La intervención de Esteban Daza abrió el panel: Políticas estatales de tierras y territorios en Ecuador, Colombia y Bolivia: estudios críticos desde una perspectiva histórica y comparativa. Daza sostuvo que no se puede entender América Latina sin la comprensión de lo que realmente sucede en los países andinos, como Ecuador y Bolivia, autodenominados progresistas, y una Colombia catalogada abiertamente neoliberal. Debatir estas realidades y el papel de los movimientos sociales de izquierda contribuye en la conformación de un horizonte emancipatorio.
Daza describió la línea de tiempo de las relaciones entre el Estado y las organizaciones indígenas y campesinas en el marco de la disputa por lo agrario en los últimos 10 años. La Constitución recoge elementos centrales como la Soberanía Alimentaria y la redistribución de tierras; sin embargo, la aplicación de estos mandatos ya en territorios y, a través de las normativas como tierra y recursos hídricos, han sido causa del conflicto.
El pacto minero-energético, la sustitución de importaciones y la apuesta por el sector agroindustrial han sido las políticas públicas que se han concretizado en los últimos años sobre los territorios indígenas y de campesinos; cada uno de estos proyectos atenta contra la autonomía y los territorios de quienes los habitan.
El pago de la deuda agraria es el ejemplo práctico de la apuesta del presente régimen: tanto la Ley de Recursos Hídricos como la Ley de Tierras parten del principio de la productividad. La productividad entendida como la solución a los problemas de los agricultores; sin embargo, esto desplaza la denuncia por el acceso a la tierra a un reclamo pasado de moda: "repartir tierra en la actualidad es repartir pobreza", eso nos dicen las autoridades públicas.
Para finalizar, Esteban Daza manifestó que en los últimos dos años, el descontento y la pérdida del miedo a manifestarse en las calles dan otro matiz a la lucha por el campo en el Ecuador. Se acaban de reunir organizaciones indígenas, campesinas, obreros y estudiantes para debatir y proponer el Acuerdo Agrario Nacional que busca generar espacios de articulación con quienes luchan por la Reforma Agraria y la Soberanía Alimentaria.
La siguiente exposición se llevó a cabo por Nataly Torres, quien manifiestó que el derecho humano a la alimentación está siendo golpeado en el Ecuador. Debatir y pelear por la alimentación es luchar por la tierra y el territorio.
Manifestó que, así como en Colombia la desigualdad en la tenencia de la tierra es alta, en el Ecuador este problema es similar. Desde hace más de 50 años esta realidad no ha cambiado; lo mismo que pasa con la tierra pasa con el acceso al agua.
Las políticas públicas planificadas y ejecutadas por el régimen han sido muy ambiciosas y poco prácticas, el denominado Plan Tierras que prometió entregar más de dos millones de hectáreas a campesinos no logra cubrir ni el 2% de lo prometido. En su defecto, esta política ha traído muchos problemas a los campesinos que han comprado la tierra a precio comercial, pues ésta ha sido no solo una política ineficiente sino incompleta, pues entregar crédito y asesoramiento a los campesinos "beneficiarios" nunca se llevó a cabo.
La síguiente participación por Ecuador fue a manos de Carlos Carpio, dirigente de ASOMAC, quien relató cómo ha operado la política de tierra en el Ecuador. El dirigente mencionó que antes que apareciera el Plan Tierras, ellos habían peleado por la posesión de 675 hectáreas de tierra de una hacienda abandonada. Una vez que ellos tomaron la hacienda y la pusieron a trabajar, siempre existió la posibilidad que se la quitaran; eso dependía de cada gobierno de turno pero, sin embargo, cuando escucharon y conocieron de la posibilidad de obtener las escrituras de la tierra por la que habían luchado muchas años atrás, decidieron entrar a ser parte de la propuesta del Plan Tierras.
Este ha sido un gran error, pues por buscar la seguridad jurídica cayeron en un entrampamiento burocrático. En 2009, les entregaron las garantías de posesión. Dos años después, parte de su hacienda fue entregada a otra asociación de campesinos, lo cual ha causado varios problemas para aquellos que ya vivían y trabajaban allí, pues fueron desalojados, se perdieron cosechas e infraestructura productiva. Actualmente, están tomando acciones legales y planificando un reajuste en la entrega de tierras entre socios.
El bloque de discusión sobre Bolivia, tuvo la participación de Ruth Bautista del IPDRS. Ella destacó que el horizonte de la lucha de los movimientos indígenas se construye a través de la autodeterminación por medio de la resistencia; para lo cual, muestra las líneas de tiempo que han permitido a los movimientos sociales construir su propuesta de estado postcolonial.
Ruth destacó que el papel de los gobiernos indígenas en Bolivia son necesariamente territoriales, el conocimiento que tienen de su espacio permite una administración del territorio más cercana a la realidad. Finalmente, mostró la importancia de la lucha actual por la tierra y el territorio en América Latina y destaca la propuesta que tienen los campesinos para defender sus territorios.
El bloque de debates de Colombia articuló la propuesta de Jhon Jairo Cerna, de la Universidad Católica de Antioquia, Fernanda de Agrodescendientes y Diego del Colectivo Abya Yala. Las intervenciones dieron cuenta que no existe en el campo colombiano un relevo generacional. No se trata que el hijo de campesinos sea sólo campesino ya que este aspecto debería ser modificado por la estrategia de volver al campo por parte de aquellos que migran por la falta de oportunidades, y este volverá con una serie de nuevos conocimientos que fortalecerán al campo.
Otro de los debates que se dieron desde Colombia fue la importancia de los diálogos de Paz para los sectores campesinos, pues la paz toma matices en los territorios y no debe pasar desapercibido. Por ejemplo, aquellos campesinos que fueron desplazados por el conflicto desean que se les devuelva la paz que tuvieron.
De la misma manera, las organizaciones del campo dieron cuenta que la paz puede traer otras consecuencias si no es construida desde los territorios, pues la propuesta de desarrollo rural podría, sin un diálogo de saberes, generar una serie de nuevos desplazados por el desarrollo.
La última intervención a cargo de agrodescendientes, retomó las dos discusiones anteriores y mostró que la propuesta organizativa autónoma y diversa puede pensar y accionar un sector agrario diferente, la resistencia y la permanente lucha que le apuesta a la agricultura campesina y a la alianza entre el campo y la ciudad genera una serie de solidaridades entre los verdaderos actores del campo.
Fotografía y texto: OCARU