En el marco de la Casa de las Resistencias de las Mujeres, Oxfam organizó una actividad autogestionada, un conversatorio para reunir y hacer escuchar la voz de las mujeres de Colombia, Brasil, Perú y Bolivia. Bajo la consigna “Sin mujeres amazónicas no hay Amazonía: propuestas de mujeres defensoras contra la violencia y la destrucción de la naturaleza” líderes y representantes de diversas organizaciones compartieron sus experiencias y testimonios respecto a la manera en que el extractivismo impacta en la vida comunitaria y en sus propios cuerpos. Esta actividad realizada en la tarde del 29 de julio fue parte de una diversidad de actividades autogestionadas que se realizaron dentro del Foro Social Panamazónico 2022 en la Universidad Federal de la ciudad de Belém do Pará.
Con la dirección de Katterine Betancour (Oxfam, Colombia), se organizaron tres rondas de intervenciones en español y portugués. Se presentó Mayra, líder del pueblo indígena Shiwilo y presidenta de la organización de comunidades indígenas de mujeres que, a su vez, hace parte de la Organización Nacional de Mujeres Indígenas Amazónicas del Perú – ONAMIAP; Ely de la Mesa Municipal de Mujeres para la formación e incidencia de mujeres, de la Plataforma departamental de mujeres del Caquetá, Colombia; Magaly, integrante de Mujeres, Amazonía Y Paz, fundadora de la Plataforma departamental de mujeres y la plataforma nacional de mujeres rurales; Paula, representante de cinco pueblos indígenas de Pando y secretaria de justicia de la Central Indígena de Mujeres Amazónicas de Pando – CIMAP; Damary, secretaria ejecutiva de la organización campesina Bartolina Sisa, Bolivia; Denís, representante juvenil de una organización de campesinos extractivistas inspirada en Chico Méndez, Brasil; Ericka, representante de la Coordinadora Nacional de Quilombolas de Brasil; y Leticia, representante de una organización de pescadores ribereños.
La primera ronda de intervenciones abordó la situación que viven las mujeres con una serie de actividades, proyectos y empresas que intervienen sus territorios. En Bolivia, la situación mostró un territorio acechado por diversas actividades de la industria extractiva, la minería ilegal reciente, la intensificación de la extracción y venta de maderas y la exploración hidrocarburífera que, si bien realizó una consulta previa, recién está mostrando que la exploración sísmica tuvo impacto negativo en la disponibilidad de recursos como el agua, el desgaste de la tierra y la destrucción y derrumbe de árboles. Las organizaciones indígenas que tienen representación en diferentes instancias de los gobiernos locales y regionales, están pidiendo diálogos para ser escuchados, hacer respetar su territorio y están buscando aliados para trabajar estos temas con la profundidad que amerita. En Colombia, se está llevando a cabo la industria extractiva de forma legal e ilegal y esto afecta directamente a los derechos de las mujeres, pues llegan al territorio, dividen a las comunidades, y esto implica un riesgo para las familias. La ganadería extensiva también afecta a las mujeres, compran tierra, invaden y despojan de su tierra a las familias. Las aguas se contaminan y disminuyen los caudales. Existe una alerta para visibilizar lo que tenemos en el territorio en los planes de desarrollo territorial y hacer incidencia para la defensa de la biodiversidad.
En Perú, las mujeres indígenas sufrimos las múltiples violencias sufrimos el despojo territorial. El Estado peruano otorga concesiones para proyectos de infraestructura, sin consulta previa. La consulta es uno de los requisitos de un proceso administrativo, no se emplea adecuadamente. De esta forma, prolifera la tala, la deforestación, los monocultivos, la contaminación de la tierra. Las empresas y el Estado no comprenden el vínculo de las comunidades con el bosque, “es nuestra farmacia, las medicinas las tenemos de allí, en el contexto de la pandemia nos ha ayudado a sobrevivir, el Estado no ha llegado a nuestras comunidades”. Además, no se cuenta con la titulación integral de los territorios, sólo tienen seguridad jurídica los grandes grupos de poder. No hay justicia ambiental, la Amazonía peruana ha vivido más de 500 derrames de petróleo y se han constatado enfermedades que ningún sistema de salud atiende, ni se reparan los daños. La producción agrícola ha mermado, así como la disponibilidad de peces en los lagos y ríos. El proyecto de la Hidrovía Amazónica atenta contra la vida humana y la biodiversidad. Al reclamar por todos estos temas, las mujeres son criminalizadas, “las y los hermanos defensores han sido asesinados, nuestros territorios son nuestras casas, el tema de defensoras no es de recién, lo hemos hecho siempre, desde nuestras abuelas, lo hacemos de forma colectiva, con niños, abuelos, todas somos defensoras de nuestra casa”, indicó Mayra Macedo.
En Brasil, la bandera de lucha es afirmar que el bosque tiene gente “nosotros buscamos buenas condiciones de vida, vivir con dignidad y convivir con la alianza de los pueblos de la floresta (…) es un momento importante, entrelazar conocimientos, buscar otros conocimientos para movilizar. Intercambiar saberes es importante, nuestra lucha es la visibilización como pescadoras y pescadores, actividad milenaria, tenemos mucha relación con la educación para fortalecer a nuestras luchas (…) nuestras identidades, nuestros territorios, para nosotros es más sagrado. La tierra y bienes comunes pasan por un periodo en que necesita más de nuestra atención, nosotras las mujeres somos las que encabezamos en los territorios” afirmó Ericka.
