Guardia Wichí. Foto: Huerquén
Huerquén entrevista a Ariel Fabián
A principios de marzo, la noticia de la creación de la “Guardia Comunitaria Whasek Wichí” en El Impenetrable chaqueño causó espanto en la prensa “bien pensante” de Argentina. Chaco Día por Día hablaba de un “grupo armado en el Impenetrabable”. La Nación titulaba “Alerta en Chaco por la creación de guardias armadas en territorio wichí”, mientras que, adentrada la nota, los testimonios desmentían el hecho de estar armados y no hay pruebas que demuestren lo contrario. En Perfil se tituló: “La creación de la ´guardia comunitaria´ wichí causó alarma en el Chaco” y se enfatizaba el uso de “ropa militar”, fotos que mostraban gente en formación, carteles pintados a mano y un hombre cargando un fusil… ¡que resultó ser de aire comprimido!
A las imágenes de impacto descontextualizadas le sumamos una música de videojuego violento y en siete minutos de Telenoche se cocina un espanto profundizado por la irremediable falta de comprensión ante procesos complejos.
Irremediable porque, en verdad, no interesa la comprensión sino la estigmatización. Las imágenes de indígenas formados y la palabra “guardia” alcanzaban para abrir un nuevo capítulo en la demonización de las iniciativas de organización de los pueblos originarios que el poder sabe inocular.
Entre tanto ruido lo mejor es acercarse a la fuente directa, a quienes están sosteniendo el proceso de las guardias día a día: ¿qué es la Guardia Comunitaria Wichí Whasek? ¿Por qué surgió? Para intentar entender de qué se trata, un primer ejercicio es reparar en su nombre: el “Whasek” es un escuerzo (no “esfuerzo”, como se escribió en algunas notas), un sapo grande del monte que “siempre está en su mismo lugar y ante cualquier ataque se aferra dentro de su territorio”, dice Ariel Fabián, vocero de la guardia.
“Ataques”, “territorio”, “monte”: las primeras claves sobre lo que realmente está pasando en el Impenetrable chaqueño y que está en la base de esta novedosa forma de organización comunitaria. Reconocimiento Municipal
En noviembre de 2018 comenzaron las conversaciones con la población indígena de El Sauzalito con la finalidad de armar la guardia comunitaria en articulación con la municipalidad. Mediante la ordenanza 952/18, se reconoció y declaró “de interés municipal” a la Guardia Comunitaria junto al Cuerpo de Bomberos del Pueblo Wichí en las localidades de El Sauzalito, Wichí El Pintado, Sauzal, El Vizcacheral, Tres Pozos, El Tartagal, Cevilar y Fortín Belgrano. La ordenanza detalla objetivos: “Cursos de capacitación, guardia permanente, acciones concretas e intercambios con Instituciones del medio en actos de seguridad, sociales, culturales, oficios varios para damas y caballeros”.
El reconocimiento y declaración de interés municipal supone una articulación con las instituciones que tienen responsabilidades en materia de seguridad y en el combate y la prevención de incendios. Dicha articulación nace de la necesidad, ante el abandono, sobre todo de las juventudes wichí afectadas directamente por las violencias que atraviesan su territorio: la violencia de un sistema social sanitario ausente y una educación que no respeta la autonomía del pueblo wichí, más la violencia del desmonte, el narcotráfico y la falta de opciones de vida. Muchos jóvenes dejaron de andar en el monte con sus padres y tampoco se hallan en el pueblo. Entonces hay una nebulosa general sobre qué hacer en la vida. En las guardias, convergieron estos elementos: en los lugares donde se entrena, también se practica deporte, se enseñan oficios, se revitaliza la cultura y se estudian las leyes. En El Sauzalito, la mayoría de quienes forman parte de la guardia son chicos y chicas entre 19 y 20 y pico de años. Es la generación testigo de los efectos del atropello de los derechos de sus padres y abuelos.
El surgimiento
–Huerquén: ¿Cómo surgió y cuál es la legitimidad que tiene la Guardia en el territorio?
–Ariel Fabián: Nació hace 7 meses. El motivo de que nazca esto, es el abandono del Estado. Viendo la Constitución nacional, son la ley provincial y la internacional con el Convenio 169 que dice con claridad que nos da autoridad y legitimidad dentro de nuestro territorio. Entonces dijimos, si nosotros estamos abandonados, tenemos que organizarnos de otra manera. Buscamos entonces ser visibles, con otros mecanismos. Y dijimos: nos están llevando la madera, se están llevando todo el patrimonio que tenemos dentro de la comunidad; hagamos algo fuerte para nosotros y para la sociedad. Y se optó por una forma de defensa, que es la guardia. Se buscó cómo iba a ser la vestimenta: primero iban a ser unas remeras con letras como guardia comunitaria, y después como eso no pegó mucho, cuando empezamos a usar la ropa camuflada, ahí llamó la atención. Y ahí empezó el despertar de la sociedad: empezaron a decir que había unos guerrilleros, unos comandantes y un montón de cosas, cuando en realidad nuestra idea, de nuestra organización, era visibilizar, hacer los papeles y que la sociedad lo tomara como otra alternativa de seguridad.
