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Vientos de guerra en el Norte de Cauca

 

 

 

 

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El resurgimiento de los grupos armados en el norte del Cauca significa un retroceso frente el periodo de paz que vivieron estas poblaciones, históricamente azotadas por la violencia. La decisión de los indígenas Nasa de eliminar todo los cultivos de coca y marihuana ha causado enfrentamientos entre el movimiento indígena y los grupos armados que están en la zona. Incrementan las amenazas a gobernadores indígenas y el reclutamiento de menores de edad.

Los líderes indígenas han manifestado que no quieren la militarización de sus territorios.
Cortesía Noticias Caracol

En la noche, las montañas de Toribio, en el norte del Cauca, parecen un inmenso pesebre, pero las luces que adornan los cerros no tienen el encanto de la navidad. En realidad, son invernaderos donde crecen extensos cultivos de marihuana. No muy lejos de allí, en Corinto, también florece la coca en medio de los cultivos de pancoger de los campesinos. El panorama se divisa desde los resguardos indígenas Nasa que son vecinos de estas poblaciones, allí la comunidad ha decidido, mediante asambleas, que los cultivos de uso ilícito no van más en sus territorios.

Esta decisión ha causado un enfrentamiento entre el movimiento indígena y los distintos grupos armados que hacen presencia en la región. Para Giovany Yule Zape, coordinador político del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), ésta va a ser una lucha muy complicada porque que los va a colocar en el ojo del huracán y asegura que, si no son capaces de acabar paulatinamente con los cultivos ilícitos, se convertirán en un cáncer que arrasará con sus resguardos.

La situación no pinta nada bien, el movimiento indígena vive bajo constantes amenazas de los grupos armados, sus líderes son acosados en forma permanente dice Liliana Guejia, integrante del equipo de derechos humanos de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN). Frente a las medidas de protección, los mandatos de defensa a la vida y la prohibición del uso de las armas genera un conflicto con la Unidad Nacional de Protección por eso ellos han solicitado un enfoque diferencial para sus territorios, es decir, protección pero sin armas, un tema difícil de conciliar y al que el gobierno, según ACIN, no le ha dado prioridad.

Resistencia pacífica frente a la guerra

Así las cosas, para ellos las medidas de protección colectiva son las que puede brindar la Guardia Indígena, una fuerza civil que ejerce control territorial en los resguardos. Sus miembros están armados tan sólo con un bastón de madera y la férrea decisión de la comunidad de acudir en masa ante cualquier incidente con los grupos armados. Desde muy jóvenes los indígenas Nasa se incorporan a la Guardia, los Kiwe Tegnas, como son conocidos, son los encargados de alertar a la comunidad ante cualquier amenaza. Para eso se valen de una red de comunicaciones que cubre la mayor parte de los Cabildos indígenas de esta región del Cauca.

Andrés Pilcué hace parte de una vieja dinastía de Kiwes, dice que para su familia es un honor hacer parte de la guardia y que no temen arriesgar sus vidas en el momento de enfrentar con sus bastones a hombres armados con fusiles. La guardia realiza puestos control en puntos estratégicos donde saben que se mueven los grupos irregulares y también donde pueden transitar las caravanas del narcotráfico.

Según ACIN en el 2018 fueron incautadas 28 armas entre fusiles, armas cortas y municiones. También en los retenes cayeron aproximadamente ocho toneladas de marihuana, un número bajo para la gigantesca producción del alucinógeno en la región. Sin embargo, en la asociación dicen que las incautaciones son mensajes de control.

Según las resoluciones emanadas de las asambleas del pueblo Nasa, todo insumo para narcotráfico, cargamentos de coca, marihuana o amapola, que sean incautados en los puestos de control, serán destruidos. El mismo tratamiento tendrán el armamento y las municiones. Los dueños del embarque serán capturados y en el menor tiempo posible se convocará a una asamblea extraordinaria para iniciar el proceso de investigación, juicio y sentencia. Pablo Emilio Quitumbo, Nejwesx de Jambaló, autoridad tradicional, dice que quieren dar ejemplo de la eficiencia de su sistema judicial.

Para el pueblo Nasa, estas son rupturas de la armonía, un concepto que representa el equilibrio entre el hombre y la naturaleza. Cuando ese equilibrio se rompe, hay una desarmonización en los territorios, por eso, más que cárcel, ellos hablan de centros de armonización, lugares a donde son conducidos los sentenciados para iniciar su proceso de curación.

Alertas tempranas frente a la guerra

En los últimos días, la zona rural de Corinto ha sido escenario de varios combates entre guerrilleros del Epl y disidencias de las Farc, los enfrentamientos dejaron dos muertos y una gran incertidumbre en las comunidades indígenas que no vivían hechos como este desde hace más de un año cuando las Farc salieron de sus territorios, fruto de los acuerdos de paz de La Habana.

Este nuevo brote de violencia era esperado por los líderes del movimiento indígena que culpa a milicianos de las desmovilizadas guerrillas de las Farc de sembrar el terror en sus territorios. A estos grupos armados residuales atribuyen los indígenas el asesinato el pasado 7 de diciembre del gobernador del Resguardo de Huellas, Caloto, Edwin Dagüa, quien hacia cumplir el mandato de su comunidad de rechazar los cultivos de uso ilícito y la presencia de los grupos armados en los resguardos.

Como si fuera poco, las amenazas a los gobernadores indígenas son cada vez más preocupantes. Hace algunos días, un panfleto, supuestamente firmado por las Águilas Negras, le puso precio a la cabeza de los principales líderes. Desde el CRIC, Giovanny Yule dice que el panfleto recuerda las peores épocas del extinto narcotraficante Pablo Escobar y asegura que esa es la forma como está actuando la estrategia del narcotráfico en los territorios indígenas.

No quieren tropas en sus territorios

Aunque en la zona encontramos presencia de efectivos del Ejército, los líderes indígenas han manifestado que no quieren la militarización de sus territorios. Desde la Asociación de Cabildos (ACIN), aseguran que no hay avances con el gobierno y la respuesta es el envío de tropas a la zona. Los gobernadores dicen que no es la solución a los graves problemas que viven y, por el contrario, su presencia le echa más leña al fuego porque genera un teatro de operaciones donde la más afectada es la población civil.

Pese a la posición del movimiento indígena, el Brigadier General Jorge Hernando Herrera, comandante de la Vigésima Novena Brigada, que coordina las operaciones en esta región, dijo que el Ejército ya está en la zona y pidió el acompañamiento a los líderes para permitir que las tropas del comando operativo puedan hacer presencia en sus territorios.

Otro de los problemas que enfrentan las comunidades es el reclutamiento de menores de edad por parte de los grupos armados.

Wilmer Quiscué, Sat Wesx del resguardo de Corinto, dice que tiene cinco casos confirmados de jóvenes que han sido reclutados por estos grupos. Asegura que sus familias están pidiendo ayuda a las autoridades indígenas para que gestionen la devolución de sus muchachos, pero dice que ellos fueron cooptados por el dinero fácil que ofrecen los grupos gracias a las millonarias rentas del narcotráfico y ve que es muy difícil que los jóvenes regresen con sus casas.

El resurgimiento de los grupos armados en el norte del Cauca significa un retroceso frente el periodo de paz que vivieron estas poblaciones, históricamente azotadas por la violencia. Viendo las montañas de Corinto, Wilmer recuerda los oscuros días cuando el sexto frente de las Farc se ensañaba con esta población a punta de cilindros bomba y metralla. Dice que les esperan días difíciles en este inicio de año porque los cultivos de uso ilícito, combustible de la guerra, aún están vivos en la región.