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El conocimiento del viento es fundamental en el territorio de la Autonomía de la Nación Originaria Uru Chipaya, pues son aprovechados para la agricultura, las lluvias y el mismo aire.

Federico Condori, profesor de la Unidad Educativa Puente Topater, ubicado en el ayllu milenario de Ayparavi, menciona que los vientos de esta autonomía contribuyen a la purificación del aire, ayudan a traer la lluvia escasa en el territorio y sobretodo facilitan las tareas de siembra.

El viento libera arena para dejar terrenos cultivables

“En el territorio, el viento se encarga de formar las dunas y cada año lo recorre varios metros, dejando un lugar cultivable que nosotros aprovechamos para sembrar quinua, papa, cañahua y todo lo que aquí se produce“, explica.

En efecto, el movimiento del viento libera emplazamientos cubiertos de arena, de modo que quedan espacios que conservan la humedad y son propicios para el cultivo, a esto la mano de los uru chipayas ayuda construyendo los siwis (diques).

Siwi (dique)

Los siwis son elaborados con tallos de la hierba dura y seca llamada pita. Dentro de un surco, ellas se yerguen sobre el suelo a una altura de aproximadamente medio metro y funcionan de barrera para el viento, de tal suerte que de una parte y de otra la arena se acumule.

Cada año, a medida que la duna avanza y que al campo se desplaza, se edifica una nueva linea de siwi delante de la anterior. “Para los visitantes pareciera que el viento es algo perjudicial pero para nosotros es algo preciado porque nos ayuda a vivir”, señala Condori.

Chawa, thami y këra, los vientos de Uru Chipaya

De acuerdo con  los usos y costumbres de esta autonomía indígena, los camayos son los sabios que cuidan la chacra y conocen la dirección y el comportamiento de los vientos, en este marco se caracterizan los siguientes:

  • Chawa, indica que va a caer la granizada
  • Thami, es el viento fuerte
  • këra, es el viento suave, débil y calmado.

Los këra son calmados y son empleados para ventear la quinua, en tanto que los vientos fuertes (thami) son utilizados para hacer recorrer los arenales. Los vientos fuertes se presentan de marzo a diciembre, siendo los meses más fuertes de junio a octubre.

Asimismo, durante la época de lluvias, se presentan los vientos del norte y noreste, éstos traen consigo las nubes que colaboran en la lluvia, mientras que los vientos del sur se la llevan.

De acuerdo con Condori, el viento del salar es el más uniforme y favorable para el venteo de la quinua. “Así aprovechamos las bondades de la naturaleza, por ejemplo, los jarkawis (vientos) que vienen del este en tiempo de Todos Santos nos anuncian que las lluvias van a llegar a los ayllus y son buena señal“, explica.

Las estructuras circulares sirven para protegerse del viento

Huayllichas. Foto: Gaioc Uru Chipaya

Cuando uno llega a la autonomía indígena de Uru Chipaya notará que la mayoría de las construcciones son circulares, incluido el cementerio que está en el centro del territorio. Y es que la finalidad de utilizar esta forma de edificación es evitar que el viento las destroce.

“Acá, después de que se secó el lago Tauca, el viento aumentó en correr incesantemente, por ese motivo los uru chipayas hemos empezado a construir los putukus y huayllichas que nos protegen mejor, porque las casas carpas no son aptas para este viento”, señala.

El profesor recuerda que algunas construcciones que no siguieron esa estructura fueron afectadas por los vientos fuertes, ese fue el caso del Coliseo de Uru Chipaya, pero no es sólo eso. “Estas construcciones también resisten mejor a las inundaciones y a los temblores que se producen acá“, complementa.