tiene en su poder el ejecutivo, que regula el funcionamiento de todas las organizaciones sociales. Una cuarta demanda es quitar las 17 enmiendas a la constitución, una constitución recientemente aprobada, en 2008, que entre muchas otras cosas plantea: la utilización de las Fuerzas Armadas para el orden interno, modificar la legislación (actualmente los obreros estatales están bajo una jurisdicción que les permite sindicalizarse) para cambiar de jurisdicción a los obreros e impedir la sindicalización, y otra serie de cuestiones, por ejemplo permite la reelección indefinida del presidente. Estas enmiendas a la constitución se pretenden aprobar, no con plebiscitos que sería lo razonable, sino con una simple mayoría parlamentaria, el gobierno tiene mayoría absoluta en el parlamento.

Estas son algunas de las demandas principales a un régimen autoritario, muy enfrentado a los movimientos sociales, que reprimió muy duramente la movilización del día 13 de este mes y revela un régimen que quiere un Estado Total, un estado que controle todos los poros de la sociabilidad y por supuesto que controle fuertemente a la población.

¿Cuál te parece que es el lugar de las izquierdas en este contexto? ¿Qué accionar están teniendo? No los movimientos populares que están en la calle, sino la izquierda más tradicional.

En cada país hay que distinguir la situación. En el caso de Ecuador, la izquierda es muy débil política y electoralmente, en las últimas elecciones Alberto Acosta sacó un 2 o 3 % de votos, Pachakutik tiene muy pocos votos y pocos representantes (Pachakutik es la organización político-electoral del movimiento indígena) También los movimientos populares tienen algunas dificultades de análisis de la realidad. Es una realidad muy compleja, el mismo día que se movilizó la CONAIE, la derecha también se movilizó apoyando a la CONAIE. O sea, ahí hay tres actores: un gobierno autoritario, una oposición de derecha que está creciendo y los movimientos sociales que buscan su propio lugar. En este escenario complejo, no es fácil situarse. Las derechas han salido muy vapuleadas de los 8 años de gobierno correista; como en toda la región hay un desnorteo muy fuerte; las políticas sociales de los gobiernos han debilitado enormemente a los movimientos y han perdido pie en muchos territorios que antes controlaban. Entonces, esta es una situación bien compleja, nada fácil, no se puede leer en blanco y negro y realmente las izquierdas no son las únicas que tienen dificultades. Los movimientos tienen enormes dificultades para ubicarse en este escenario, tan cambiante, tan complejo y donde, además, estamos viviendo una fuerte ofensiva de la derecha internacional, los Estados Unidos, el capital financiero y otros.

Raúl, recién mencionabas la injerencia de la derecha, la injerencia del imperialismo y te pido que nos vayamos, por un ratito aunque sea, a Brasil donde están habiendo también masivas movilizaciones a favor y en contra del gobierno de Dilma Rousseff.  También con el peso que sabemos que tiene Brasil en la región, una suerte de sub-imperialismo, lo que acontece ahí tiene consecuencias inmediatas en el resto de la región. ¿Cuál es tu perspectiva sobre lo que está pasando en el hermano país de Brasil?

En Brasil, a diferencia de Ecuador, donde el movimiento popular tiene un gran protagonismo y está marcando parte de la agenda, en Brasil la derecha está a la ofensiva, el gobierno de Dilma Rousseff tiene un 7 % de apoyo, el de Correa tiene un 40 % (es una situación bien distinta) y la mayoría absoluta de la población quiere la destitución ya de Dilma. La destitución de Dilma no va a suceder, me parece a mí, porque el gobierno y la oposición llegaron a un acuerdo para que el gobierno asuma algo que se llama “Agenda Brasil”, que es la agenda de la derecha. Han logrado convencer a esa derecha, y centro porque está también la base de apoyo parlamentaria del gobierno del Partido de los Trabajadores (PT).  El PT está pulverizado, vota dividido en el parlamento, una buena parte de las veces vota con la oposición, hay 70 diputados y 40 que apoyan a Dilma, de 500; es una situación tremendamente compleja, el PT y el gobierno están desmoralizados, deslegitimados y no aciertan a encontrar su lugar; están asumiendo la agenda de la derecha que preveía incluso la privatización de todo el sistema público de salud, el SUS (Sistema Unificado de Salud). Acá lo que hay es una suma de crisis política y económica, la crisis económica la gestó el propio PT, que llevó a integrar a los pobres y a los sectores (decenas de millones de personas) a través del consumo, las familias se endeudaron, ahora no pueden pagar las deudas porque subieron los intereses, hay falta de empleo, hay mayor desocupación. Hay un círculo vicioso de restricción del mercado interno y en ese escenario están asumiendo, el gobierno, la agenda de la derecha.

