Notoria ausencia de los países mas ricos del planeta
Sólo produjo una declaración política y no dio un centavo para atenuar el drama.
En una de las peores asambleas mundiales dedicadas al más dramático problema de la humanidad, sesenta jefes de Estado y de gobierno, más delegados de todos los países -entre ellos, la Argentina- produjeron ayer solo una declaración política y no dieron ni un centavo para paliar la hambruna que devasta a mil millones de habitantes de la Tierra. "Uno-dos-tres-cuatro-cinco-seis". El director de la FAO, Jacques Diouf, contó los pocos segundos en un spot publicitario difundido en las televisiones de medio mundo y agregó: "Un niño ha muerto de hambre en el mundo". En el día de la asamblea mundial contra el flagelo, 17 mil personas murieron ayer de hambre. Un desastre sin parangones.
Hace 36 años que este corresponsal se encuentra en Roma y meses después de llegar cubrió para Clarín la Primera Conferencia Mundial de la Alimentación. Hubo un compromiso-desafío que lucía concreto. Desde entonces se han visto tantas reuniones de la Agencia de las Naciones Unidos para la Agricultura y la Alimentación (FAO), con anuncios de miles de millones de aportes, plazos seguros para bajar a la mitad el hambre en el mundo, etcétera etcétera, bla-bla-bla. Cada vez hay más asambleas y más muertos de hambre. Uno de cada seis habitantes del planeta no cubre sus necesidades mínimas de comida para sobrevivir. Ningún otro escándalo a los que el mundo nos ha acostumbrado es tan escandaloso. Y lo más escandaloso que tiene el escándalo, escribió Simone de Beauvoir, es que uno se acostumbra.
La declaración final, aprobada por aclamación, citó entre sus cinco objetivos el de reducir a la mitad para 2015 el número de hambrientos. ¿Cómo? Eso no se sabe ni tampoco se dice.Es la enésima vez que se fijan plazos que la realidad ridiculiza.
El Papa habló ayer ante la asamblea en el gran edificio blanco que Mussolini hizo construir frente al Circo Massimo romano para el ministerio de las Colonias del fascismo, y que después de la Segunda Guerra Mundial se convirtió en la sede de la FAO. Benedicto XVI se mostró con razón indignado. Dijo que "la tierra puede nutrir a todos", pero que existe el riesgo "que el hambre sea considerado estructural, parte integrante de la realidad socio-político de los países más débiles, objeto de un sentido de resignado desaliento, e incluso de indiferencia."
"¡No debe ser así!", exclamó el Papa. Destacó que crece el número de los que sufren el hambre. Benedicto XVI reiteró que hay tierra y recursos suficientes para nutrir a todos los habitantes de la Tierra. "El hambre no depende tanto de la escasez material sino de la escasez de recursos sociales, el más importente de los cuales es de naturaleza institucional", concluyó.
El presidente brasileño Lula da Silva pudo exhibir ante la platea los buenos resultados de su gobierno en la lucha contra el hambre, del cual el mismo Lula fue víctima en su tierra natal del nordeste. "Nuesras inicitivas políticas permitieron que 20 millones de personas salieran de la pobreza y reducir en un 62% la desnutrición infantil, quebrando el ciclo de miseria y desesperanza", dijo.
En una conferencia de prensa y en un ambiente deprimido por la realidad de la falta de resultados concretos, el director Jacques Diouf, que en nombre de la FAO organizó la cumbre, lamentó la mísera realidad que convirtió a la reunión cumbre en una farsa. Diouf contó que había sido excluído de las negociaciones para elaborar el documento de final. "Si se fija un objetivo hay que cuantificar términos, plazos, cantidad y condiciones", dijo.
La ausencia de los líderes de los países ricos del grupo de los Ocho fue más resonante que las presencias de los otros sesenta jefes mundiales. Solo el premier italiano Silvio Berlusconi condujo la asamblea como dueño de casa y recordó que hace unos meses en L'Aquila el grupo de los Ocho grandes del planeta decidieron aportar 20 mil millones de dólares en tres años.
El director Diouff recordó que él ha pedido varias veces, apoyándose en los estudios técnicos de la FAO, 44 mil millones de dólares anuales para dar una ayuda concreta a los pequeños productores agrícolas y permitir una real lucha contra el hambre. Pidió a los países en desarrollo contribuciones por 76 mil millones de dólares. Parece mucho dinero pero hay que recordar que el año pasado las especulaciones financieros que desataron la crisis global que el mundo soporta costaron dos billones (millones de millones) de dólares. Y se sigue despilfarrando dinero a manos llenas en el mundo financiero en favor de bancos y especuladores.
Uno-dos-tres-cuatro-cinco-seis segundos. Otro chico ha muerto de hambre en el mundo.