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Guaviare es un hervidero de biodiversidad y de conocimiento ancestral indígena. Pero también es el segundo departamento más deforestado del país, flagelo asociado al acaparamiento de tierras y a la ganadería extensiva. En 2017 perdió más de 38.000 hectáreas de bosque, cifra que podría haber llegado a más de 70.000 hectáreas el año pasado.

El Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete, hogar de pueblos indígenas en aislamiento voluntario hace cientos de años y de animales y plantas aún desconocidos para la ciencia, ya fue mordisqueado por la deforestación. A finales de 2018, después de su ampliación y declaración como Patrimonio de la Humanidad, sobrevuelos revelaron parches de más de 1.000 hectáreas y una carretera que serpentea por su sector noroccidental.

 

Ante este panorama, la Gran Alianza Contra la Deforestación, iniciativa de SEMANA, el gobierno de Noruega y el Ministerio de Ambiente, adelantó en San José del Guaviare el primer foro y taller regional de la iniciativa ‘Hacia la Construcción de una Estrategia Efectiva de Protección de Nuestros Bosques’. Actualmente la Gran Alianza realiza talleres en las zonas más afectadas por la deforestación, en donde la comunidad participa en la construcción de un documento que valora, analiza y desglosa las causas y las soluciones que proponen en las regiones.

Este documento será presentada a diferentes entidades del gobierno y otras instancias encargadas de tomar decisiones para frenar la deforestación. De la misma manera, se divulgará en la regiones a través de los medios que hacen parte de la Alianza, además de la plataforma informativa de SEMANA.

 

 

SOS por los bosques del Guaviare

El pasado 8 de febrero en San José del Guaviare, más de 200 campesinos, indígenas y jóvenes acataron el SOS por los bosques convocado por la Gran Alianza en un encuentro en el que unieron sus voces en una sola.

Con ayuda de expertos de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible, Parques Cómo Vamos, Instituto Sinchi, Ideam, Fundación Alisos y la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Norte y Oriente Amazónico, plasmaron las acciones que consideran necesarias para erradicar la deforestación. No sin antes alertar sobre la situación que padece el departamento.

Manifestaron sentirse estigmatizados. Según ellos, los controles y la aplicación de la ley están empecinadas en acabar con el pequeño productor, cuando los que tumban bosques de hasta 1.000 hectáreas son terratenientes con un fuerte brazo financiero que han llegado de otras regiones a adueñarse de las tierras. “Todos saben quiénes son, pero no ha surtido la primera captura o acción judicial efectiva en su contra”, dijeron los voceros de las comunidades del Guaviare.

La corrupción salió a relucir. La comunidad aseguró que las mafias, con participación de entidades gubernamentales de la región, obligan a los campesinos a venderles sus fincas a precios bajos, para luego convertir los bosques en potreros. Algo que está detonando un nuevo desplazamiento forzado. Nadie denuncia por miedo a las represalias.

Afirmaron que tienen toda la intención de dejar la tala, pero para eso demandan apoyo del gobierno para desarrollar actividades productivas sostenibles, poner en marcha proyectos como la forestería comunitaria, y mayores inversiones económicas para la comunidad. Quieren vivir del bosque, pero no cuentan con una estrategia para hacerlo. Piden diálogo con el Estado para crear juntos una alianza regional que permita frenar la deforestación.