PRODUCCIÓN - DIÁLOGOS
91 - Producción Integral de Alimentos. Un pensamiento estratégico de sobrevivencia campesina y de defensa de la soberanía alimentaria
Como una contribución a la seguridad alimentaria, el autor propone, a partir de una descripción técnica detallada, el desafío de entender y promover sistemas de producción tradicionalmente utilizados por las familias campesinas indígenas en Guatemala, que combinadas constituyen una perspectiva integral, en la cual se facilitan el cuidado mutuo entre las especies, la rotación de cultivos y el mantenimiento de la calidad de los suelos. Este artículo mereció una mención en el concurso “Alimentos y pensamientos, siempre en agenda”, llevado a cabo este año por el IPDRS con auspicio de Oxfam e ICCO.
Producción Integral de Alimentos.
Un pensamiento estratégico de sobrevivencia campesina y de defensa de la soberanía alimentaria
Ronnie D. Palacios M.*
La sustitución de la agricultura tradicional de los pueblos originarios por la agricultura europea significó de manera general cambios en todos los campos de la vida y de forma particular cambios en la forma de producir los alimentos en América. Los europeos introdujeron animales y plantas que solían cultivar y criar en sus países, que luego pasaron a formar parte de las especies cultivadas en el Nuevo Mundo, las mismas que, junto con las especies nativas, hoy constituyen la riqueza agro biológica de nuestros países, tan importante para la alimentación de una nueva población multicultural.
En algunos rubros esto representó que la población originaria abandone conocimientos y prácticas de su manera tradicional de cultivar y criar, así como de preparar y consumir los alimentos. Pese a ello, hoy día quedan algunos rasgos que es importante revalorar, porque siguen siendo la principal fuente de alimentos.
Algunas de las tecnología tradicionales que sobresalen son el manejo del riego de inundación, el uso medicinal de las plantas, las terrazas de banco, los sistemas de recolección de agua, la roza, el barbecho, el calendario agrícola basado en la luna y el sol y el sistema milpa, entre otros.
Sistemas integrales
Los sistemas integrales de cultivo son aquellos en los que se cultivan de forma intercalada, en una misma parcela, diversas especies de plantas y animales, para que convivan favoreciéndose entre sí. Para ello se utilizan criterios complejos deducidos del comportamiento de cada especie cultivada y criada, tratando de aprovechar al máximo los espacios de la parcela, que en estos tiempos se atomiza y cada vez es más reducida.
Actualmente la agricultura moderna promueve campos de monocultivo, donde se pueden obtener productos homogéneos, en un mismo tiempo de cosecha, con alta productividad y con el uso de tecnología (transgénicos, tractores para la labranza del suelo, fertilizantes, plaguicidas, riego, etc.), que generalmente entran en contradicción con la mentalidad integral campesina
No se trata solo de esas contradicciones, también la modalidad de agricultura integral campesina puede ser inapropiada e inaccesible, pues las condiciones que enfrenta el campesino son distintas y marginales, muchas veces en minifundios de infra y subsistencia, sin capital, en laderas, sin fuentes de agua y con temporadas limitadas a la época lluviosa, etc.
Los problemas mencionados ocasionan que los productores campesinos tengan, en consecuencia, baja productividad, lo cual los pone cada vez más en condiciones económicas y nutricionales críticas. Por otro lado, los productos obtenidos dependen de la volatilidad y encarecimiento de los precios de los insumos y de los cambios en el mercado.
Visión sobre Guatemala
En Guatemala se observan diversos tipos de sistemas campesinos integrales de cultivo, muy modestos por la falta de estímulo y protección, pero que aún son la principal forma de autoabastecimiento alimentario familiar y del mercado local. Aunque estos sistemas se caracterizan por la predominancia de un cultivo principal, según las condiciones agroclimáticas donde se sitúe, convive con varios otros. A continuación se citan algunos ejemplos.
