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122 - Elecciones ecuatorianas y hegemonía en ciernes
El año 2014 es pródigo en elecciones para la región sudamericana. Ecuador inauguró la secuencia en febrero pasado. Los resultados de las elecciones en ese país muestran, según el investigador ecuatoriano Francisco Hidalgo Flor, que no todo está dicho y que no hay “bendiciones del voto” que duren para siempre. Compartimos con ustedes el análisis de esa situación.
Elecciones ecuatorianas y hegemonía en ciernes
Francisco Hidalgo Flor*
Hace apenas un año, en febrero del 2013, con el noveno triunfo electoral, que garantizaba a Rafael Correa no solo su reelección hasta el 2017, sino también el control de los dos tercios del poder legislativo, parecía inevitable calificar la situación de esa fuerza política como hegemónica. Esto se debía por un lado a la evidente estabilidad política, no poca cosa en un país, como el Ecuador, caracterizado por una constante inestabilidad presidencial, y por otra parte por la adhesión popular que parecía absorta ante el pujante liderazgo.
Un año después
El mes de enero del 2014, al iniciar el séptimo año consecutivo de su mandato, el presidente Correa se ubicaba en el selectísimo grupo de presidentes de la república con una secuencia similar en el cargo. Solo cuatro (incluido el actual en funciones) en el recorrido de los primeros mandatarios tienen ese record en la historia republicana del Ecuador.
Adicionalmente, este indiscutible respaldo popular se hacía en nombre de una revolución, la “revolución ciudadana”, y bajo la legitimidad de un proceso constituyente y una Constitución de vanguardia que destacó los derechos de la naturaleza y el buen vivir; pero que va siendo intercambiada por el desarrollismo que impregna la consiga de “cambio de la matriz productiva”.
Análisis con cautela
Sin embargo los recientes resultados electorales del 23 de Febrero del presente año llaman a ser bastante cautos sobre la solidez de la hegemonía en ciernes, si nos atenemos a los preceptos de “construir poder popular”, que abre una fase de oscilación, de pérdida en la magnitud de convocatoria y liderazgo del presidente Correa, especialmente tratándose de los sectores medios y populares.
Más aun si en el propio discurso gubernamental los resultados electorales tienen el atributo de otorgar, disminuir o quitar la legitimidad política.
Estas elecciones de Febrero en el Ecuador tenían el propósito de renovar los gobiernos locales a nivel de municipio y de provincia. Sus resultados muestran, una pérdida sustancial del electorado directamente adherente al partido político del presidente. De hecho, el movimiento Alianza País, que en febrero del año pasado, para las elecciones de parlamentarios provinciales, obtuvo el 62% del electorado, este año, en elecciones de concejales municipales, obtuvo el 37% del electorado a nivel nacional.
También los datos de esta elección registran una pérdida en los bastiones electorales que fueron la cuna del ascenso político del presidente Rafael Correa, como las ciudades de Quito y Cuenca. En ambas Alianza país perdió el control de las Alcaldías que hasta entonces estaban en sus manos.
En perspectiva
Cuando Correa se presentó por primera vez a elecciones, a finales del año 2006, los respaldos electorales obtenidos en Quito y Cuenca fueron cruciales y los catapultaron a la segunda vuelta y a la primera presidencia. Son zonas caracterizadas por la fuerte politización y el apoyo de una numerosa clase media, así como por la incorporación de población migrante a los perímetros productivos.
Hoy siete años después esta base electoral se ha debilitado, y lo que aparecía como un proceso hegemónico en ascenso, ahora ha entrado a una fase vacilante, porque con los últimos datos se evidencia una pérdida de la capacidad de liderazgo de Rafael Correa para revertir las tendencias adversas de la disputa política.
Vale la pena detenerse un momento en la evolución de la campaña electoral.
Pérdida en la campaña
El diagnóstico que hicieron, en filas oficiales, al iniciar la campaña, noviembre del 2013, era llena de optimismo, se pronosticaba la ratificación de las alcaldías en todas las provincias, pero para enero del 2014 empezó a reconocerse tendencias adversas, especialmente en la capital. Solo entonces varió el análisis de las elecciones, desde la dirección del partido gobernante Alianza País y el propio Correa, en especial sobre la disputa electoral en torno a la Alcaldía de Quito.
