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Lorenzo Soliz/IPDRS

La amazonía boliviana, peruana y brasilera, como se recordará el año 2014, vivió inundaciones de magnitud, pero fue un año de buena producción de castaña, cacao y otros frutos amazónicos que no fueron recolectados en su totalidad.

Los siguientes dos años fueron malos: los cambios en el régimen de lluvias con retrasos significativos, sequías prolongadas y fuertes vientos afectaron los niveles de producción de castaña y cacao. A ello se suman los incendios forestales, que pese a su disminución persisten. En la zafra de castaña del 2015-2016, según testimonios de muchas familias recolectoras, sólo se llegó a recolectar entre el 50% y 60% de lo habitual. En la zafra del 2016-2017 la reducción fue mayor, tal como afirmaron dirigentes del Norte Amazónico la semana pasada: “… de 35 cajas que normalmente recolectaba, este año apenas hubo para llenar 11 cajas, eso apenas alcanza para pagar la cuenta (deuda), algunos no han sacado ni para eso” (Dirigente de Municipio Gonzalo Moreno).  Otro dirigente de la misma región: “En mi comunidad recolectábamos unas 3.000 cajas de castaña, ahora apenas ochocientas…” (Dirigente de Municipio Santos Mercado).

En promedio el volumen exportado de castaña era de 20.000 toneladas entre el 2011-2013, el 2014 subió a 26 mil para bajar en 2015-2016 a 16 mil toneladas; en términos de valor, de 175 millones en 2014 a 119 millones de dólares, en 2015 (IBCE, 2015).

En la región del norte amazónico se prevé para este 2017 una situación difícil para las familias campesinas indígenas y de los barrios marginales de las ciudades capitales e intermedias que viven mayormente de la castaña, no tendrán a partir del mes de julio suficiente disponibilidad de alimentos e ingresos. “Los animales silvestres también están sufriendo, parece que en el bosque hay menos alimento por la sequía, sobre todo los monos, loros y ardillas están atacando los cacaotales y los chacos…” (Técnico de CIPCA).

Pero la situación es más preocupante aún ya que todas las señales de los árboles de castaña anuncian que la próxima zafra será también de baja producción. Este es un asunto que se debe afrontar de manera estructural y con la participación de todos los actores, pues hay necesidad de manejar con perspectiva de largo plazo los bosques de castaña, reforestar con la misma especie, evitar el avance de la deforestación con fines agropecuarios y evitar los consabidos incendios, entre otras medidas.  

Asimismo, es posible diversificar más las actividades económicas sin necesidad de talar el bosque. Los mismos dirigentes antes referidos, por ejemplo, reconocen que quienes han plantado sistemas agroforestales están en mejores condiciones para afrontar la baja producción de castaña. De hecho algunos ya no acuden a la zafra de castaña y prefieren vivir de los frutos que le provee la agroforestería. “Yo ya no voy hace años a la castaña, prefiero cuidar y manejar mi sistema (sistema agroforestal), con eso me mantengo, todo el año tengo algo que vender, algo que cosechar. Con eso hice estudiar a mis hijos… Ahora estoy ensayando riego por goteo sobre todo el cacao que me da más ingreso…” (Productor de Municipio Riberalta)

En el caso del cacao silvestre también hubo baja producción los dos años referidos, sin embargo “en los chocolatales que se han hecho manejo hace tres años, ahora ha producido mejor, se nota la diferencia con la parte que no se ha manejado…” (Dirigente de asociación de recolectores de Baures)

“Este año estamos recolectando más del bosque de chocolate, porque ha producido más que en los sistemas, apenas pase la lluvia ahora vamos a volver a recolectar, aunque es pesado traer desde allá… Hemos hecho manejo del chocolatal y ahora ya estamos cosechando más” (Productora de San Miguel del Mátire, San Ignacio de Mojos).

En gran parte de la amazonía, aunque en espacios aún reducidos, los sistemas agroforestales ya son implementados por muchas familias campesinas e indígenas, donde el cacao es un componente importante. Las mismas son apoyadas por diferentes instituciones de desarrollo y por algunos gobiernos municipales.

Según la información histórica del INE, en la última década, a nivel nacional la superficie cultivada de cacao se incrementó de 8.439 hectáreas a 10.291; el volumen de 4406 toneladas métricas a 6.143. El Censo agropecuario del 2013, los departamentos de Beni y Pando, donde el cacao es prácticamente en su totalidad silvestre y cacao amazónico cultivado (1.308 recolectores y 749 productores), el volumen total obtenido sería 517,46 toneladas. Seguramente ese volumen ha tenido reducciones según los testimonios de la gente por las razones antes mencionadas.

Así, la gestión integral y sostenible de los bosques de castaña, de cacao, la ampliación de los sistemas agroforestales con mejoras sustantivas, el aprovechamiento de diversos frutos, materiales y medicinales del bosque, la piscicultura y apicultura y la crianza de animales menores, entre otros, pueden ser vías de diversificación de la economía de la región amazónica boliviana para hacer frente a estos cambios no sólo climáticos sino de sus nuevos efectos.