Capaz que ustedes como militantes, han leído a este estratega histórico de la China antigua, Sun Tzu, que decía que la mayor victoria que uno puede tener es derrotar al enemigo sin combate, porque de esa manera se hace con todos sus bienes. Aquí está pasando algo parecido, el PT se está rindiendo sin combatir; y se está rindiendo porque esta política que era la famosa política por la que disminuyeron la pobreza, sacaron 40 millones de personas de la pobreza, no fue una sacada de la pobreza con cambios estructurales, ni con una disminución de la desigualdad. Sino un cambio de la pobreza a través del consumo. Eso tiene patas cortas porque el consumo en una sociedad capitalista tiene ciclos, hoy crece, mañana baja; me parece que ahí el PT hizo una apuesta económico-política tremenda, aliándose con el empresariado y la banca, porque la banca es una de las grandes beneficiarias de esta coyuntura. El lucro y los patrimonios de los bancos, bajo el período de Fernando Enrique Cardoso creció un 10 % y bajo el período del PT creció un 14 %. Esto quiere decir que los bancos fueron grandes beneficiarios de esta política. En el último trimestre cuando cayó el empleo, cayó la industria, las ganancias de los bancos crecieron un 15 %, en tres meses. Y la mayoría son bancos privados. Quiere decir que el PT hizo una política que en última instancia favoreció al sistema financiero. Pasa que cuando uno se plantea no pelear contra la oligarquía y la derecha, estoy pensado en Evita, en aquel período incluso había un enfrentamiento con la oligarquía, en este momento hay un rendirse a la oligarquía para evitar tener un conflicto social y resolver el tema de la pobreza con ingresos suplementarios producto de las exportaciones, con precios muy altos de las commodities. Pero todo eso se terminó, ahora hay déficit comercial, porque los precios de las commodities cayeron a la mitad, petróleo, soja, mineral de hierro, etc. Y el ciclo se terminó y las familias están endeudadas. Una situación dramática.

Raúl, y en esta situación, en este escenario que estás describiendo que trascurre en Brasil se tiende a la polarización y a decir la derecha está desestabilizando (cosa que de hecho la derecha está intentando), pero cuál es el lugar de los sectores populares de izquierda, el Movimiento Pase Libre, y las otras organizaciones populares.

El Movimiento Pase Libre está muy debilitado, con crisis internas muy grandes; quien está en este momento más activo es el Movimiento Sin Tierra; estos días hubo movilizaciones en Brasil de movimientos populares, no en apoyo al gobierno, sino en contra de la destitución de Dilma, pero también con críticas al gobierno, porque  un gobierno que tiene el 7 % de apoyo, incluso la base social de los Sin Tierra y del PT están en una posición crítica. Los movimientos empezaron a movilizarse, por lo menos hicieron una movilización importante y bueno veremos qué pasa los próximos meses. Yo creo que aquella posibilidad de que cayera Dilma, hoy no existe. Y eso es positivo, por un lado. Pero, por otro lado, coloca a los movimientos como aquellos actores que necesariamente son los que van a tener que dar respuesta a la crisis. Inhabilitados partidos como el PT, el movimiento sindical, por otro lado tiene sus más y sus menos…

La situación sigue siendo muy complicada, hemos hablado y ustedes también lo ha dicho, hay un cambio de ciclo en América latina muy evidente. Y ese cambio se está reflejando en estas crisis que estamos viviendo.

