PRODUCCIÓN - DIÁLOGOS
27 - ¿Y Sudamérica en Roma?
*Asier Hernando
El 18 de noviembre terminó en Roma la Cumbre Mundial de Alimentos, que reunió a más de sesenta jefes de Estado y representantes de gobierno. El resultado fue deslucido. La Cumbre tenía por objetivo discutir y dar solución al desafío de la seguridad alimentaria del mundo. Para América Latina, donde el hambre afecta a 53 millones de personas y la pequeña agricultura es la fuente de alimentos e ingresos de alrededor de 95 millones de hombres y mujeres, era un momento clave para comenzar a asumir un mayor liderazgo a nivel mundial sobre uno de los desafíos principales de la humanidad.
Acuerdos
Lamentablemente, los acuerdos positivos alcanzados fueron pocos. Uno de los más importantes fue el apoyo al proceso de reforma del Comité de Seguridad Alimentaria (CSA), para dotarlo de mayor capacidad de coordinación en las diferentes iniciativas relacionadas con cualquier aspecto de la seguridad alimentaria. Este comité nunca obtuvo un apoyo político de alto nivel y no ha logrado identificar los medios adecuados para mejorar el acceso y el uso de los alimentos más allá de su disponibilidad, ni involucrar en su misión a las otras agencias de las Naciones Unidas y a la sociedad civil.
En la Cumbre de Roma las cosas no fueron diferentes. Otra vez no se logró acordar el reconocimiento de la capacidad del CSA para exigir a los países una verdadera rendición de cuentas o hacer seguimiento en qué se invierte el dinero. ¡Todavía queda mucho por mejorar!
Desde Oxfam Internacional consideramos tioque el vacío de poder creado por la ausencia de un sistema efectivo de gobernanza mundial de la seguridad alimentaria permite a las poderosas empresas transnacionales en Latinoamérica y otras regiones del mundo emplear prácticas financieras, comerciales y laborales que contribuyen a exacerbar la pobreza y la inseguridad alimentaria.
La Cumbre podría haber llegado a otros acuerdos importantes, pero también en eso fue un verdadero fracaso: no se tomaron medidas concretas para reducir el hambre a la mitad en 2015, como indica el Objetivo de Desarrollo del Milenio número 1 de las Naciones Unidas; no hay compromisos para incrementar el apoyo a los métodos de cultivo sostenibles que permitirían a los campesinos y campesinas aumentar sus ingresos; y, por último, no se abordó con ambición un problema tan importante para Sudamérica como el cambio climático, consiguiendo hacer sólo un llamamiento para que los pequeños productores sean tomados en cuenta.
Papel de Sudamérica
A propuesta de los países de la región sudamericana, Chile asumió la vicepresidencia de la Conferencia de Alto Nivel sobre Seguridad Alimentaria Mundial de la FAO. La responsable de esas funciones fue la ministra de Agricultura de ese país, Marigen Hornkohl, quien insistió en el interés de Chile de fomentar el sentido de solidaridad en la lucha contra el hambre. La Presidenta Michelle Bachelet, también presente en la Cumbre, criticó duramente la responsabilidad de los países ricos en la hambruna mundial.
Brasil desplegó toda su diplomacia y capacidad de influencia sobre la declaración final y su rol ha sido fundamental para garantizar varios de los artículos. Con el presidente Lula al frente de la delegación, el gigante sudamericano sostuvo que los líderes del mundo podrían haber eliminado el hambre si, para combatirla hubieran destinado la mitad de los fondos que otorgaron para salvar a los bancos quebrados en la crisis financiera internacional.
Otro país de la región que jugó un importante rol fue Paraguay. El presidente Fernando Lugo denunció que la pobreza aumenta a la par de las ganancias de productores de alimentos. "Se han dado reformas en materia de políticas agrícolas injustas en Estados Unidos y la Unión Europea, donde grandes perceptores han lucrado, distorsionando los mercados locales y afectado a miles de explotaciones familiares del Sur del mundo que, finalmente, han tenido que cerrar", dijo el mandatario paraguayo.
¿Qué se esperaba?
Sudamérica es en estos momentos una escuela mundial sobre reducción del hambre y seguridad y soberanía alimentaria. Junto con Vietnam y Ghana, es en Sudamérica donde se están llevando a cabo muchas de las políticas más innovadoras en esta materia. Es una de las regiones que más ha sufrido las decisiones erróneas sobre modelos agrícolas de los países ricos y los donantes internacionales. Y, lo más importante, cuenta con mecanismos de coordinación que le permitirían consensuar posturas comunes para la Cumbre, lo cual les daría la posibilidad de ejercer liderazgo y legitimidad a nivel mundial para influenciar de manera positiva en los problemas principales de la humanidad frente al desinterés de los países ricos. Sin embargo, esa coordinación no se llevó a cabo. Los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), se lo habían propuesto inicialmente, pero no lograron concretar sus diferentes posiciones. El Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y la Unión de Naciones del Sur (UNASUR) son espacios estratégicos para este fin, pero tampoco abordaron el tema.
Habrá una próxima oportunidad en Copenhague, entre el 7 y 18 de diciembre de este mismo año, cuando nuevamente se ponga a prueba la capacidad de la región de llegar previamente a acuerdos comunes y comenzar a liderar los debates que pueden marcar el rumbo de la humanidad por las próximas décadas.
*Actualmente coordinador del trabajo de agricultura y recursos naturales de Oxfam Internacional en Sudamérica. Previamente estuve por cuatro años trabajando en Centroamérica también con Oxfam Internacional y coordinando en su última etapa el trabajo sobre políticas comerciales de Oxfam Internacional. Anteriormente trabajó en Angola también con Oxfam Estudio Geografía y cuenta con un posgraduado en Desarrollo. Ha participado en la redacción de múltiples informes de Oxfam sobre comercio y agricultura. Reside el La Paz, Bolivia.