Con la consigna de quedarse en casa, no en silencio, Anamuri denuncia la insistencia del gobierno de Piñera en mantener, a como de lugar, el funcionamiento del sistema económico por sobre el resguardo de la salud y la seguridad de la población frente a la crisis del COVID-19. Trabajadores y trabajadoras rurales están expuestos a mayor explotación e indefensión en el contexto de la pandemia.
Por Anamuri
(Santiago, 20 de Abril 2020) El día 2 de marzo de este año murieron cuatro trabajadores en un incendio en las bodegas de la empresa San Francisco en la comuna de Pudahuel. El día tres de marzo se confirmó el primer caso de Coronavirus en Chile. El día 4 del mismo mes mueren tres jóvenes en la Agrícola Atacama en medio de esta crisis sanitaria, no los olvidamos y vemos con preocupación cuáles son las prevenciones reales para que otros u otras trabajadoras puedan perder la vida en medio de esta pandemia.
Desde esas fechas y hasta ahora el contexto que presenta esta crisis sanitaria en el país y en el mundo, nos llama a expresar nuestra gran preocupación y a la vez expresarle toda nuestra solidaridad a las y los trabajadores víctimas de medidas económicas que van en beneficio de los empresarios haciendo aún más incierto su futuro laboral y el sustento económico de su hogar. Esto queda claro cuando vemos como las orientación del gobierno de Piñera, centrando la política sanitaria en mantener, a como de lugar, el funcionamiento del sistema económico por sobre el resguardo de la salud y la seguridad de la población.
Hoy con más de 4.000 personas contagiadas aún no cesan las faenas productivas en el territorio, obligando a las mujeres y hombres asalariados a trasladarse en el transporte público hacinados y asistir a lugares de trabajo que no cumplen con el distanciamiento social, práctica que han tomado las distintas entidades de salud en el mundo para evitar el contagio de la población.
De la misma forma la mayoría de los empleadores de nuestros sectores no están cumpliendo con las normativas de entrega de insumos para la seguridad de las y los trabajadores, no entregando mascarillas, guantes o alcohol gel aumentando así las posibilidades de contagios entre las y los trabajadores, más aún cuando las faenas de cosecha son en pleno campo.
El primero de abril se publicó en el Diario Oficial la llamada Ley de Protección al Empleo, que busca impedir los despidos traspasando el costo de la cuarentena directamente sobre los ahorros de las y los trabajadores, más aún, contempla sólo a jornales con contrato desde los últimos seis meses con el mismo empleador, con cotizaciones pagadas. La ley establece que la patronal quedará progresivamente exenta del pago de los salarios, partiendo con el 70% de la remuneración y el resto será completado por el seguro de cesantía. Además, las cotizaciones de pensión y salud sólo serán pagadas al 50%, hipotecando aún más el futuro de los trabajadores/as.
A diferencia de los discursos oficiales, que sindican a la rebelión del 18 de octubre y la pandemia del covid-19 como el origen de la actual crisis, para la clase trabajadora esta situación es la aceleración y agudización de la explotación y opresión que la pandemia ha puesto al descubierto. En este marco ya muchas empresas han realizado despedidos masivos o han procedido a la suspensiones de los contratos de con sus trabajadores y especialmente en las mujeres éstos han ido incrementando exponencialmente con la crisis global lo que deja en una situación aún más compleja a las trabajadoras y a los trabajadores.
La realidad de las trabajadoras del campo y las orilleras del mar no es diferente, en el caso de las trabajadoras agrícolas que sufren la extrema flexibilidad laboral, en algunas regiones las patronales han optado por apurar el periodo de cosecha, acortando al mismo tiempo, la temporada laboral quedando en mayor desamparo las asalariadas agrícolas, las orilleras de mar se ven completamente desprotegidas por una relación laboral no reconocida, condenadas, a no poder comercializar sus productos ni los medios para trasladarlos a los centros de ventas en los pueblos o ciudades donde generalmente lo hacían de pasar las barreras sanitarias por la emergencia quedando en el más completo desamparo. Por ello el pueblo trabajador debe luchar por imponer, frente a un gobierno que beneficia las ganancias de los empresarios, las medidas sanitarias que correspondan con la seguridad y el resguardo de la salud de las y los trabajadores.
Organismos especialistas como la organización mundial de la salud (OMS) han recomendado tomar medidas concretas como establecer cuarentenas totales, los y las trabajadoras debemos luchar para que esas cuarentenas sean realmente efectivas, para eso hay que:
Reducir o suspender los cobros de servicios básicos; congelar los dividendos y respetar y establecer reales contratos de trabajo. Además, prohibir la disminución o el no pago de sueldos.
Nuestro compromiso es estar atenta y lograr mantener una estrecha comunicación con las trabajadoras agrícolas y las recolectoras del mar, desde el Sindicato Nacional de las trabajadoras de la tierra y el mar, desde ANAMURI las instamos en esta coyuntura tan apremiante a no dejarnos avasallar y a elevar nuestra voz para denunciar las injusticias y los incumplimientos a todas las disposiciones de higiene y sanitaria que exige la prevención para el ataque del virus.
Estamos en el trabajo enfrentando los temores de esta pandemia pero no estamos en silencio, Las y los trabajadores somos la fuerza vital para el desarrollo de nuestro país y los empresarios y el gobierno deben hacerse eco de las grandes dificultades que agobia a las mujeres que venciendo temores que dejando en casa a sus hijas e hijos a padres o familia las mujeres deben salir a buscar el sustento de sus hogares y el suyo propio, pero estamos seguras que a pesar de esta adversidad nos sobrepondremos a la epidemia, nada no detendrá en la lucha por nuestros derechos, por una verdadera legislación laboral, por una asamblea constituyente, por una nueva constitución paritaria y plurinacional.
¡Estamos en nuestros puestos de trabajo, Luchando y resistiendo, no estamos en silencio!