La milpa es un sistema en el que predomina el cultivo de maíz sobre el cual trepa fríjol de enredo y bajo el suelo, como una cobertura que impide el crecimiento de otros “montes” no deseados, crecen las distintas especies de calabazas conocidas como chilacayotes, cumes y ayotes. Además, aunque en menor densidad, en terrenos donde no se usan herbicidas, crecen espontáneamente el miltomate, el tomate cimarrón, la yerba mora, el colish o hierba blanca, la lechuguia y otros, dependiendo de la condición agroecológica, como el chipilín, bledo o amaranto, yuca, camote y ñame.
Otro sistema destacado es el del solar o traspatio que, como su nombre lo indica, generalmente se establece atrás o alrededor de la vivienda campesina, donde pegue más el sol. Esto abarca la parte de la macetas, ubicadas generalmente en los corredores y alrededores de la casa, donde se cultivan múltiples especies, principalmente y en orden de énfasis, las plantas para condimentos, las ornamentales, frutas y medicinales.
En algunos casos también se cultivan algunas hortalizas, generalmente en las partes con menos pendiente y que disponen de agua para regar. En otros casos, cuando hay mucha ladera, se observan medidas de protección de suelos como terrazas con camas elevadas y surcos a nivel contra la pendiente, o a favor de la pendiente, para evitar encharcamientos y favorecer el drenaje de la escorrentía, que siempre ocasiona problemas de erosión. En esos casos podemos ver huertos de ajo y cebolla, en camas elevadas y en asocio con cilantro, apio, rábanos y hierbas; tomatales o chilares, frijolares para ejote y frijolares para grano, etc.
Generalmente el huerto alrededor de la vivienda sirve para la producción propiamente y a la vez de sombra a las especies. Más recientemente se está adoptando un huerto mixto de hortalizas, que generalmente se protege con un corral hecho de palos rollizos o caña de maíz, para evitar que los animales lo rasquen y coman.
La parcela agro frutícola es el primer piso de este sistema, por lo que suele verse en forma vertical. Son frutales que por su porte pueden variar de tamaño, entre árboles de porte alto, como aguacates y zapotes, y de mediano porte, como cítricos, guayabos, anonales (plantaciones chirimoya) y otros arbustos. Muchas veces bajo éstos, dispuestos en fajas paralelas, se establecen cultivos anuales como ñame, malanga, mashan, camote y malanga. A la vez estos árboles son el sostén de enredaderas como la granadilla, el quixtán y el güisquil.
Por otra parte destaca la parcela forestal, un tipo de sistema que se desarrolla donde ya naturalmente existe un bosque o al menos una arboleda natural, a la cual en algunos casos se le introducen algunos otros árboles forestales. El primer piso de este sistema son los árboles forestales, bajo el cual se dejan crían múltiples especies de crecimiento espontáneo como la Santa Catarina en climas fríos y el xate en climas cálidos.
En otros casos se establecen sistemas artificiales, como los cafetales, que generalmente tienen sombra de árboles nativos con especies introducidas fijadoras de nitrógeno, mayoritariamente del género Inga, pero hay también otras nativas. En este sistema, al igual que el de frutales, los árboles forestales sirven de sostén a especies trepadoras como el güisquil y la granadilla. En este sistema, además de producir alimentos, también se producen forrajes para animales, leña, madera y broza, entre otros.
Los cercos vivos y barreras vivas forrajeras se cultivan en principio como especies “brotonas” alrededor de las parcelas, con el propósito principal de delimitar la parcela, a cuya estaca se denomina mojón. Se busca que sean especies vivas, para no recurrir a siembras constantes, como lo requieren los postes muertos, pero que hoy día también se les está encontrando otros usos, como la producción de forrajes, leña y frutas, tal es el caso del palo miche o pito, anona, moral, sauco, entre otros. En algunos pocos casos se establecen barrera contra vientos de árboles altos, para evitar los daños a los cultivos, a los animales y a las viviendas
El manejo de mini potreros constituye otra forma destacada, aunque no en todos los casos las familias campesinas cuentan con potrero, pues no se suele tener hatos grandes de ganado, sino unas pocas cabezas, ya que ello significaría tener mayor extensión de tierra En realidad, ocurre que, en algunos casos, donde hay ya naturalmente praderas donde crece pastos, éstas se cercan y se utilizan para pastar ganado bovino, equinos (caballos, mulas, burros) y especies menores como ovinos y aves.