Hacer los papeles es lograr la resolución que de por sí nos aprobó el Consejo Municipal. Ahí se nos reconoció, desde ahí estamos en las leyes. Y ahora la idea es seguir trabajando para defender nuestro territorio, recorrerlo ordenadamente y coordinarnos, en caso de que el Estado quiera, y si no quiere da lo mismo, porque estamos cansados de que se nos lleven los recursos naturales. Entonces, con base en eso, estamos firmes y cada día se van descubriendo muchas cosas. Hoy se detectaron unos robos que la policía no pudo detectar y la Guardia Comunitaria sí.
Las metas de la Guardia
–Hqn: ¿Cuáles son los problemas sobre los que viene trabajando la Guardia?
–AF: Ahora estamos peleando para que no se desmonte. ¡Se está desmontando y son zonas protegidas! El gobernador firmó un decreto diciendo que no se va a desmontar y resulta que aparecen las máquinas. Se está viendo la posibilidad de coordinar con Greenpeace, que ya está en el territorio y está haciendo campaña para que no se desmonte. El monte o thañi para nosotros es muy importante. En el monte está la medicina. Del monte sale la comida, ya sean las chauchas, la mandioca, las frutas del monte, eso es lo que tiene el monte. Y también lo que tiene es que da las ramas, los gajos para que se dé la artesanía, digamos una salida para los artesanos. Respetamos al monte, porque nos da todo.
–Hqn: ¿Qué problemas preocupan y ocupan a la Guardia?
–AF: Inseguridad, violencia contra el pueblo wichí y el tema del narcotráfico. Acá en El Impenetrable no hay trabajo. Estamos preocupados por nuestra futura generación, si nosotros no nos hacemos cargo, ¿quién lo hará? El Estado no se está haciendo cargo. Nosotros, a través de la Guardia, queremos hacer acompañamiento a jóvenes que están en la droga y articular con organizaciones de rehabilitación y también que sirva para que eso no circule. Calculamos que en unos años ya no vamos a tener futuro, porque la droga va dañando al cerebro, a la persona. En diez años ya no tendremos gente que vaya a pensar por territorio, agua, derecho de salud, educación. La gente sería nula, por eso estamos re-preocupados; no estamos preocupados, estamos re-preocupados. Yo lo que creo es que nos están atacando por ese lado.
–Hqn: ¿Quiénes participan de las guardias?
–AF: Hay 160 jóvenes, mujeres y varones. Se acercaron voluntariamente y la preocupación que tienen es la inseguridad, la violencia y el racismo que pasan día a día. Quieren enfrentar eso. Quieren incentivar la paz. Hay otra guardia a 90 kilometros en Misión Nueva Pompeya, ellos están manejando un número de 190 personas. Y en El Sauzalito somos 160 personas.
–Hqn: Circularon rumores de que a quienes ingresan a la Guardia les prometían trabajo…
–AF: Si quieren defender el territorio, entonces bienvenidos al grupo. De ninguna manera estamos ofreciendo trabajo. Justamente lo que estamos planteando es que el gobierno no genera planes ni programas para los pueblos. Nosotros no dijimos que íbamos a dar trabajo, ¡si eso es lo que está haciendo falta!
–Hqn: ¿Cómo es la relación con los criollos?
–AF: Cuando en aquel entonces peleamos por las tierras, les dimos la oportunidad para que tuvieran 70 mil hectáreas, y bueno, nosotros les dijimos que tengan y ahora tendrían que agradecernos a nosotros los aborígenes, porque les dimos el espacio. Las 70 mil hectáreas se les entregó porque estaban dentro de la reserva aborigen y en esa parte los aborígenes no viven, nosotros estamos viviendo a las orillas del río. Preferíamos tener el título de propiedad de las 100 mil hectáreas a orillas del río, no donde el gobierno nos quería poner. Esas 70 mil que nos querían dar por fuera, dijimos que se las den a los criollos. Entendemos que tienen sus familias, tienen su ganado y dejamos que estén. Lo que dicen los criollos que quieren contrarrestar las guardias, ¡nos parece extraño!, porque ellos deberían de agradecer. Incluso se encontraron cosas robadas que eran de los criollos y se les entregó, están contentos con las guardias.
–Hqn: ¿Cómo es la rutina de la Guardia?
–AF: Para evitar todas estas cosas que pasan en nuestro territorio, dentro de nuestras tierras tituladas, circulamos, y en caso de que haya alguna cosa que no sea normal se trata de ver. Entonces se controla el territorio. Se encontraron motos robadas y cosas en el monte, un trabajo que no está haciendo la policía. Durante el día lo que se hace es estudiar las leyes, lo que es parte de la necesidad de nuestras tierras y hablar de lo que es el medio ambiente. Estamos tratando de convencer a las mujeres ancianas para que se sigan practicando los tejidos, y a nivel productivo estamos canalizando a través del INTA. Yo soy un vocero de la Guardia Comunitaria y así estamos organizados. Otros se dedican a hacer ladrillos, otros están haciendo la huerta. Y esas son las actividades que se están queriendo hacer en las guardias comunitarias. Muy pronto vamos a tener una capacitación de primeros auxilios. Y queremos hacer un taller audiovisual. No hay recursos del municipio, pero nosotros tenemos hermanos toba que están trabajando en el área de cultura y a través de ellos estamos pidiendo la capacitación audiovisual. Y también en salud tenemos otros hermanos que están en salud indígena. Gracias a estos contactos tenemos la posibilidad de pedir esto y que se concrete. Gracias a la solidaridad entre comunidades. Esta organización no es del municipio ni del gobierno, es una organización netamente wichí.
