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COVID-19 no frena deforestación en la Amazonía brasileña

 

 

 

 

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Un monitoreo ambiental detectó que durante el mes de abril la deforestación en la selva brasileña aumentó en 64%. Las medidas de restricción implementadas para luchar contra el coronavirus no frenaron las actividades de la tala ilegal.

Por José Díaz

Lejos de mitigar las actividades extractivas, la crisis generada por la pandemia del COVID-19, conocido como coronavirus, no ha menguado los preocupantes niveles de deforestación que ya eran una constante en la Amazonía. Puntualmente en Brasil, se estima que durante el mes de abril la deforestación habría aumentado en un 64%.

Según un trabajo de monitoreo del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE) de Brasil, en este país se habrían despertado alertar por deforestación en más de 405 kilómetros cuadrados en los estados de Mato Grosso, Tocantins y Maranhao.

Toda esta deforestación se habría reproducido durante el mes de abril, en simultáneo con la implementación de las medidas de restricción para acabar con la difusión del coronavirus en el país con mayor territorio amazónico en Sudamérica.

De esta manera, y siguiendo la tendencia registrada por el monitoreo ambiental desde enero del 2020, se estima que este año podría superar al 2019 en términos de deforestación de los bosques amazónicos. Hasta ahora se calcula que, en los primeros cuatro meses del año, han sido talados más de 1,202 kilómetros cuadrados de selva.

¿Bolsonaro reacciona?

En vista de esta muy mala noticia, que se suma al creciente desprestigio internacional que ya sufre el presidente brasileño Jair Bolsonaro, el Gobierno Federal de Brasil ordenó el envío de las fuerzas armadas de este país a las zonas más afectadas por la deforestación para frenar este problema ambiental.

Como se sabe, a mediados del 2019, Brasil sufrió uno de los incendios forestales más grandes de su historia, con una pérdida de más de 10 mil kilómetros cuadrados de bosque amazónico. Uno de los principales factores de generación de focos de fuego es, precisamente, la sequedad de los bosques producida por la tala indiscriminada.

No obstante, hay que recordar que esta tala fue en su momento instigada por el propio Jair Bolsonaro quien promovió la instalación de industrias como la maderera, la minería y la agricultura en bosques amazónicos protegidos. Desde algunos científicos e indígenas han advertido que esto pueda significar, a largo plazo, una militarización del territorio ancestral indígena y Amazónica.