Ya sabemos que el desarrollo insostenible es el problema y necesitamos aplicar soluciones inmediatas. El Foro aportará con experiencias y testimonios, pero además con el espacio mismo como oportunidad para organizarnos y actuar.
Durante la última década la región amazónica ha intentado confeccionar herramientas de lucha a partir de una estructura constitucional que permita legislar la protección de los recursos naturales para que no se acaben, tal es el caso de Ecuador y Bolivia que han incorporado el vivir bien y los derechos de la Madre Tierra en su cosmovisión normativa, pero que no ha podido ser implementada en la realidad, se ha quedado en el articulado tanto como en unas cuantas oficinas púbicas que no influyen en las decisiones gubernamentales. Pensábamos que redactar una nueva Carta Magna inclusiva era una victoria para los pueblos, pero cada acción anticonstitucional que facilita los negocios de extracción de materias primas en nuestros países encuentra justificación y legalidad en la práctica, sea a través del chantaje o de la fuerza pública.
El elevado costo social directo por la imposición del extractivismo lo pagan los indígenas y campesinos con sus vidas y grandes extensiones de los territorios a los que pertenecen. El despojo directo, la compra forzada, el desplazamiento y la migración escalada son monedas de cambio entre lo rural y lo urbano, donde las ciudades latinoamericanas cargan con los cinturones de pobreza y los desbordes de la informalidad, mientras que las zonas rurales de recursos estratégicos quedan a merced del capital extranjero que controla la extracción sin siquiera estar presente para rendir cuentas.
La región andinoamazónica asiste hoy a un concierto de movilizaciones sociales que tiene la tendencia a convertirse en el elemento paralelo que forma parte del capitalismo y va creando insensibilidad en la ciudad, donde cada día nace una nueva autoridad que toma las peores decisiones.
Cada vez que se ha explorado modelos alternativos a la hegemonía de mercado, se han encontrado mecanismos y metodologías locales con las que distintos sectores sociales logran sobrevivir en el campo y en la ciudad, en la medida en que su capacidad organizativa se lo permite y atiende necesidades constantes. Grupos de mujeres, familias agricultoras, sindicatos o cooperativas, e incluso las víctimas de las distintas violencias clasificadas, se están agrupando para defenderse. Lo que nos hace falta es dimensionar estos modelos locales para ajustarlos a niveles nacional y regional, que nos permitan romper con la dependencia económica y la cadena de poder que, en verdad, nos teme más que nosotros a él.
El Foro es una vitrina y amplificación de las denuncias rurales, de las experiencias concretas, de las estrategias populares y del trabajo intelectual de investigación que nos explique por qué nos pasa lo mismo en todos los países y por qué todos juntos tenemos el mismos miedo y aletargamiento. Luego nuestra pregunta una vez más será: ¿Y ahora qué hacemos? La respuesta es que no pasará nada beneficioso si no asumimos responsabilidades políticas cada uno de nosotros mismos.
*Katherine Fernandez es experta en desarrollo rural y soberanía alimentaria
** Las opiniones presentadas en este artículo pertenecen únicamente a la autora