–Hqn: Respecto a la operatividad de la Guardia, ¿de cuántas hectáreas estamos hablando?
–AF: Hablamos de 100 mil hectáreas y en misión Nueva Pompeya, tierras tituladas del año 96, tenemos un territorio de 20 mil hectáreas. Desde Wichí-El Pintado hasta Fortín Belgrano tenemos unas 140 mil hectáreas. Es un montón de territorio para controlarlo con 300 personas.
Sueños y preocupaciones
–Hqn: ¿Cómo te imaginas que sería un futuro ideal para la comunidad? ¿Cuáles son los sueños de la Guardia?
–AF: El sueño máximo que tenemos es tener una articulación con el Estado, donde se expandan programas más académicos para que nuestros jóvenes tengan tafway (libertad) para ser alguien. Hasta el momento no tenemos abogados, no tenemos doctores, no tenemos profesionales. Entonces, el máximo sueño nuestro es eso, tener en 5 años nuestros primeros profesionales y que esos profesionales puedan trabajar en nuestro territorio y que puedan desarrollar en su propia comunidad y que su propia comunidad empiece a desarrollarse. Eso es lo que nosotros queremos. Por eso estamos re-preocupados, porque estamos viendo que nos están atrasando a nuestras futuras generaciones. Nuestra futura generación con drogas no va a ir a ningún lado.
–Hqn: ¿Cuál es la situación educativa del pueblo wichí?
–AF: No hay un diseño curricular que sea propio del pueblo wichí, porque no hay una ley que ampare que pueda tener su diseño curricular y que el propio indígena lo pueda manejar a su manera. Hasta el momento se manejan con los diseños curriculares del blanco. Pero hay personas que ya se están recibiendo como licenciados y creo que, partiendo de ahí, hay que armar algo paralelo para presentar un proyecto para el diseño curricular. Ahí vamos a avanzar un poco para que podamos tener lo propio, como los quechuas, como los aymara, que tienen un alto nivel en su forma de educación, paralela a la occidental.
–Hqn: ¿Qué mensaje le darías a la gente de la ciudad que vio las imágenes y se está imaginando cualquier cosa de lo que están pasando ahí?
–AF: Lo que yo quiero transmitir es que se saquen el miedo y espanto que la prensa buscó para criminalizar al pueblo wichí. Nosotros no somos violentos. Acá hay una organización que lo único que la diferencia y hace llamar la atención es la vestimenta. Pero lo que queremos es proteger nuestro territorio, nuestro territorio nos necesita. Y en esto tenemos que coincidir todos: nos están tumbando los árboles, nos están matando los animales, nos están contaminando los ríos. La sociedad tiene que tomar conciencia porque sin oxígeno puro no podemos vivir, sin animales tampoco, sin los ríos tampoco. Entonces tenemos que cuidar entre todos.
La naturaleza es parte de nuestro ser, los ríos son parte de nuestro ser, todo lo que hace a nuestro entorno. Hay una diferencia de cuando uno vive en la ciudad, porque no siente ese cariño, o quizás puede tener ese cariño, pero no tiene la posibilidad como estamos teniendo nosotros acá que vemos día a día a los animales y sentimos el aire puro. Tenemos que tomar conciencia. Nosotros siempre estamos pensando en nuestras futuras generaciones. Ellas tienen que gozar de esto y no permitir que venga gente… nosotros no estamos contra la gente extranjera, pero la gente extranjera es como que Chaco y Salta fuera el patio trasero, entonces vienen a tumbar todo y el producto se lo llevan al extranjero, y no. Nosotros tenemos que valorar nuestro suelo, nuestras tierras, nuestra provincia. Yo creo que eso está en primer lugar: el respeto a nuestro territorio. Para nosotros esto es de todos, no es únicamente de nosotros, es de todos.
Epílogo
La prensa hegemónica intentó instalar falacias apoyándose en el racismo que anida en nuestra sociedad, buscó construir una imagen de “indios violentos” para ocultar la violencia sistemática que viven las comunidades originarias de El Impenetrable, frente a las cuales han decidido organizarse. Desmonte en áreas protegidas, violencia hacia las mujeres, ataques a comuneros, falta de trabajo y oportunidades, avance del narcotráfico y las adicciones, avance de la frontera agrícola sobre territorio comunitario, contaminación de las aguas, pérdida de biodiversidad y, sobre todo, desidia estatal. Las comunidades saben que la palabra es un arma, que la mayoría de las veces fue usada contra ellas. Nos toca el desafío de intentar escribir algo distinto.