"Los indígenas no salimos de abajo de una piedra, de la selva, ni de alguna cordillera, estábamos acá hace miles de años con nuestras propias normativas, estructuras y conocimientos del mundo que habitamos. En este territorio éramos más de cinco millones, cuando llegaron de los barcos avasallando esta forma de vida", escribe el lonko mapuche Mauro Millán sobre la construcción del Estado Nacional en base a mitos y prejuicios.
Mauro Millán*
El Estado argentino se inauguró con normativas, estructuras, lenguaje, religión, ideologías traídas de Europa. Pero ese acto fundacional, incluyó una de las tragedias más dolorosas que se ha vivido en este territorio: cientos de miles de indígenas asesinados, desplazados, esclavizados, y despojados de su territorio ancestral. Y esa conformación no fue en un proceso de consenso entre pueblos indígenas y europeos nacidos acá. Por eso, decir que el Estado argentino es un país de consensos y acuerdos es acrecentar ese negacionismo impregnado de racismo y supremacismo.
El presidente Alberto Fernández dijo “Los mexicanos salieron de los indios, los brasileños salieron de la selva, pero nosotros, los argentinos, llegamos en los barcos de Europa” ¿Habrá expresado esto porque lo invade una profunda ignorancia de la historia de este continente o porque dejó fluir su pensamiento como una pieza más del colonialismo estructural? Lo que sorprende es que el presidente sea tan sincero al momento de negarnos y negar nuestra existencia. Los indígenas no “salimos” de abajo de una piedra, de la selva, ni de alguna cordillera, estábamos acá hace miles de años con nuestras propias normativas, estructuras, lenguajes, espiritualidades y conocimientos del mundo que habitamos. En este territorio en particular éramos más de “cinco millones”, cuando llegaron “de los barcos” avasallando esta forma de vida.
Lo que subyace en esa frase no es un simple tema de discriminación, tampoco es una mera discusión mediática. Porque el problema no es que a nuestro territorio haya llegado gente europea, con distinto color de piel y con distintas identidades, lo terrible es que muchos trajeron una ideología de odio que aquí cultivaron; una ideología basada en la explotación, la invasión, la apropiación y el privilegio.
El presidente está expresando claramente su postura de sostener ese proyecto anhelado de argentinidad blanca; un proyecto inviable sin la violencia permanente hacia los pueblos indígenas que sobrevivimos y nos volvimos a levantar en nuestro territorio, como es la historia del Pueblo Mapuche.
Los dichos del presidente sinceran las intenciones de las políticas persecutorias hacia nosotrxs y aclaran por qué no estamos en las agendas de la diplomacia política y sí en la agenda del sistema judicial o de seguridad. Y acá las tendencias no cuentan. Quienes expresan su postura hacia la derecha, centro o centro izquierda tienen la misma visión, la misma ideología negacionista.
Estas expresiones racistas explican también por qué al Pueblo Mapuche Tehuelche se nos judicializa, por qué ese Estado “bajado de los barcos” nos persigue sistemáticamente hasta el grado de asesinarnos y por qué los asesinatos quedan impunes, como el de Rafael Nahuel. La frase de Alberto sentencia nuestras luchas por el territorio. Revela los fundamentos racistas con los que legitima el proceso de criminalización de quienes llevando adelante esas luchas y reivindicaciones de derechos.
En su pedido de disculpas por twitter el presidente dice que a mediados del siglo XX llegaron más de cinco millones de inmigrantes de Europa y de otras partes del mundo como Asia o Medio Oriente. Dice que estos inmigrantes “convivieron” con “nuestros pueblos originarios”, incluso agrega que se “siente orgulloso de esa diversidad”. En primer lugar, los pueblos indígenas no somos propiedad de nadie. Hablar de “nuestros aborígenes”, “nuestros indígenas” o “nuestros pueblos originarios” implica una mirada paternalista, muy recurrente en los sectores progresistas de derechos humanos, de la que ya estamos más que hartos. Además, y en segundo lugar, a mediados del siglo XX no hubo tal “convivencia”. En las décadas del 20 al 50 hubo un proceso sistemático de desalojos masivos y muy violentos. Acabábamos de padecer el intento de exterminio y, sin embargo, estábamos remontando nuestras economías y fortaleciendo nuestra cultura ancestral. Entonces el Estado inicia una nueva oleada de desalojos. Para el Pueblo Mapuche Tehuelche esas décadas de “mediados del siglo XX” fueron nefastas, fueron años de mucha tristeza. Con la expansión de la ganadería y la llegada de inmigrantes el Estado legitimó masivas expulsiones de comunidades mapuches tehuelches y de otros pueblos originarios en el resto del país. En tercer lugar, “orgulloso” dice estar el presidente.
Evidentemente la desconstrucción del pensamiento colonial lejos está de quienes son mandatarios o quienes administran los destinos de este país. Sin embargo, tiene que haber un mensaje para el resto de los argentinos: la identidad como nación no fue consultada sino impuesta y el primer acto fundacional que tuvo el Estado argentino fue quedarse con nuestros territorios ancestrales. Pero la sociedad argentina tiene que saber que estamos y que existimos por más que nos nieguen.
Expresiones tan obtusas, miopes e ignorantes como la que crudamente expresó el presidente, ponen en evidencia que el Estado argentino está cada vez más conflictuado con la presencia de los pueblos que reivindican sus derechos fundamentales.
*Mauro Millán es lonko mapuche del Lof pillan mawiza, Chubut Puelmapu.