Los constantes derrames de petróleo han generado afectaciones a la salud y al ecosistema en el que viven los pueblos indígenas de la Amazonía norte.
Las afectaciones ocasionadas por los derrames petroleros son una realidad constante que enfrentan los pueblos indígenas de la Amazonía norte del Perú.
Mientras el derrame petrolero de Repsol en las costas de Lima ha generado la indignación general, cuatro derrames de crudo se han reportado desde fines de diciembre en Loreto y Amazonas.
Estudios científicos han demostrado las graves afectaciones a la salud de los pueblos indígenas de estas zonas que enfrentan las consecuencias de 50 años de explotación petrolera en sus territorios.
Como revelan los registros, Pluspetrol es una de las principales causantes de esta contaminación.
Otras realidades
Como se recuerda, el 15 de enero ocurrió un derrame de 6 mil barriles de petróleo ocasionado por la Refinería La Pampilla, de Repsol.
Tras este desastre ambiental ocurrido en las costas de Lima, la indignación general se ha manifestado en redes. Sin embargo, los derrames de petróleos marcan la realidad de los pueblos indígenas de la Amazonía peruana.
Como recordó la plataforma Puinamudt (que agrupa a las federaciones indígenas de los ríos Corrientes, Marañon, Tigres y Pastaza), en este caso malas prácticas se repite a menudo la Amazonía norte.
“Desde la plataforma Puinamudt sabemos lo que estos impactos conllevan y el perjuicio que generan. Esto mismo ocurre en territorios indígenas amazónicos afectados por las actividades petroleras en los Lote192, Lote8, Oleoducto Norperuano y otros”, indicaron.
Incesantes derrames
Como he venido reportando el Observatorio Petrolero de Puinamudt, han ocurrido cuatro derrames desde finales del 2021 en los lotes 8, 192 y el Oleoducto Norperuano.
El último 13 de enero, se reportó un derrame en el centro poblado de Pavayacu del Lote 8 (Loreto) y que se extendió hasta el río Huanganayacu.
A este caso se suman otros tres que evidencian el incesante problema que representa la extracción petrolera en la Amazonía.
El 27 de diciembre se reportó un derrame en la cuenca del río Tigre, en el Lote 192 (Loreto).
Mientras que el 31 del mismo mes se reportaron otros dos: uno ocurrió en la cuenca del río Corrientes y otro en el Tramo II del Oleoducto Norperuano, en Santa María de Nieva (Condorcanqui, Amazonas).
Desde el 27 de diciembre, se registraron derrames en los lotes 8 y 192 (Loreto) y en el Oleaducto Norperuano (Amazonas). Fotos Puinamudt
Huella del petróleo
Como demostró el estudio ‘La sombra del petróleo’, solo entre el 2000 y el 2019 se registraron 474 derrames de crudo en los lotes petroleros de la Amazonía Norte.
El estudió indicó que el 65% de los derrames se debieron a fallas operativas y a la corrosión de los ductos y el 28% a la intervención de terceros.
Este dato evidenciaba que la mayoría de estos derrames eran responsabilidad de las operadoras.
Además, se evidenció que el 94% de los barriles derramados en el periodo abordado fueron responsabilidad de la petrolera Pluspetrol, siendo esta la empresa más contaminante del país.
El informe señaló la necesidad de cambiar la producción y consumo energético en el país, teniendo en cuenta las consecuencias en el cambio climático y los problemas que representaban los derrames para los pueblos indígenas de la Amazonía.
Estudio revela dimensiones de derrames petroleros en la Amazonía.
Casi la mitad (22) de estos derrames ocurrieron en el Lote 8, administrado por Pluspetrol Norte. Como se recuerda, esta petrolera busca abandonar la zona de explotación petrolera sin remediar los daños.
Luego, se ubicaba Frontera Energy, administradora del lote 192, que registraba 15 derrames. Le seguían Petrotal Perú (4), Petroperú (3) y Perenco Perú Petroleum Limited (1).
Pueblos afectados
En junio del 2021, un estudio reveló los altos niveles de plomo en la sangre de grupos indígenas que habitaban cerca de los lotes 8 y 192, en el norte de la Amazonía peruana.
Además, se demostraba que los participantes del estudio que vivían en la cuenca del río Corrientes presentaban un mayor nivel de plomo. El estudio registró también las afectaciones de las cuencas de los ríos Marañón, Pastaza y Tigre.
Como señaló la antropóloga Federica Barclay, quien acompañó el proceso de esta investigación, el precario sistema de salud no permitió detectar que las enfermedades de los pacientes del lugar se debían a la contaminación por metales pesados.
“La gente pasa los años teniendo tal vez niveles altos de arsénico, plomo, cadmio, que se manifiestan de diversas maneras… Y la contaminación por metales es el origen”, resaltó Barclay en su momento.
La investigación científica indicaba que la alimentación y las actividades ocupacionales de los pobladores (como la casa y pesca) eran las vías más probables de contaminación de las comunidades de los pueblos Achuar, Quechua, Kichwa y Kukama.
“Se hicieron análisis de peces y tipos de alimentos, tanto en la cocina de las personas como en el río, y en esos productos se encontró presencia de metales pesados”, explicó la antropóloga.
“El petróleo se queda en el fondo del río. No se puede lavar el fondo del río y los peces siguen alimentándose de estas sustancias tóxicas”, agregó.