“La pequeña agricultura familiar (PAF) sería un modelo más exitoso para un país inminentemente agrícola como Colombia”, afirmó en la U.N. Albert Berry, de la Universidad de Toronto, candidato al Premio Nobel de Economía en 2004 y experto en el agro colombiano.
Según el investigador, quien es uno de los invitados internacionales al seminario “Emprendimiento Rural: agricultura a pequeña escala”, organizado por la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la U.N., dicho modelo permitiría explotar mejor la tierra y ofrecería mejores resultados en aspectos como empleo y productividad en el corto y mediano plazo.
“La alta concentración de la tierra en Colombia, una de las más altas del mundo, es un factor determinante para el atraso del sector agrícola en el país”, señaló Berry.
la pequeña agricultura familiar (PAF) sería un modelo más exitoso para un país como el nuestro, inminentemente agrícola, pues de esa forma se explotaría mejor la tierra y, tanto para el país como para los habitantes del campo, habría mejoras en el corto y mediano plazo. Contario a la agricultura a gran escala que es más nociva que beneficiosa.
La PAF es un modelo de producción agrícola enfocado en pequeñas porciones de tierra (no más de 5 hectáreas), el cual es trabajado por núcleos familiares con el fin de producir para mercados locales y para el consumo propio.
Dentro de sus ventajas, explica el profesor Berry, están que menores cantidades de tierra ocupan más personas (es decir, hay empleo), además de ser más productivas en comparación a los grandes latifundios, pues se aprovechan más los recursos y hay variedad de cultivos que llegan a más familias.
Sin embargo, el problema radica en que en Colombia se le da más prevalencia a la agricultura extensiva que deja mucha tierra sin uso, por lo que la productividad es baja y si bien, genera recursos considerables, estos no llegan a la población del campo sino a los pocos terratenientes.
Sumado a esos factores, mencionó el experto, el uso de la tierra para ganadería y minería no genera estabilidad alimentaria y es a veces contraproducente para el ambiente.
Para profundizar en ello Albert Berry citó como ejemplo: una familia produce en tres hectáreas de productos que comercia en supermercados de pequeña y mediana escala; para ello utiliza bastantes obreros. La tierra produce y los recursos generados van a los trabajadores; así, la pobreza se reduciría considerablemente. En la agricultura a gran escala se ve que ello no es posible.
Las soluciones para fomentar la PAF como modelo de mejora a las graves situaciones del campo colombiano serían, disminuir la concentración de la tierra, mejorar la infraestructura, fomentar el uso de tecnología, e incentivar políticas públicas de salud, educación y créditos para los pequeños productivos. El resultado sería contundente: “Reducción de la pobreza”, dijo.
El caso de Brasil
En comparación con el caso colombiano, el modelo de uso de la tierra en Brasil no ha estado marcado por la propiedad centralizada sino por el poco uso que se le daba en actividades productivas. Ello fue lo que generó altos índices de pobreza, según el profesor Steven Helfand, de la Universidad de California.
En Brasil, entre 1995 y 2005, la pobreza rural ascendía al 27 % de la población. Pero a partir de 2001 se fue construyendo un modelo que procuraba el equilibrio entre la PAF y la producción a gran escala, el cual se sostuvo en programas gubernamentales como el Bolsa Familia, entre otros.
De acuerdo con el experto, ante las alarmantes cifras, se hizo necesario articular políticas públicas para salir del atraso y la desigualdad. Dichas políticas se sostuvieron en generar acceso a la tierra, dar créditos laxos, incentivar las microempresas, asistir en educación y salud, informar sobre acceso a los mercados y construir una sólida infraestructura.
En comparación a los dos modelos, tanto el profesor Berry como el profesor Helfand concluyen que, como mecanismo eficiente para generar rentabilidad de la tierra y disminuir la pobreza en el campo, es importante un compromiso estatal para generar políticas públicas que no desconozcan la importancia de la producción a escala doméstica, como factor primordial para un crecimiento agrícola sostenible y constante.
(Por:Fin/DFBN/dmh/AV)