¿Cuál fue la principal motivación para participar en el concurso?
Hace aproximadamente seis meses comencé a realizar una investigación sobre las propuestas agrarias de la Revolución mexicana y su influencia en la Constitución de 1917. Consulté algunos textos y el término extractivismo acabó por parecerme familiar. Cuando me enteré de la convocatoria del Instituto para el Desarrollo Rural de Sudamérica (IPDRS), más o menos en abril del año en curso, pensé que era una buena oportunidad para dislocar mi objeto de estudio, para romper con la monotonía y trasladar ciertos datos a una realidad ajena a la de México. En última instancia, ese “cambio de aires” resultó muy enriquecedor.
¿Por qué consideras importante motivar y generar diálogo y debate sobre lo rural, los extractivismos en la región sudamericana?
La historia nos enseña que Latinoamérica ha tenido una relación turbulenta con los Estados Unidos y con Europa. Esta relación se ha caracterizado, o bien por la imitación, o bien por el sometimiento. El extractivismo ha sido la consecuencia más directa y más peligrosa y, aunque debería ser un tema de conversación, no lo es. El continente, en mi opinión, tiene que empezar a pensar en sus propias cualidades, lanzar la mirada hacia el futuro y dejar la creencia ciega de que es mejor la ganancia rápida que el desarrollo sustentable.
¿Cuál crees que es el rol de los jóvenes en el diálogo y en el debate sobre estas temáticas?
Hoy día, los jóvenes dominan los medios de comunicación con una facilidad pasmosa, dejando muy rezagadas a otras generaciones. Ésa, que es una virtud que les ha concedido la historia, y cuya aceptación constituye por lo tanto un deber irrenunciable, es su aporte fundamental. Sintetizadores y traductores de grandes caudales de información, sin ellos estas temáticas perderían mucha de su sustancia, y los foros donde se tratan correrían el riesgo de convertirse en conversatorios estériles e inconexos.
¿Cómo te sientes al conocer que tu escrito fue finalista a nivel sudamericano, y saber que competiste con jóvenes investigadores de once países ?
Es un privilegio enorme porque, revisando los trabajos ganadores y finalistas que ha estado publicando periódicamente el IPDRS, he podido constatar que existe un gran nivel y que las ideas innovadoras, contrario a lo que suele pensarse, abundan y amenazan con transformar radicalmente la realidad. Dadas estas condiciones, considero que este nombramiento ha sido fruto de mi trabajo, sí, pero también de la buena fortuna.
¿Por qué crees que es importante la temática rural tanto en tu país como en Sudamérica?
El lastre del extractivismo cuenta con todo el peso de la historia. México y Sudamérica comparten esa herencia funesta. México, durante los últimos tres cuartos de siglo, ha confiado todo su progreso al negocio del petróleo. Cuando la especulación hace presa del denominado “oro negro”, la economía nacional se sacude como una cortina. En mi opinión, es necesario pensar en una economía continental más versátil, que explote los recursos con los que cuentan nuestros países, muchos de los cuales se encuentran en la zona rural aunque ésta, como en el caso de México, luzca hoy tan abandonada.
¿Tuviste con anterioridad alguna otra experiencia previa en el ámbito de los escritos?
Sí, yo me dedico a escribir. Me gusta la literatura, los cuentos y las novelas, y tengo la creencia de que para crear algo que se le acerque uno tiene que saber un poquito de todo sin ser un experto en nada. Además, me siento particularmente cómodo en el ámbito de los artículos periodísticos y de opinión.
¿Por qué es importante hablar, dialogar, investigar en este caso?
Porque las ideas están hechas para moverse y para intercambiarse. Si no lo hacen, se convierten en dogmas. Y eso es lo que menos necesita el desarrollo de nuestros países. Es preciso cuestionarlo todo, incluso lo que parece más fundamental e inamovible, como nuestros atávicos procesos económicos.
¿Cómo te enteraste del concurso?
Por medio de la Internet, de una página de concursos literarios. La leí y me gustó la propuesta del IPDRS. Luego me remití a las redes sociales del instituto y corroboré cada una de las cláusulas. Pensé que era una convocatoria democrática y transparente y por eso quise participar.
¿Qué opinión te merece el trabajo que desarrolla el IPDRS, o lo que conoces de él, para promover desde la sociedad civil el debate de la importancia de lo rural?
Me fascina la mezcla entre lo rural y lo tecnológico. Las redes sociales del IPDRS, en el tiempo que las he seguido, permanecen activas la mayor parte de la semana y suelen compartir notas que, hablando en términos personales, no están en mi espectro noticioso inmediato. Siento un especial afecto por el boletín semanal, que aparece sin dilación en mi bandeja de entrada. Creo que el uso de la Internet como principal medio de comunicación es una estrategia muy inteligente que ha tenido grandes alcances. Un mexicano que escribe sobre Bolivia y Paraguay es una prueba fehaciente al respecto.
¿Crees que es posible pensar en extractivismos desde un enfoque de satisfacción de necesidades u otras actividades desarrolladas por comunidades indígenas campesinas, afros, etc., que apunte a generar equilibrio?
Lamentablemente no. El neoliberalismo y el librecambismo, que nos arrastran en medio de sus corvejones querámoslo o no, son demasiado exigentes y no permiten, como lo señalo en mi artículo, un intervalo suficiente entre la explotación y la renovación. Pienso que la pieza clave en el tablero de una economía tan demandante es el valor agregado y, en ese sentido, hay que buscar la manera de ponérselo a todas y cada una de las mercancías del continente.