El sector hortícola, ya afectado por las deficiencias estructurales y la crisis arrastrada del periodo de gobierno de la alianza Cambiemos, va de mal en peor ante la pandemia del COVID-19. Con la mayoría de los insumos utilizados en el agro dolarizados y el aumento del alquiler de la tierra, entre otros incrementos, se pone en riesgo la producción de primavera-verano.
Por Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE Córdoba)
Crece la inflación, el costo de vida, crecen el alquiler, los servicios, los costos de producción, todo crece menos los ingresos. Esta realidad a la que se enfrentan muchas familias y sectores de la economía popular es también la realidad de las familias hortícolas productoras de alimentos que, además, son perecederos.
Al ser consultadas sobre este tema, familias hortícolas de diversas zonas productivas, como Río Primero, Cosquín, el Cinturón hortícola de Córdoba, Pilar, Río Segundo, Villa del Prado y Falda del Carmen, coinciden en las dificultades de afrontar los costos de vida y de producción.
Fernando, de Río Primero, destacó algunos pormenores de su trabajo con contundentes ejemplos. Según relató, actualmente paga $25.000 el alquiler de las 4 hectáreas en las que vive y produce junto con su familia, mientras que en esta misma época, el año pasado, pagaba $15.000 (67% de incremento). En servicios como la luz (necesaria para la producción), pagaba $11.000 por mes en el 2020, hoy (agosto 2021) $22.000 por mes (un incremento del 100%). En cuanto a la comercialización de su producción, comentó que va cuatro veces por semana al mercado, para lo cual, entre gasoil y peajes, el año pasado gastaba $15.040 por mes, valor que en este momento se incrementó a $29.760 mensuales (un incremento del 98%).
En este contexto de suba general por inflación (50,2% en los últimos 12 meses), llama la atención que los precios de las verduras no hayan sufrido incrementos. Aun así, una fuerte reducción en el consumo y consecuentemente en las ventas de hortalizas se evidenció en diversos canales de comercialización que van desde mercados concentradores y verdulerías hasta ferias y ventas de bolsones a domicilio.
Néstor, productor hortícola de Cosquín que comercializa su mercadería en el mercado de San Miguel (Malagueño), comentó: “Hasta abril (el mercado), tenía su movimiento casi normal, lo mismo ya venía aflojando, pero este último mes, mucho más. Antes solía venir con la camioneta llena, con 100 cajones que entran, ahora vengo con 50, bajó muy mucho”.
Por su parte, Erlinda, productora hortícola de Villa del Prado, quien además tiene una verdulería, también describe la fuerte retracción en el consumo, especialmente desde las fiestas de Navidad y fin de año del 2020: “(Los clientes) Compran menos y vienen menos, las dos cosas. Muchísimo bajó el consumo, yo creo que un 70%. El año pasado, íbamos 5 días al mercado a comprar la mercadería, ahora vamos 2, es muy raro que vayamos 3 días. Hoy en día, la gente, en vez de llevarse 1 kilo, compra uno o dos tomates, una planta de lechuga”.
La situación en las ferias no es muy diferente, tal es el caso de la Feria Agroecológica que se desarrolla en el predio de la Universidad Nacional de Córdoba, donde también se ha visto una fuerte reducción de la cantidad de personas que la visitan y las ventas han bajado tanto que, en algunos casos, no llegan a cubrir los costos. Así lo confirma Cecilia, productora de 60 Cuadras y feriante: “No tenemos vehículo y estamos teniendo que bancar el flete ida y vuelta. Nunca faltó para pagarlo, pero hace como ocho sábados que hay que sacar guita del pozo, como te volvés con verdura, entonces el porcentaje que queda no alcanza para costear la movilidad. Los chicos que van a la feria están llevando diez cajones de verduras y se vuelven con tres o cuatro, imaginate”.
(Imagen: MTE Córdoba)
Peligra la producción de primavera-verano
La dificultad de hacer frente a los gastos diarios (la canasta básica total por persona según INDEC es de $21.517,26) pone en riesgo la continuidad en estas actividades y de los espacios de ventas al limitar la posibilidad de reinversión en el emprendimiento productivo.
La mayoría de los insumos utilizados en el agro están dolarizados y, sumado a los aumentos del alquiler de la tierra, entre otros, se pone en riesgo la producción de primavera-verano.
Este período representa la temporada más importante para las familias, ya que se siembran hortalizas de fruto (como tomate y morrón) que se suelen pagar a un mejor precio en el mercado y que aumentan el consumo de la población, permitiéndoles a los productores ahorrar para cubrir los gastos de los meses en los que los ingresos son menores.
Ante esta situación, las familias horticultoras recurren a diversas estrategias como dejar de sembrar hortalizas de fruto, recurrir a planes de financiamiento para la compra de insumos, reducir la cantidad de superficie bajo producción, entre otros.
“Yo ahora no tengo nada para sembrar, solamente apio. En verano, acostumbramos tener pimiento, verduras chicas, brócoli, repollo, todo eso. Este año, no, es muy cara la semilla de pimiento, no llego, cada vez está peor y no alcanza. Únicamente podré poner chaucha, acelga, espinaca, lo más barato”, dijo Lucía, productora del Cinturón Hortícola de Córdoba.
“Nosotros tenemos la posibilidad que nos dan los semilleros. Por ejemplo, el de la semillería del mercado pone a precio de dólares, vos comprás hoy y mañana subió el precio del dólar. Ellos te dejan que les vayas entregando lo que podés, pero lo que vos compraste ahora, cuando lo terminás de pagar, es un montón”, agregó Diana, productora de Río Primero.
(Imagen: MTE Córdoba)
A domicilio
Pese a este contexto desalentador, y aunque también el consumo en esta modalidad se ha visto reducido y no se logra vender la magnitud de lo que se produce, la comercialización de bolsones de verduras a domicilio son la única forma en la que las familias productoras han podido obtener ganancias.
Así lo confirma Agustín, uno de los promotores de esta actividad a través de la comercializadora solidaria Pueblo a Pueblo: “Apenas arrancó Pueblo a Pueblo, era un volumen bastante superior al que estamos comercializando ahora, sobre todo porque la gente no podía salir por la pandemia, entonces, el envío a domicilio estaba siendo muy usado. Cuando la gente pudo salir un poco más, bajó, pero últimamente se viene manteniendo estable, inclusive creciendo un poquito a medida que esta alternativa de venta se va instalando”.
Y añadió que, desde la comercializadora solidaria, “hemos conseguido que (los productores) reciban un mejor precio por la verdura. Ni bien empezamos, durante la pandemia, el precio era superior a un 40% del que recibían en el mercado y últimamente se ha incrementado hasta un 60% más o menos. Además, el aumento que ha tenido el consumidor a través de Pueblo a Pueblo ha sido muy inferior a lo que se ve en el resto de las verdulerías. Arrancamos en $300 y hoy el bolsón familiar está en $400 después de un año y medio, subió un 30% nada más, comparado con la inflación es nada y hemos mantenido una oferta de productos más o menos estables”.
Aunque parcial y breve, este análisis da un panorama sobre la situación que están viviendo actualmente las familias hortícolas cordobesas, permitiendo además detectar la necesidad de pensar en políticas públicas de promoción de la agricultura familiar, de acceso a la tierra para la producción de alimentos y de regulación del mercado, para que sea una actividad viable para estas familias y que la población pueda acceder a alimentos a precios accesibles. Estrategias que deberíamos comenzar a indagar si queremos avanzar en la construcción de un sistema agroalimentario más justo y sustentable.
* Por Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE Córdoba)