Colombia la han contado maestros de la literatura y de la crónica, pero faltaba en ese puzzle narrativo la voz de los pueblos indígenas, una pieza que ahora completa la tecnología con un proyecto que busca salvaguardar la mirada que los pueblos ancestrales han hecho de su territorio.
"El proceso de apropiación de los medios y de nuevas tecnologías por parte de los pueblos indígenas en Colombia es largo. Arranca más o menos en la década de los 70 y 80. Sin embargo, toma fuerza después de la Constitución de 1991, cuando Colombia además se reconoce como un país multiétnico y pluricultural", explicó a Efe Angie Forero, coordinadora del proyecto.
La labor no es tan fácil para unas comunidades en las que la palabra es sagrada y se transmite de generación en generación a través de la comunicación oral.
Conscientes de su importancia, han sabido adaptarse a las herramientas que les presta el siglo XXI para perpetuarla. Gustavo Ulcué, comunicador nasa, lo explica en "Memorias del encuentro", uno de los espacios del proyecto: "Para mí lo audiovisual parte del fuego, porque cuando se está escuchando una historia esas llamas que estoy viendo se van moviendo y eso se va proyectando en imágenes, es otra forma de ver lo audiovisual sin que allí esté presente una máquina".
"Ellos empezaron por un lado a acercarse a todo lo que tiene que ver con cámaras y vídeo muy de la mano de antropólogos y de realizadores audiovisuales, de cineastas como Marta Rodríguez o Pablo Mora (...) hay algunos grupos de la Sierra Nevada y del Cauca principalmente que empiezan a entender el uso de las cámaras, primero de la mano de estos realizadores pero después de un tiempo ya buscado por ellos hacer sus propias películas", comentó Forero.
En paralelo y desde la década de los 2000, ha habido indígenas que comenzaron a crear sus primeras emisoras que nunca han llegado mucho más lejos de las fronteras de sus pueblos.
A través de "Multimedia Comunicación Indígena" y gracias a internet ese problema queda parcialmente solventado y son las radios indígenas protagonistas en partes del proyecto.
"La comunicación nos identifica como seres colectivos, porque siempre estamos intercambiando, dialogando, sintiendo, pensando, soñando y expresando en comunidad; tiene como fundamento una ética y una espiritualidad donde los contenidos, los sentimientos y los valores son esenciales para la vida y la convivencia entre los seres", reza la propuesta de política pública de comunicación indígena.
Aprenden así y con una herramienta que les era ajena a comunicarse con "los espíritus, el agua, el fuego, el viento, las plantas, los animales y con todos los hijos de nuestra Madre Tierra", subraya su propuesta.
No obstante, Forero comenta que los procesos de integración "de narrativas distintas no ha sido tan fácil y ha sido un proceso de aprendizaje para las mismas comunidades".
"En un principio algunos cuentan que tomaron estas herramientas pero no entendían bien el sentido de para qué usarlas y se dieron cuenta que lo importante no era tanto aprender a usar una cámara, una grabadora y a producir los contenidos, sino lo importante era el entender el para qué de estos medios", subraya.
También fue necesario que comprendieran "cómo con estos medios podían explorar lo que ellos llaman comunicación propia, sus formas propias de comunicación y volver a lo propio".
La apropiación ha tenido una cronología diferente entre las 102 comunidades indígenas que viven en Colombia, en muchas ocasiones en zonas remotas o de difícil acceso.
Por eso, también la reflexión de "para qué los medios, para qué usar estas cámaras" ha llevado un ritmo diferente, detalla Forero.
"Es cuando surgen las escuelas propias de comunicación, escuelas lideradas por las mismas organizaciones indígenas donde se busca que los jóvenes indígenas aprendan del uso de herramientas comunicativas pero partiendo del sentido de lo propio, de entender el papel que puede jugar la comunicación frente sus procesos de reafirmación y revitalización cultural", comenta.
El resultado de todo el esfuerzo es una pieza que faltaba en ese rompecabezas que es contar un país, la crónica de quien lo ha vivido desde antes que le pusieran nombre.
FUENTE: EL TIEMPO