El análisis fue que la derecha se había unido en torno al candidato Mauricio Rodas, y que estaba en movimiento una campaña orquestada junto con los grandes medios de comunicación y ellos lograban captar la votación indecisa. Por ello, la situación se califico de apremiante.
La respuesta que dieron a la situación de apremio fue muy similar a la que habían dado antes, frente a momentos similares: colocar a Rafael Correa en la primera línea, desplazar a los demás candidatos a la segunda fila, volver más visible al líder en la campaña en Quito, en el convencimiento de que su capacidad de discurso e imagen podía revertir la tendencia.
Más ahora, el remedio fue peor que la enfermedad. No solo porque no se revirtió la tendencia (finalmente en la Alcaldía de Quito el candidato de Alianza País obtuvo el 39% de la votación frente al candidato de la derecha que logró 59%), sino que la tendencia en la capital se expandió hacia otras regiones, el resultado final es que perdieron en 18 de las 22 alcaldías capitales de provincia.
Reagrupamiento de la derecha
Es importante reconocer que no fue solo en Quito que la derecha se unió, sino que hubo una campaña orquestada y bien planificada, en medios de comunicación y en mecanismos de redes sociales, para golpear a los candidatos de Alianza País y al gobierno de Rafael Correa a nivel nacional.
Sería una ingenuidad creer que estamos ante un hecho que tiene como protagonistas a actores políticos locales, la emergencia de Mauricio Rodas, ahora Alcalde de la capital ecuatoriana, por ejemplo, formado en las escuelas de gobernabilidad de la derecha mexicana y con auspicios de fundaciones gringas, responde a intereses económicos y políticos de carácter transnacional.
Para completar el panorama, el Movimiento Avanza, que lidera Ramiro González (que ocupa el cargo de Ministro de la Producción en el actual gabinete de Rafael Correa) y el partido Socialista – Frente Amplio, dos agrupaciones políticas aliadas al presidente lograron mejorar sus resultados electorales.
Consecuencias
En el partido de gobierno, Alianza País, son evidentes las consecuencias de un liderazgo personalista y vertical de Rafael Correa, que impide no solo que otras figuras puedan afirmarse, sino que mella alguna consolidación ideológica.
La izquierda, que se auto posiciona como “a la izquierda de Correa” logró pervivir a los afanes del gobierno por su eliminación, por ejemplo, el movimiento Pachakutick alcanzó alcaldías y prefecturas precisamente en las regiones de disputa respecto del extractivismo, como son las provincias amazónicas de Orellana, Morona y Zamora, mientras que el Movimiento Popular Democrático logró la prefectura en la provincia de Esmeraldas y varias alcaldías del interior.
En el Ecuador actual la situación de correlaciones de fuerza se torna compleja, con un revés electoral de Alianza País y una derecha fortalecida. Pero esto no implica necesariamente un escenario de derrota para las elecciones generales que deberán realizarse el año 2017, tampoco eso era lo esencialmente en disputa en este febrero.
Lo verdaderamente en disputa, lo que unió a la derecha, es la pugna por participación y reparto alrededor del eje fundamental de la estrategia económica del gobierno, denominada “el cambio de la matriz productiva”, y eso mismo es lo que ha debilitado duramente la perspectiva de un proyecto hegemónico con participación popular.
En nombre del cambio de la matriz productiva están en juego grandes proyectos extractivistas, la modernización vial e inmobiliaria, alianzas con transnacionales para la conformación de ciudades del conocimiento y una ardua negociación con la Unión Europea. No fue casual que, en los meses precedentes a las elecciones, el gobierno de Correa renunciara al proyecto emblemático del Yasuní– ITT y abriera la exploración petrolera sobre zonas de biodiversidad en la Amazonía.
La estrategia de cambio de la matriz productiva no considera como ejes de la transformación productiva a las economías populares, que quedan relegadas para ser tratadas en el marco de las políticas sociales de “combate a la pobreza”; merecedoras de programas de subsidios, pero no de transformaciones productivas en la estructura del sistema.
El modelo político de caudillismo con extractivismo está mostrando sus enormes debilidades, y con eso no se puede construir una hegemonía con bases y perspectivas populares.
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* Es licenciado en Sociología y Ciencias Políticas y Magíster en Educación sobre Historia del Ecuador de la Universidad Central del Ecuador. Desarrolla trabajos en proyectos de Investigación sobre temas Agrarios y Rurales. Actualmente es coordinador principal del Sistema de Investigación sobre la Problemática Agraria en el Ecuador (SIPAE).