PRODUCCIÓN - DIÁLOGOS
291 - Amazonía: pandemia y zafra de la castaña
Amazonía: pandemia y zafra de la castaña
Roly Mamío
Ingeniero forestal y responsable del Equipo
del SENA del IPDRS.
Damary Vargas
Técnica forestal y forma parte del
Equipo del SENA del IPDRS.
La zafra de la castaña tiene una duración aproximada de cuatro meses entre diciembre y marzo. En el caso de última zafra, correspondiente al periodo 2021-2022, que se vivió en la Amazonía, y específicamente, en el norte amazónico boliviano, está fuertemente marcada por la pandemia provocada por la propagación del Coronavirus SARS-CoV-2 y la enfermedad que ocasiona, el COVID-19, y cuyas variantes, han estado afectando a los sectores más vulnerables como son la comunidades campesinas e indígenas.
A pesar del fuerte contagio que se ha presentado en la mayoría de la población, sobre todo a quienes están más vinculados a la recolección de la castaña, las familias y comunidades están buscando medios y formas de sobrellevar la situación, y salir de la crisis económica familiar y sectorial.
En los últimos años se vivió una importante crisis en el precio de la castaña. A fines de 2019, el precio de la caja del producto bajó a 140 bolivianos, para enero de 2020 cayó a 120 y en febrero 100 bolivianos. Esta caída de precio repercutía en una especulación en el mercado, pues las beneficiadoras demandaban el producto cada vez a menor precio y llegaron a pagar entre 70 y 40 bolivianos por caja. Las y los recolectores tuvieron que acopiar la castaña en sus casas y buscaron acomodar la castaña en mejores precios, aunque por la crisis política y luego, con la pandemia, las familias fueron entregando sus productos a precios ínfimos.
A diferencia de la zafra anterior (2020-2021) que no tuvo éxito en el precio, este año, las organizaciones matrices como la Federación Sindical Única de Trabajadores Campesinos Regional Madre de Dios – Pando (FSUTCRMD), conformada por las centrales campesinas e indígenas y las familias de los municipios del Sena, Puerto Gonzalo Moreno, lograron negociar un buen precio para la castaña. En la zafra de la castaña 2021-2022, se tiene un precio de 230 Bs (33 US$ aproximadamente) por caja de 23 kilogramos.
Los mejores precios obtenidos para este año, motivan a las comunidades campesinas e indígenas a sostener un mayor vínculo con este trabajo, respecto a otros rubros. Actualmente, la zabra de la castaña convoca a población local y también a personas de otros departamentos como el Beni, sobre todo, la provincia Vaca Díez y Ballivián.
Testimonios de vida
Vivencias como la de la familia Amutari de la comunidad indígena Villa Cotoca, muestra las dificultades por las que están atravesando todos los zafreros de la región:
“Este año ha sido el peor de todos porque nos hemos enfermado casi toda la familia. Yo recién me estoy recuperando, y así, mis hijos, mi esposa, mis nietos y demás nos hemos enfermado de la peste [pandemia]. Y lo hemos estado combatiendo con remedios caseros y también algunas recetas que nos dan los vecinos, así nos hemos recuperado toda la familia”.
Por otra parte, la familia Marupa Cuadiay de la misma comunidad, también nos comenta la situación:
“Estamos haciendo lo que podemos para, por lo menos, salvar el día, ya que mi hijo está enfermo y tenemos que atenderlo. La misma situación atraviesa la familia de mi hermana. En la comunidad todos nos hemos enfermado de la peste que, este año, ha sido más fuerte que el año pasado. Nos hemos enfermado casi todos. Y los remedios de farmacia son escasos ya que tenemos que salir, a veces, para poder conseguir un remedio. Pero también lo estamos combatiendo con los remedios naturales y eso nos resulta mejor”.
Este escenario se repite en varios lugares de la región amazónica, como en Acre, Brasil y Madre de Dios, Perú. Y lo que se observa con preocupación es que, además de la falta de voluntad política por apoyar a los zafreros, campesinos e indígenas en su mayoría, aún en la pandemia se sostienen y se profundizan otras amenazas frente a este rubro extractivo sostenible, como es la deforestación para monocultivos comerciales y ganadería intensiva, el avance agrícola mecanizado, la minería de oro, los incendios forestales, y ninguna política pública en relación al cuidado del medio ambiente o apoyo a la pequeña producción.
No olvidemos que toda esta situación, favorece a la aparición de nuevas amenazas a la salud pública, nuevas cepas del coronavirus y brotes de enfermedades como el dengue, azotan muchas regiones donde se piensa que no llegarían, pero sí llegan junto a los megaproyectos de infraestructura y los extractivismos insostenibles. Pese a las emergencias que viven las familias, las necesidades económicas las obligan a subordinarse a estas actividades y así, generar recursos que les ayuden a sobrellevar la crisis sanitaria y la crisis económica.
Debemos fortalecer la acción de las organizaciones territoriales, campesinas e indígenas, para que su incidencia logre mejores precios para el aprovechamiento sostenible de los bienes de la naturaleza. Los mejores precios reflejan una mejor valoración de los frutos y estimulan el cuidado y la perdurabilidad de los bosques primarios de la Amazonía, así como su contribución socioambiental a la mitigación del cambio climático.