El "fin del mundo", como se le conoce al sur de Argentina, parece tierra de nadie. Pero tiene dueños. Por la propiedad de estas vastas mesetas rodeadas de montañas se han enfrentado indígenas y terratenientes por al menos dos siglos. Y el caso de Santiago Maldonado, un tatuador bonaerense de 28 años que desapareció hace un mes este viernes, se ve acá como un nuevo episodio de ese conflicto.
Un conflicto que de vez en cuando sacude a la tranquila y remota Patagonia, a donde Maldonado había llegado desde la capital.
Vuelta del Río
En Vuelta del Río, el predio en el noroeste de la provincia de Chubut donde según testigos Maldonado estaba protestando junto a indígenas mapuches antes de desaparecer, el silencio solo se interrumpe cuando pasa un automóvil.
Cada tanto desfila una liebre, un zorro, un tero. Pueden pasar decenas de kilómetros sin que uno vea a alguien.
Y si no fuera por las cercas que separan los lotes, se podría pensar que estas accidentadas llanuras amarillas (por los coirones), verdes (por los pinos) y blancas (por la nieve) no tienen dueño.
Dueños, sin embargo, hay unos cuantos.
Acá, 70 kilómetros al sur de la ciudad hippie donde vivía Maldonado, El Bolsón, la tierra está a nombre de la textilera italiana Benetton.
Y Maldonado adhería a la causa mapuche por la recuperación de su "tierra ancestral".
Una lucha de siglos
El grado de la militancia de Maldonado, así como su paradero y casi todos los detalles del caso, está en discusión. En investigación. En debate.
Un vigoroso enfrentamiento de versiones divide a Argentina. Y por su causa miles -de lado y lado de "la grieta"- van a protestar este viernes.
Pero, para entender lo que ocurre, hay que remontarse mucho más atrás.
El pueblo mapuche -estimado en casi 1.700.000 personas, 80% de las cuales viven en Chile- fue uno de los pocos en resistir a la conquista española durante la colonia.
Pero en la segunda mitad del siglo XIX, cuando Argentina buscaba consolidar su proceso de independencia, los mapuches fueron sometidos por el ejército en la llamada "Conquista del Desierto".
"En ambos países (Chile y Argentina) el pueblo mapuche fue expulsado y sus territorios ocupados", le dice a BBC Mundo Claudio Millacura Salas, coordinador académico de la cátedra indígena en la Universidad de Chile, en Santiago.
"Los niños que hablaban mapuche eran fuertemente castigados; había campamentos de concentración donde eran detenidos", cuenta.
Buena parte de sus tierras fueron vendidas o entregadas a inmigrantes europeos, como los vinculados a la Compañía de Tierras Sud Argentino, que llegó al país en 1891.
Esta organización inglesa luego pasó por manos de argentinos y en 1991 fue adquirida por el Grupo Benetton.
Del tamaño de Puerto Rico
Con las estancias que posee en Vuelta del Río, Benetton suma un total de 900.000 hectáreas en la Patagonia argentina, un territorio tan grande como Puerto Rico. No es la única empresa extranjera en la zona, pero sí la más grande.
En ese terreno la firma tiene aproximadamente 6.000 vacas, 40.000 ovejas, 20.000 hectáreas forestadas con pinos y 4.000 hectáreas con cultivos de avena, cebada y alfalfa, entre otras cosas.
BBC Mundo intentó visitar las estancias de Benetton y entrevistar a uno de sus voceros, pero la compañía comunicó no estar "brindando entrevistas por una cuestión de seguridad, para resguardar también a sus familias y a los empleados de la Estancia".
"Los acontecimientos están en manos de la justicia", aseguraron vía correo electrónico. Y adjuntaron un documento que detalla los ataques que personas autodenominadas mapuches han perpetrado a la empresa y terratenientes de la zona.
Se reportan hurtos de ganado, agresiones a trabajadores de la estancia (algunos de origen mapuche) y varios incendios, entre ellos el de una vieja y simbólica estación del ferrocarril que construyeron los ingleses en la zona.
Pero el último episodio de esta saga se empezó a escribir hace exactamente un mes.
Resistencia Ancestral
El 1 de agosto el grupo de mapuches de Vuelta del Río -y, al parecer, Santiago Maldonado- protestaban en la ruta 40 contra la detención de Jones Huala, un líder mapuche solicitado de extradición por Chile, que lo acusa de incendio en lugar habitado, porte ilegal de armas e infracción a la ley de extranjería.
Huala, de 31 años, es uno de los fundadores de la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), un grupo que valida la lucha armada en busca de la expulsión de terratenientes como Benetton, y ha sido uno de los principales defensores de la Comunidad Pulof, el grupo que se asentó en Vuelta del Río en marzo de 2015.
El acceso al espacio ocupado es exclusivo para mapuches.
Pero en la entrada, a 5 kilómetros del asentamiento, BBC Mundo entrevistó a uno de los voceros de la comunidad bajo el techo de una caseta que sirve de refugio para los encapuchados que hacen guardia día y noche.
"Asumimos la necesidad y el compromiso con nuestra gente para nuestro futuro de lo que es la recuperación del territorio para vivir de una forma más digna", nos dijo, mientras sus compañeros raspaban cueros de liebre con pequeños cuchillos.
Según Millacura Salas, de la Universidad de Chile, "el mapuche cree que la tierra no tiene nada que ver con lo económico". La tierra solo se interviene para la subsistencia individual, en la medida de lo necesario, buscando armonía, respeto.
