PRODUCCIÓN - DIÁLOGOS
222 - UNASUR Y EL DESARROLLO RURAL
UNASUR Y EL DESARROLLO RURAL
Oscar Bazoberry Chali *[1]
UNASUR conmemoró el 23 de mayo de 2018, el décimo aniversario de la firma de su Tratado Constitutivo, con una sede permanente de su Secretaría Ejecutiva medio abandonada en Quito Ecuador, y una sede del Parlamento Sudamericano en Cochabamba Bolivia que se utilizó ocasionalmente un par de veces.
Al momento no tiene un Secretario General designado, el 17 de abril del 2018 Bolivia asume la presidencia pro témpore, en la figura de su presidente Evo Morales; el año anterior le correspondió a Argentina, con Mauricio Macri. El 20 de abril recién pasado se anunció el retiro temporal de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú, bajo el siguiente tenor “"Dadas las circunstancias actuales, los países firmantes hemos decidido no participar en las distintas instancias de UNASUR a partir de la fecha hasta tanto no contemos, en el curso de las próximas semanas, con resultados concretos que garanticen el funcionamiento adecuado de la organización".
Quedan por tanto otros cinco países miembros: Bolivia, Ecuador, Guyana, Surinam y Uruguay y Venezuela. En tanto no existe ninguna señal de aproximación, la cancillería boliviana pretende desconocer la situación crítica del bloque, en tanto el electo presidente de Colombia, Iván Duque, pidió a la OEA acabar con UNASUR por ser una organización cómplice del régimen de Nicolás Maduro. ¡Pobre nuestra Sudamérica!
Continuamos asistiendo a una interpretación de las relaciones regionales, entre Estados, basada y orientada a los intereses de corto plazo de los gobernantes y sus acalorados asesores. Y no es que hayan roto relaciones, o dejen de hacer negocios, o favorecer a grupos económicos en las relaciones transfronterizas y la diplomacia financiera y tecnológica, simplemente lo siguen haciendo pero en condiciones de desventaja enorme para la construcción de una región que pueda ser ejemplo de desarrollo sostenible, soberanía alimentaria, conservación y recreación de la naturaleza, dadas las condiciones materiales y recursos que posee.
Y ese es mi tema, Sudamérica tiene las posibilidades materiales y naturales para convertirse en un agente global importante, en el largo plazo, en tres temas fundamentales, alimentos, biodiversidad y agua dulce. Recursos que son rifados, a expensas de los mercados internacionales, en beneficio de las cuentas nacionales y sus gobiernos, y una competencia injustificada en la deterioro de sus suelos y deforestación de sus bosques. No se ha modificado a su vez, la pobreza y desigualdad, o los logros siguen siendo muy vulnerables al retroceso, y ha incrementado la violencia contra activistas, la criminalización de la protesta, y está en duda la capacidad de movilización y autogestión de las organizaciones sociales.
La discusión podría plantearse bajo la pregunta, si lo que ocurre en UNASUR es un ajuste a un despropósito salido de la cabeza de Chávez y sus aliados, como afirman algunos políticos y analistas de mucho peso, o es un nuevo ejemplo de la estrechez con la que los políticos de la región afrontan la diplomacia regional, la dificultad, ya histórica, de construir una condición de negociación aceptable con el resto del mundo, y la ceguera en mirar que las raíces indígenas y la abundancia y diversidad de recursos puede jugar un factor de unidad y contribución universal, en términos de complementariedad y enriquecimiento material e inmaterial a la humanidad entera.
Sin duda, que otros ejercicios de construcción de boques regionales tienen sus propias características e importancia, como es el caso de Mercado Común del Sur (MERCOSUR), o la que sobrevive de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la propia Organización de Estados Americanos (OEA), pero a mi gusto ninguna de ellas tiene el potencial y las condiciones para resolver el tema de la pobreza rural en base a la dignificación de las actividades agropecuarias forestales, pesca, y otras actividades, en base a comunidades y muchas veces tierras y territorios colectivos y autogestionarios.
Sin embargo, para ello, la UNASUR tendría que haber tenido la fortaleza de discutir temas tan importantes como los límites de la sojización de la región, los límites a la política de expansión de los transgénicos, una política migratoria común para los trabajadores agrícolas, una institucionalidad adecuada a los intereses y necesidades de los productores campesinos e indígenas, mercados alternativos para los productos de la pequeña producción, sistemas de certificación apropiados regionalmente, currículos y sistemas universitarios compatibilizados y complementarios, normativas uniformes sobre productos químicos en el campo.
Solo con algunos de esos ejemplos, otro sería el cuento. En tanto, a rifar los recursos, a continuar con políticas contradictorias, con dramas humanos que pasan fronteras como los jornaleros agrícolas, con empobrecimiento de la base alimenticia en las ciudades, con mayor desocupación real, mayor dependencia alimentaria industrial, mayor contaminación de las aguas y los suelos. Con toda certeza, por cada paso atrás que se siga dando, la restitución será más costosa.
Sociólogo, nacido en Tarija Bolivia. Actualmente es coordinador general del Instituto para el Desarrollo Rural en Sudamérica (IPDRS) y profesor en el Posgrado en Ciencias del Desarrollo de la Universidad Mayor de San Andrés (CIDES – UMSA).