La segunda ronda de participaciones abordó las acciones de las organizaciones rurales para hacer frente a lo anteriormente descrito. Una condición imprescindible es la organización, la lectura de contexto, la ratificación del acuerdo de Escazú, afirmar a las mujeres como sujetas de derecho de los territorios, recuperar y construir desde la sabiduría ancestral, producir semillas, reconocer los territorios y los derechos al acceso, uso, tenencia de las mujeres sobre la tierra, “no se puede hablar de paz si no se habla de las mujeres, no se puede hablar de la Amazonía si no se habla de las mujeres, somos centrales en la defensa del territorio” afirmó Magaly.
En Colombia se realiza la campaña Juntas somos victoria, para mostrar la voz y el rostro de las mujeres asesinadas por defender la paz, la vida, el territorio y sobre todo por ser ambientalistas. Entre 2021 y 2022, Colombia fue reconocido como uno de los países con más riesgos por ser ambientalistas.
Un aspecto importante en todos los países es la consulta previa, un protocolo que de paso a un proceso sustentable. Una fortaleza política frente al agronegocio es la posibilidad de “plantar nuestra propia comida, nuestro propio alimento; comer algo saludable, que no esté hecho con agrotóxico. En el mercado hay frutas bonitas, pero no sabemos cómo fue plantado, qué hicieron para que sea bonita”, afirmó Denís. Otro ámbito de la política es “ocupar esos espacios, es un momento de resistencia, hay que luchar por espacios, poner nuestra cara de mujer en todos los espacios y políticas” afirmaron desde Brasil. 0
Los rostros y voces de las mujeres pueden verse y oírse en diferentes espacios. Las radios comunitarias son sus ámbitos, proponen políticas públicas con enfoque de género en espacios de decisión, para que las propuestas no queden en libros o papel. Hay un fuerte impulso para generar legislación para que se reconozca a la madre naturaleza como sujeto de derechos.
Las estrategias de movilización siguen pasando por las calles y las protestas, pese al temor y el asedio a las y los defensores ambientales y líderes territoriales.
En Perú no se descarta renovar la carta constitucional y construir un estado plurinacional, pues son 55 pueblos originarios, algunos de ellos en proceso de extinción. Las mujeres peruanas necesitan “recuperar nuestras propias formas de organización, nuestra soberanía alimentaria y sostenible, y también hacemos frente a [por ejemplo] la ley de las autodefensas, que para nosotros es un peligro, nosotros tenemos nuestras propias formas de impartir justicia en los territorios; el Estado peruano, puede dar armas en los territorios y generar más violencia”.
En Bolivia, se reconoce que existen restricciones a las mujeres, por eso estos espacios sirven para que vuelvan a reencontrarse y reorganizarse, para que velen por sus propios derechos y territorios. Se destacó los espacios productivos, como ámbito de fortalecimiento de la autonomía de las mujeres y acceder a la equidad en el ejercicio de derechos. A través de la diversificación de cultivos se generan mayores capacidades para la resiliencia, y el porte de las mujeres en el tema económico respalde su incursión en el ámbito político y la toma de decisiones. Cuentan con un proyecto de ley para la protección de la Amazonía y se espera poder aprobarlo para que no repetir la destrucción que está ocurriendo en otros países. En Bolivia se tiene una apertura hacia la despatriarcalización y el empoderamiento de las mujeres, se cuenta con una ley para prevenir y atender casos de violencia cuya implementación es dificultosa, pero se pueden demandar derechos.
Paula Achipa reflexionó “vemos cómo pasa en otros países con tristeza, ha sido difícil, las marchas desde los 90, desde mis 20 años he sido dirigente, en coordinación en la CNAMIB, nosotras llamamos y nos quejamos, nos hacemos sentir, hemos empezado analizando en las comunidades, a través de esa organización que nos hemos fortalecido, la CIMAP es parte de las organización de las mujeres, hace 2 años atrás, hemos peleado nuestro espacio, hemos logrado tener un espacio político, lo hemos puesto para que luche porque ese hermano que ha salido de la comunidad, no queremos atropellos, queremos leyes que nos garanticen nuestros territorios, tenemos diputados, senadores, asambleístas, concejales, y nosotros somos la base fuerte, que tenemos que hacernos escuchar. A través de esta lucha, hemos hecho incidencia, trabajando con el pacto de unidad campesino-indígena, nosotros lo que hemos puesto es la Ley de la Amazonía, para garantizar el no avasallamiento de nuestra tierra, nuestras áreas protegidas, derechos a educación y salud, y hemos cambiado lo último, la autonomía, el municipio de San Lorenzo, Cavineño, Tacana y Esse Ejja, son tierras tituladas, y necesitamos autonomía para evitar atropellos, eso venimos trabajando, con instituciones, formamos mujeres emprendedoras, defensoras comunitarias, mujeres que trabajan como parteras y otras”.
Luego de una serie de reflexiones sobre el papel y aporte de las mujeres a todas las problemáticas descritas, las líderes y autoridades indígenas y afro, mostraron que sus organizaciones están en permanente fortalecimiento y respondiendo a los embates de sus diferenciados y adversos contextos. Asumieron también el mandato de persistir en la construcción de sus plataformas, organizaciones y agendas y así, articular las luchas de las mujeres de toda la Amazonía, en diferentes países, pero con similares frentes y ámbitos de disputa por los recursos naturales y por una serie de desventajas y violencias que viven como mujeres.