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El descenso de los precios de las materias primas provocará en los países latinoamericanos una crisis debido la caída de la caja de los gobiernos, que estarán obligados a repensar sus políticas.

El análisis del sociólogo y escritor español Enrique Gomáriz Moraga es contundente y no muy alentador para las economías de Latinoamérica. En una entrevista con la agencia Efe, el experto sostiene que los tiempos de "vacas gordas" en los que "los precios de las materias primas se fueron arriba" e impulsaron un crecimiento superior al 6 por ciento -en especial por la demanda por parte de China- se terminaron, por lo que en la actualidad se empezará a atravesar una fase "no muy buena".

En la entrevista, de la que se hace eco Sin Embargo, el especialista asegura que "no se sabe muy bien cuánto va a durar" la época de "vacas flacas" debido a la caída de los precios del petróleo y a los "tirones de la economía china".

Los trastornos climáticos han, este año, causado grandes hambrunas, migración y el empeoramiento de la condiciones de vida para millones de familias rurales, especialmente mujeres y jóvenes. Mientras que los pequeños agricultores en todo el mundo produce los alimentos que la mayoría de los pueblos consume, los glaciares se están derritiendo a un ritmo alarmante, especies de plantas y animales están desapareciendo cada día, islas y naciones están siendo invadidas por océanos, los suelos se erosionan, los bosques queman y los eventos catastróficos, tales como huracanes, tornados, terremotos y tsunamis parecen noticias cualquier. Mientras tanto el sistema alimentaria mundial impuesto por las multinacionales es a la vez un fracaso total y una de la causa principal de la crisis climática inducida por el hombre. La dependencia hacia los combustibles fósiles para producir, transformar y transportar es responsable de un estimado de 44 a 57 % del total de las emisiones de gas a efectos invernaderos[1]. En vez de ofrecer una alimentación nutritiva para los pueblos del mundo, las multinacionales han producido hambre y obesidad, acaparamiento de tierras y desplazamiento rural y una crisis climática que ahora quieren resolver con falsas soluciones vendidas a la ONU.

Con ceremonias, actos oficiales y conmemoraciones se recuerda en toda América Latina el Día Internacional de la Mujer Indígena, pero también con marchas y protestas para expresar el descontento ante la violencia que ejercen las grandes empresas de extracción en las comunidades.

En los últimos días se han registrado diversos episodios de violencia hacia poblaciones indígenas, en especial hacia mujeres. Recientes estudios señalan que en México el 60 por ciento de las indígenas sufre violencia. En tanto, en Brasil se denuncia la presencia de sicarios masacrando indígenas en el marco de la lucha por la tierra, a lo que se le suman las recientes agresiones en Argentina donde, además, se continúa ignorando la protesta del pueblo Gom frente a la Casa Rosada.

Organizaciones campesinas e indígenas de 15 países se pronunciaron contra la siembra de transgénicos y de los monopolios agropecuarios y de comercialización, por lo que acordaron empezar una ruta de coordinación para impulsar lo que denominaron "agroecología campesindia", por ser "un paradigma de repuesto al colapso civilizatorio que vivimos".

En la proclama del Encuentro Internacional Economía Campesina y Agroecología en América, organizado por la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC), se comprometieron a luchar en sus respectivos países por la equidad de género y por los jóvenes, para que no se pierda el relevo generacional en el campo y el reconocimiento de la pluricultura.

El autor de Extractivismos: ecología, economía y política de un modo de entender el desarrollo y la naturaleza, Eduardo Gudynas, explica las implicaciones de ese modelo de desarrollo adoptado en Sudamérica. Se entiende por extractivismo (de gobiernos conservadores o progresistas) la extracción de recursos naturales en grandes volúmenes con el objeto de ser exportados.

¿Cómo ve el discurso transicionista de los gobiernos progresistas en relación al extractivismo?

La invocación de un extractivismo transitorio se da especialmente en Bolivia y Ecuador; sin embargo, no hay ninguna evidencia de que eso esté ocurriendo por varias razones: la primera es que la forma en que se usa la riqueza generada por el extractivismo en buena parte se destina a programas que profundizan más el extractivismo, por ejemplo, aumentar las reservas de hidrocarburos o alentar la exploración minera. Segundo, los extractivismos tienen derrames económicos que inhiben procesos de autonomía en otros sectores productivos, tanto en la agricultura como en la industria. El Gobierno tendría que tomar medidas de precaución para evitar esa deformación y eso no está ocurriendo, de hecho hay una deriva agrícola a promover cultivos de exportación mientras se aumenta la importación de alimentos. Tercero, como los proyectos extractivos generan tanta resistencia social (ejemplos recientes son el de los Guaranís de Yategrenda, Santa Cruz, o la reserva Yasuni en Ecuador), los gobiernos tienen que defenderlos de forma tan intensa que refuerzan la cultura extractivista en amplios sectores de la sociedad y por tanto inhiben la búsqueda de alternativas.