Colombia es un país megadiverso; de acuerdo con Perspectiva Mundial sobre la Diversidad Biológica (CBD, 2001), es el territorio con el segundo índice nacional de diversidad más alto del mundo, precedido solo por Indonesia. Su riqueza biológica presume un potencial particular para el desarrollo de biotecnología y comercialización de recursos biológicos, genéticos y derivados, pero los ecosistemas con mejor estado de conservación del país se encuentran en zonas aisladas, ocupadas por poblaciones en condiciones de pobreza, frecuentemente indígenas o negras.
El Proyecto “ Desarrollo y producción de colorantes naturales para alimentos, cosméticos y cuidado personal en el marco del Protocolo de Nagoya”, financiado por Global Environmetal Facility – GEF, a través de PNUD, en alianza con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y el Fondo Acción buscó aplicar las disposiciones del Protocolo de Nagoya en acceso y participación en los beneficios, través de la consolidación de un estudio de caso para la generación de beneficios a partir del acceso a los productos derivados del recurso genético de la especie Genipa americana “La Jagua” , la distribución justa y equitativa de dichos beneficios hacia el país, y la generación justa de ingresos para las comunidades locales proveedoras del recurso biológico.
A continuación compartimos la historia de Luz Arleida Cuesta, miembro de la organización local Planeta que junto con Cocomacia, Ecoflora y Cares convirtieron la Jagua en una oportunidad para mejorar las condiciones de su vida de las comunidades de Murindó y Vigía del Fuerte, en Antioquia, y Carmen del Darién y Bojayá, en Chocó.
Fuente original: PNUD