Los países integrantes del ALBA, Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, estudian una gama de proyectos de gran interés en la rama alimentaria, en lo que se interpreta como una alternativa a los crecientes precios de esos renglones en el mercado internacional.
El presidente venezolano, Hugo Chávez, anunció recientemente la Grannacional Cacao del ALBA, una iniciativa delimitada por el afán de potenciar el desarrollo agrícola y agroindustrial, así como la distribución de productos entre los miembros.
El ALBA, integrado por Antigua y Barbuda, Bolivia, Cuba, Dominica, Ecuador, Nicaragua, San Vicente y las Granadinas y Venezuela aprobó en Caracas en enero pasado el documento jurídico para la creación de la empresa grannacional de Alimentos.
ALBA Alimentos es una entidad grannacional, o sea, alejada del mercantilismo al uso de las transnacionales, dirigida a garantizar el suministro de semillas, fertilizantes, aperos de labranza, medios para el riego y bioplaguicidas, entre otros elementos.
La diversidad de aportes ayudará a paliar graves insuficiencias en la agricultura actual, sobre todo del Sur empobrecido, y además representará un acierto inédito, ante su alcance social y por su posible incidencia en la ansiada ruptura del esquema capitalista de dominación.
El proyecto ALBA Alimentos sólo necesita de la aprobación de los jefes de Estado de los países integrantes del ALBA en su próxima cumbre en Caracas.
Como parte de sus múltiples aciertos, el bloque solidario creado en el 2004 por los líderes de Cuba, Fidel Castro, y de Venezuela, Hugo Chávez, perfiló la grannacional alimentos a fin de incrementar a corto y mediano plazos la producción de esos renglones de consumo.
Además del previsto desarrollo rural armónico de los países miembros, es justo consignar que en el seno del ALBA se han aprobado otros tratados y proyectos grannacionales.
Son los casos referidos al comercio justo, concretados en empresas como la de suministros industriales, importaciones y exportaciones, así como centros de adiestramiento para optimizar la capacidad productiva y la innovación tecnológica.
En el ámbito específico de las iniciativas en materia de alimentos, los planes del ALBA adquieren importancia crucial.
Es oportuno recordar el aumento del número de personas desnutridas en el planeta, por encima de los mil millones, y cómo la crisis económica internacional arrastró a 105 millones más a ensanchar el número de desnutridos.
No por casualidad, la FAO, Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, valora de estratégico la inversión en los cultivos y solicita para tal empeño del Norte industrializado un monto mayor a los 44 000 millones de dólares.
El ALBA, integrado por naciones pobres, hace lo posible por mitigar problemas alimentarios que también le atañen y por fortuna apela a modalidades de cooperación ajenas al despiadado afán de lucro, común a estos tiempos en el comercio internacional