Una crisis que lamentablemente no es solo Latinoamericana, sino que también es global. Y a propósito de esta crisis global nos gustaría preguntarte también por la situación en Grecia. La reciente renuncia de Tsipras, luego de haber traicionado de algún modo, o de todos los modos posibles, al pueblo que había dado su veredicto con el referendum en la aplicación de un ajuste incluso peor en algunos aspectos que reclamaba la Troika y la posterior renuncia. ¿cómo lo ves?

El escenario es como el de Brasil o peor porque Tsipras llegó al gobierno con una expectativa, el partido se dividió, Syriza se dividió, se partió al medio, y estamos en una situación bien compleja. Probablemente el sector de izquierda de Syriza saque pocos votos, yo tiendo a pensar que va a volver a ganar Tsipras porque, eso de traición no es como lo siente la mayoría de los griegos. Una minoría, no se bien de cuanto, 5 %, 8 %, que sería lo que yo creo que puede sacar este partido que se rompe de Syriza; la mayoría de los griegos lo ven como un tipo que hizo todo lo que pudo. Yo creo que esta palabra, “traición” no ayuda mucho a comprender las cosas y disculpen, porque si el tipo se iba del Euro, rompía con la Unión Europea (UE), tenía dos problemas graves: uno, un cauce económico terrible y el segundo, un probable golpe de estado porque los yankees no van a tolerar que un país como Grecia se vaya del Euro, de la UE, porque es el flanco sur de la OTAN. Entonces, siendo esto muy complejo, yo creo que la situación es muy buena para la banca internacional porque tenes un gobierno de izquierda que asume el programa de la derecha. En ese sentido, sí es una traición completa. Y en una situación en que el movimiento social, acá hay una lección para nosotros también, tanto en Grecia como en España apostó todo a lo electoral, a Podemos o a Syriza, generó una situación en la cual la movilización social, que fue la que dio origen a estos cambios, se vino abajo y en su lugar quedó un partido que no tiene fuerza en la sociedad, tiene fuerza electoral pero no fuerza política organizada y termina siendo rehén de las peores políticas. Yo creo que la situación, tanto en Grecia como en Brasil, tiene eso en común un partido supuestamente de izquierda que termina haciendo el programa de la derecha. Eso implica, para los sectores populares organizados, a mi modo de ver, una enorme desmoralización.

Una desmoralización de la cual ojala podamos sacar alguna enseñanza, porque lo cierto es que también había mucha expectativa alrededor de lo que estaba sucediendo con Syriza. Se lo ponía como una suerte de ejemplo nivel mundial de una coalición en la cual una serie de organizaciones y partidos dejan de lado sus diferencias y se meten en la disputa electoral y lamentablemente el final que ha tenido todo esto nos deja no solamente desmoralizados, sino también con la posibilidad de extraer enseñanzas para los movimientos sociales y populares.

Oajalá podamos porque necesitamos aprender de toda esta situación, de cómo una gran fuerza social que es capaz de derribar un gobierno en un momento, en poco tiempo se desarma.

Hace más o menos un mes entrevistamos a Theodoros Karyotis, periodista griego, y nos decía que esto que nosotros titulamos “el derrumbe de una ilusión” dejaba claro el límite de la construcción de poder popular en el marco de la institucionalidad. Lo que planteaba es que los movimientos populares tienen que construir desde abajo y a la izquierda y no dejar nunca todas sus posibilidades libradas al terreno electoral porque luego suceden cosas como las ocurridas con Syriza, que como bien vos decís, tampoco podía maniobrar mucho más…

Si, es complejo, cuando tenés que gobernar un país, esa también es una lección que tenemos que aprender, ¿es posible gobernar un país de millones de personas como uno gobierna una asamblea de un barrio? Es una pregunta que para mí no tiene fácil respuesta, pero creo que está bueno plantearlo. Finalmente si gobernas un país a cambio de desarticular tu fuerza social, perdes lo único que te queda, sectores de la sociedad organizados que son los que en los hechos hacen los cambios.

 


 

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