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El pasado 28 de noviembre se congregó en Filadelfia un conjunto de entidades que plantea la expansión del cultivo de la soja en el Chaco.

Lo más patético del planteo es que el evento fue patrocinado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, bajo la coartada de promoción del desarrollo “sustentable”,en el marco del desarrollo de su iniciativa de “mercancías verdes” (Green Commodities). Lo que no ha ponderado la agencia de NN.UU. o, en realidad, ni le ha de interesar, es que van de la mano con los sectores responsables de la debacle ambiental, económica y social del país, a saber, la Unión de Gremios de la Producción, gremio que nuclea a los sojeros, ganaderos, vendedores de agrotóxicos, multinacionales acopiadoras, entre otros; el Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible, liderado por un Neo-terrateniente quien heredara las tierras usurpadas por su padre, el Gral. Oviedo, ajusticiado en el 2013; y los menonitas, quienes son responsables por la limpieza étnica en la región, campaña que continúa aún hasta hoy, y quienes instauraron un sistema de apartheid y trabajo esclavo que sustenta la prosperidad que alcanzaron a través de los años de presencia colonial en el Chaco.

Los referentes del sector sojero se empeñan en asegurar que su actividad no aumentará la deforestación, ya que solo se produciría soja en áreas de pasturas abandonadas.  Solo por milagro eso se evitaría, ya que, al reemplazarse ese suelo con otro uso, la experiencia es que otros campos deberán ser habilitados para continuar la producción ganadera. Esa es la experiencia misma del Chaco, que, a lo largo de los años, ha tenido que albergar la producción ganadera desplazada por la soja, desde la Región Oriental e incluso desde otros países. Este proceso se repetirá y acentuará la destrucción de los ya escasos hábitats naturales, aumentará la fragmentación de los mismos y ocasionará la desaparición y hasta la extinción de especies de fauna y flora.

La soja cuyo cultivo promueven las NN.UU es soja genéticamente modificada, dependiente necesariamente de la aplicación de ingentes cantidades de agrotóxicos. Hasta el momento, el Chaco no ha sufrido los embates tóxicos de este tipo de agricultura, pero, con la introducción de la soja, podemos esperar que al menos lo mínimo necesario para el funcionamiento del paquete tecnológico se aplique. Esto significa que se empezarán a utilizar glifosato, neonicotinoides, triazoles, carboxamidas, entre otros. Todos muy persistentes, peligrosos y en un medio donde el agua es muy escasa, aumentarán la vulnerabilidad de las poblaciones humanas y animales dependientes de esas aguas.

Los suelos del Chaco son muy fértiles, pero, dependen de las formaciones vegetales naturales adaptadas a su salinidad. Estas formaciones han desarrollado un mecanismo de aislamiento de los horizontes superficiales de los más salobres que se encuentran por debajo. Sin ese mecanismo proveído por la vegetación natural, el agua de las precipitaciones estivales penetra en el suelo y trastoca la sal depositándola en el horizonte biótico aumentando su salinidad y, en definitiva, degradándolos. De acuerdo a lo expresado por los promotores del cultivo de la soja en el  Chaco, esto se haría con riego, aumentando así el riesgo de salinización ya existente.

Estos planes son alarmantes, ya que la codicia es la característica principal que motiva al sector del agronegocio. Esto hace presumir que la usurpación de tierras aumentará y, con ella, la violencia contra los indígenas y campesinos dueños de la tierra.

Esta nueva “aventura productiva” puede incluso desembocar en el genocidio de los miembros del Pueblo Ayoreo que aún viven en aislamiento voluntario en su territorio tradicional, pues la expansión de la usurpación de tierras, la deforestación, la fragmentación de los ecosistemas y el aumento de la penetración de grupos humanos a territorio aislado, necesariamente provocará el encuentro con los aislados, lo que implicaría la violencia entre las partes, y el contagio con gérmenes desconocidos por los sistemas inmunes de los aislados, con desenlaces mayoritariamente fatales.

Imagen de portada: ABC Color