Fuente: Servindi
Franz Chávez/ Servindi
IPS, 2 de diciembre, 2016.- Las lluvias asomaron finalmente en Bolivia, aunque con gran retraso, rompiendo la peor sequía en 25 años, que ha impactado la actividad agrícola, con miles de pequeños productores lamentando la muerte de ganado y mirando languidecer sembradíos, y el gobierno organizando acciones de emergencia.
“Hoy (29 de noviembre) ha habido el primer chubasco y ha hecho correr agua por los canales de riego”, exclamó a IPS con voz llena de esperanza Jaime Mendieta, el alcalde del municipio de Pasorapa, un valle agrícola ubicado sobre los 2.000 metros sobre el nivel del mar, en el central departamento de Cochabamba.
Casi simultáneamente, el productor de frutas y hortalizas Nué Morón anunció a IPS que las lluvias llegaron el lunes 28 a su región, Saipina, un municipio de los valles del suroriental departamento de Santa Cruz, con elevaciones de entre 928 a 2.540 metros sobre el nivel del mar.
Tanto Mendieta como Morón han sido testigos de una temporada agrícola que comenzó en noviembre de 2015, con niveles de lluvias muy bajos y con meses escasos de producción de alimentos y forraje para el ganado, en una sequía que los especialistas achacan al fenómeno de El Niño/Oscilación del Sur.
Las pérdidas en las zonas productoras de alimentos de Bolivia, que en su totalidad fueron afectadas por la sequía, están estimadas hasta ahora en 500 millones de dólares, por los efectos de la sequía en unas 207.000 hectáreas de diversos cultivos y la muerte de unas 277.000 cabezas de ganado.
En este país enclavado en el centro de América del Sur, de 10,9 millones de habitantes, de los que casi 33 por ciento vive en áreas rurales, el sector agropecuario aporta 10 por ciento del producto interno bruto, según datos oficiales del segundo trimestre de este año.
La situación es “un tanto crítica” reconoció a IPS el responsable de la Unidad de Contingencia del Ministerio de Desarrollo Rural, Franklin Condori.
Puntualizó que unos 50 municipios de la zona altiplánica de los departamentos de Oruro, Potosí, Chuquisaca y La Paz, solicitaron ayuda en forraje, productos veterinarios y bebederos para animales.
“Las lluvias se han desplazado al océano Pacífico con patrones de circulación que no fueron normales”, resumió para IPS la jefa de la Unidad de Pronósticos del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología, Marisol Portugal.
El análisis indica que las regiones altiplánicas de los departamentos de La Paz, Oruro, Potosí y parte del valle boliviano sufrieron un grave déficit de precipitaciones pluviales.
“Se esperaban lluvias en el nivel de los 46,3 milímetros (a razón de un milímetro de agua por cada metro cuadrado), pero llovió sólo 25,4 milímetros. Esperamos que en diciembre ascienda hasta 83 milímetros”, remarcó.
Ante un año impactado por El Niño, el responsable de Riesgo Agrícola, Sergio Alonso Campero, emitió en los últimos meses boletines de recomendación a los agricultores para la demora de la siembra hasta los últimos días de noviembre y principios de diciembre, según comentó a IPS.
Las inusuales altas temperaturas en varias regiones, combinadas con el déficit de lluvias y la evaporación de las aguas restaron el recurso hídrico a los cultivos y todos esos factores derivaron en la grave sequía, según el especialista.
La sequía no solo azotó las zonas rurales sino que también provocó el agotamiento de las reservas de agua en las represas que surten a las principales ciudades, entre ellas La Paz, sede del gobierno, lo que dejó sin suministro de agua a parte de la población.
En La Paz y la vecina ciudad de El Alto, debió establecerse un servicio de emergencia de provisión de agua a través de camiones cisterna, para brindar el recurso a un tercio de sus habitantes.
Manifestaciones de protesta por la crisis de abastecimiento de agua se registraron en estas dos ciudades los días 23 y 28 de noviembre, con el pedido de renuncia de la ministra de Medio Ambiente y Agua, Alexandra Moreira, y la exigencia de la construcción de nuevos embalses para atender una demanda en crecimiento.
La situación ya había obligado al presidente Evo Morales a decretar una situación de emergencia nacional el 21 de noviembre.
En ese marco, ordenó la reasignación de recursos financieros en los nueve departamentos del país y los 339 municipios, y declaró al suministro de agua potable de interés social.
Otros dos decretos previos, promulgados el 2 de agosto y el 21 de septiembre, respectivamente, habían asignado alrededor de siete millones de dólares para la asistencia a pequeños productores con forraje, alimento balanceado, y semillas de papa, trigo y alfalfa.
El responsable de distribuir la ayuda, Franklin Condori, estima que entre diciembre y enero se normalizará el ciclo agrícola y anuncia un periodo de lluvias en las zonas golpeadas por la sequía.
Entretanto, al sureste del departamento de Cochabamba, en el municipio de Pasorapa, el alcalde Mendieta lamenta la pérdida de cultivos de maíz, trigo, papa y cebolla.
Estima que algunos agricultores dejarán de percibir alrededor de 7.200 dólares porque no consiguieron producir, en promedio, unos 32.000 kilogramos de maíz, a consecuencia de la falta de agua en los sistemas de riego.
“Hay esperanza para la nueva siembra, la anterior, entre noviembre de 2015 y abril de 2016, la hemos perdido”, explicó.
La ganadería de la zona sufrió otro embate y los cálculos del alcalde Mendieta indican que unas 1.200 cabezas de reses murieron de unas 18.000 que quedaron agonizantes por la falta de forraje y agua.
En Saipina, a unos 240 kilómetros al este de la ciudad central de Santa Cruz de la Sierra, unas 800 hectáreas de cultivos de sandía (Citrullus lanatus), tomate, papa, pimentón (Capsicum annuum) y cebolla han desaparecido.
“Es la pérdida más grande en una década, debido al cambio climático, y ahora se requiere ayuda inmediata con semillas, porque no tenemos dinero para comprarla”, confesó Morón.
En otro dato significativo del impacto de la sequía, la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo del departamento de Santa Cruz confirmó una caída en la producción de soya, trigo, girasol, maíz, sorgo y chía de 726.490 toneladas métricas, con pérdidas por 205,5 millones de dólares.
En interpretación del Instituto Boliviano de Comercio Exterior para IPS, la falta de lluvias de este año podría dificultar la soberanía alimentaria de Bolivia, con una tendencia a la importación de alimentos y el riesgo de pérdida de mercados para los productores nacionales.
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Editado por Estrella Gutiérrez