Sudamérica frente a la Crisis Económica Global

Lourdes Montero*

Se ha difundido la idea de que el mundo se enfrenta a una crisis mundial comparable con la Gran Depresión de los años 30, y los temores son fundados, sobre todo en los países del primer mundo. La crisis, causada por el exceso de liquidez y la inadecuada regulación de un sistema financiero internacional, ha colocado a la economía mundial al borde de la recesión.

El inicio de esta historia puede ser situada en la decisión del Banco Central Estadounidense (Federal Reserve Bank - FED) de bajar las tasas de interés. Esta política derivó en un enorme incremento de liquidez en la economía estadounidense, que se canalizó hacia el consumo, especialmente hacia la compra de bienes raíces. Alimentada por una euforia financiera que distorsionó la percepción del riesgo, sumada al sobreendeudamiento de familias y empresas, agravada por la escasa regulación del sector bancario, se ha desencadenado lo que el economista Xavier Sala denomina la “tormenta perfecta”.

Indudablemente, esta crisis tendrá consecuencias geopolíticas importantes. Primero, significará un punto de inflexión en la globalización económica y pondrá fin al período de liberalización tal cual lo conocemos. Aunque todo esto no supone el fin del capitalismo, los Estados en todo el mundo recuperarán legitimidad y poder en relación con el mercado. Segundo, la crisis acelerará el declive relativo de EEUU y el auge de las potencias emergentes en la economía mundial, lo que posiblemente anticipará y hará más radical la reforma de las instituciones de gobernanza global. Como se ha podido constatar en los dos últimos años, el impacto de la crisis es asimétrico y está acelerando la reconfiguración del equilibrio de poder mundial en favor de las potencias emergentes, muchas de las cuales ven en la crisis tanto riesgos como una gran oportunidad para cambiar las reglas de juego del mercado global en su favor.

En América Latina se consideraba que los efectos de un contagio financiero serían menos relevantes y dependería del grado de integración de sus mercados financieros. Ahora se considera que la desaceleración del sector real de la economía mundial afectará el crecimiento regional. Varios análisis ya vislumbra una reducción del crecimiento para América Latina de 5.6% en el 2007 a 4.6% en el 2008 y a 0,5% en el 2009 (CEPAL, 2009).

Entre las causas de esta contracción se encuentran la reducción de las exportaciones tanto por una menor demanda mundial como por la reducción de precios en especial de los commodities,  los menores flujos de capital destinados a la inversión y la reducción de las remesas del exterior. Sin embargo, se observa que, a pesar de una menor dinámica de las economías de la región, su crecimiento será mayor que las economías desarrolladas.

Según la CEPAL, los países más afectados durante el 2009 serán México, Brasil, Costa Rica y Paraguay con porcentajes negativos de crecimiento económico (en promedio -0,8%). Por otro lado, sitúa a Panamá, Perú, Cuba y Bolivia como los países que mantendrán un crecimiento por encima del 3%. A pesar de que los impactos en la región son diversos, las consecuencias sociales serán las mismas: incremento del desempleo y aumento de la pobreza.

Respuestas gubernamentales frente a la crisis

Los gobiernos latinoamericanos deben confrontar la crisis en un contexto de elevada incertidumbre así como una enorme pérdida de riqueza financiera y no financiera, sobre todo en los países emergentes. Ante esto, los países reaccionaron con la implementación de medidas de diversa índole asumiendo que la región no es inmune al impacto de la crisis y era necesario asumir una serie de políticas contra cíclicas a fin de confrontar la proyectada disminución del crecimiento regional.

En una reciente publicación, la CEPAL ha sistematizado la reacción de los gobiernos latinoamericanos frente a la crisis asumiendo cinco categorías aglutinadoras. El siguiente cuadro da cuenta de dichas iniciativas:

                                    Fuente CEPAL 2009.

Así, podemos sostener que un grupo de países ha diversificado su intervención aplicando más de diez medidas contra cíclicas: Disminución y/o flexibilización del encaje bancario; provisión de liquidez en moneda nacional; Disminución de impuestos/aumento de subsidios; aumento del gasto público (infraestructura); provisión de liquidez en moneda extranjera; aumento/disminución de aranceles; financiamiento a exportadores; políticas de vivienda, incentivo a las Pymes; apoyo al sector agropecuario; apoyo a la industria; estimulo al empleo y programas sociales.    

Un segundo grupo de países ha sido menos dinámico, aplicando entre cinco y nueve medidas, como: aumento del gasto público (infraestructura); provisión de liquidez en moneda extranjera; aumento/disminución de aranceles; financiamiento a exportadores; gestión de créditos con las instituciones financieras internacionales; políticas de vivienda; estimulo al empleo y programas sociales. Sólo Venezuela no reporta ninguna medida.

Cabe añadir, por último, que si bien la crisis puede convertirse en una oportunidad para redefinir los paradigmas dominantes del desarrollo económico, así como para pensar en una nueva arquitectura financiera internacional y en un nuevo rol para el Estado, si el escenario actual se prolonga o profundiza, ninguna de las medidas asumidas podrá evitar que Sudamérica sufra de manera intensa el retroceso en su camino hacia el desarrollo.