Simples y complejos
Suele ocurrir que las familias campesinas solo tienen uno de los sistemas mencionados, pero también se da el caso de que hayan logrado instalar varios que pasan a ser subsistemas de toda una parcela integral mayor. Ello depende principalmente de la extensión de tierra disponible, ya que entre más tierra es más probable el acceso a más de estos sistemas. Otra cualidad importante es que en la mayoría de casos la familia campesina no concentra en una sola parcela toda su extensión de tierra, sino repartida en varias, por lo que muchas veces puede dedicarse cada una a sistema diferente, obteniendo, de este modo, un conjunto integral.
Estos sistemas presentan retos tecnológicos invisibles, es decir que requieren de innovación, pues no se trata de un manejo único, sino del conocimiento de múltiples manejos de cada especie, así como de la aplicación de múltiples tecnologías. Aparentemente, son procedimientos simples, pero, aunque se trate de plagas inferiores, se necesita tener muchos conocimientos sobre los hábitos de crecimiento de las plantas, para saber moverlas y ordenarlas, como en un juego de ajedrez.
Es destacable que estos sistemas tienen bajo requerimiento de insumos externos, pues, en la mayoría de casos, ellos mismos proveen de los materiales que se convierten en abonos al suelo, como su biomasa y rastrojos o la fijación de nitrógeno.
Lamentablemente, muchos productos provenientes de este tipo de agricultura, hoy día son indiferentes para los consumidores, que dan preferencia a los que tienen una mejor presentación, aunque éstos no contengan la calidad nutricional y sanidad requeridas, al estar expuestos a plaguicidas y que, por falta de información el consumidor, no se reconocen aún los beneficios que consumir estos alimentos producen en la salud, en la economía local y en el medio ambiente.
En general pareciera que son sistemas sin renta aceptable, improductivos e incompetentes, pero puede que sea todo lo contrario, pues la diversidad de productos que se pueden obtener y que generalmente se utilizan para la alimentación, no se compran, sino que se producen a costos bajos. Por estas razones constituyen parte de una estrategia fundamental de la economía campesina y de un mecanismo importante en la resistencia y defensa de la soberanía alimentaria.
¿Ejemplo a seguir?
Si estos sistemas tradicionales de alimentación fueran fortalecidos en vez de despreciarlos, además de resolver otros factores estructurales como el acceso a tierra y de protección ante los tratados de libre comercio, principalmente, no habría los preocupantes índices de desnutrición que registra Guatemala, que son del orden del 50% de los niños y niñas.
En este sentido, vale la pena recalcar que la agricultura no puede ser vista solo con fines lucrativos y en condiciones de mercado, como promueve el agro negocio, sino también es importante valorar las contribuciones que hace en la protección de especies de la vasta diversidad biológica y el medio ambiente, el rescate de los conocimientos y prácticas tradicionales y la dieta diversa y nutritiva.
La producción integral de alimentos demanda y pone múltiples retos a los científicos y profesionales de la agricultura para estudiar y promover estos sistemas integrales y su producción y productividad; el grado de equilibrio ecológico, su funcionamiento ante el cambio climático, su contribución a la soberanía alimentaria, la cuantificación de los beneficios económicos y las técnicas de su diseño.
Los y las técnicos profesionales de la agricultura y la veterinaria sustentables no siempre deben ir a “capacitar” y “asesorar” a mujeres y hombres de las familias campesinas, sino que primero tienen que observar y entender qué tipo de sistema de producción éstas están aplicando y en qué componente de ese sistema los técnicos pueden contribuir, facilitando procesos participativos de análisis e intercambio, es decir interactuando horizontalmente y tratando de aprender y acompañarse uno al otro.
* Ingeniero agrónomo con especialidad en fruticultura, del Centro Universitario del Noroccidente, Huehuetenango, Guatemala. Experiencia en investigación y coordinación de redes y espacios de diálogo en el área. Actualmente es facilitador general de la Red Centroamericana de seguridad y soberanía alimentaria y nutricional (REDCASSAN).