Y eso, aseguró el académico, lo pone en ruta de choque con el sistema capitalista.
Algo que el vocero mapuche explica con el ejemplo del pino, que no es nativo de la zona.
"Benetton ha hecho acá una arremetida ecológica, porque el pino deja la tierra sin agua y árida y deja de ser productiva y eso da pie a que entren las mineras, las hidroeléctrica, las petroleras, y eso genera una catástrofe natural", afirmó.
"Con nuestra sangre"
El 1 de agosto no fue la primera vez que una protesta de esta comunidad terminó en enfrentamientos. Es frecuente, como también ocurre en otras zonas y en Chile.
Para ellos, la supuesta opresión al pueblo mapuche, acompañada de una persecución político-judicial, tiene 130 años.
"Y la única forma de denunciarlo y pedir que termine es con protestas como la de la ruta 40", justificó el mapuche de la Comunidad Pulof .
En el piso de la caseta se veían varias cosas: el pelo de la liebre que sale del cuero, la yerba mate ya usada y la ceniza de una hogueraque calentaba el agua y el ambiente.
También se veían un par de cartuchos de perdigón que, según los encapuchados, fueron disparados por la Gendarmería durante la represión de la protesta de aquel 1 de agosto.
"Lo que hacemos aquí es un ejercicio de autodefensa ante los atropellos que sufren las comunidades", afirmó el vocero, que en los enfrentamientos dijo usar hondas de lana y piedra.
Con vapor saliendo por su boca, aseguró no ser parte de la RAM, pero "reivindicamos su lucha como lucha propia, porque son nuestros hermanos mapuches", dijo.
"Lo único que se hace son los atentados al sistema capitalista, pero a lo material, no a lo físico de las personas", aseguró.
Y añadió: "Si tenemos que arriesgar este territorio con nuestra sangre, lo vamos a hacer".
Una "amalgama" heterogénea
A 10 kilómetros de la Comunidad Pulof se encuentra el Museo Leleque, una colección de objetos que Benetton recibió de varios terratenientes de la zona en la que se busca destacar la "amalgama" entre las comunidades nativas y los inmigrantes.
En la exhibición se asevera que, además de episodios bélicos "ocasionales", en el siglo XIX hubo "paz, comercio y alianzas" entre indígenas y europeos que se tradujo en un proceso de "aculturación".
Luis Loncón, un terrateniente de la zona, se siente producto de ese mestizaje.
"Tengo 50% de español y 50% de mapuche, como revela mi apellido", le dijo a BBC Mundo, mientras conducía una camioneta hacia el predio donde uno de sus galpones fue incendiado en noviembre de 2016.
"Entraron 8 hombres", recordó. "Tres atacaron al portero y los otros se fueron a incendiar el lugar, mientras gritaban 'marichi weu, marichi weu', que significa 'diez veces venceremos'", relató
Le quemaron 9 tractores y todo el equipo de riego, aseguró.
El padre de Loncón se jubiló de la estancia Benetton, con la que él ha mantenido una relación de vecinos cordial. Ha dedicado su vida a trabajar las 125 hectáreas que heredaron él y su esposa.
"Ellos (los mapuches) creerán que esa cortina rompe el equilibrio de la naturaleza y por eso tienen que atacarme", dijo de una cortina de viento que protege un cultivo de fresas.
"El fin del mundo"
El empresario es de los que piensa que a Maldonado lo escondieron o lo mataron los mapuches para sacar provecho político y ganar argumentos en la lucha por el terreno.
"Pero estos no son mapuches de verdad", indicó. "Estos son grupos terroristas, minoritarios, que están siendo avalados por hippies", aseguró, en referencia a las corrientes de contracultura que llegaron a esta zona durante el régimen militar de los años 70.
Para Loncón, la "amenaza" que significa el auge de estos grupos violentos que se denominan mapuches es equivalente a lo que pasó durante el gobierno militar con la guerrilla de los Montoneros.
Pero, como suelen hacer muchos argentinos, también precisa que no todos los mapuches son violentos: que son un pueblo heterogéneo y que muchas comunidades, sin desconocer al Estado, han obtenido terrenos por la vía legal.
En la zona se ven varias de ellas: tienen un territorio cercado que comparten con Benetton pese a que critican sus formas de intervenir la naturaleza.
"En todo grupo hay buenos y malos", explicó Millacura Salas, de la Universidad de Chile. "Los mapuches que responden violentamente lo hacen porque fueron violentados antes".
Mientras que para Loncón los violentos son organizaciones con intereses "que no son boludos, que tienen intelectuales detrás".
Por este predio inhóspito, explicó, pasan un gasoducto, una línea de fibra óptica, un río y una importante carretera.
"Yo espero que mi Estado argentino, que mi bandera, que mi patria responda a esta problemática, porque si la justicia no para (detiene) esto, esto va a terminar en una guerra civil entre ellos y nosotros", aseguró.
"O si no, nos va a terminar dando Benetton las armas", añadió a manera de chiste.
Loncón es católico de cuna, pero ha ido adoptando las creencias evangelistas y cree que los mapuches radicales son representantes del diablo.
"Si esto no lo para el Estado", concluyó, ya sin broma, "ahí sí vamos a ver el fin del mundo que anticipó la Biblia".
FUENTE: BBC MUNDO