La preocupación por el incremento de la pobreza en el campo paraguayo aumentó al conocerse que el presupuesto nacional para el 2014 recorta en 61 por ciento los recursos destinados a entregar tierras y ayuda a los labriegos.
El programa de gastos sensiblemente reducido por la crisis financiera y de recaudación impositiva que vive el país aplicó tal disminución a los fondos que deben dedicarse por el Estado a fortalecer la agricultura familiar y a una supuesta reforma agraria.
A pesar de que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) decretó el 2014 como Año Internacional de la Agricultura Campesina, las organizaciones sociales y campesinas auguran un panorama aún más sombrío para ese espacio de tiempo.
Algunos datos del presupuesto abogan a favor de tal alarma pues tocan aspectos fundamentales para la existencia de un plan de combate a la pobreza extrema existente en los asentamientos campesinos y a las carencias de sus pobladores.
Ejemplo contundente es el del rubro destinado a Tierras, Terrenos y Edificaciones, el cual desciende en 47 por ciento, o sea 53 por ciento menos del presupuesto con destino a las compras por el Estado de parcelas para entrega a familias campesinas carentes de ellas.
La falta de financiamiento impedirá la adquisición de tierras y pago por expropiaciones, instalación de infraestructuras sociales y servicios básicos en los asentamientos como construcción de caminos, escuelas, agua potable y centros de salud, entre otros
Según registros oficiales en el 2009 fueron beneficiadas con tierras tres mil 240 familias; en el año 2010, tres mil familias; en el año 2011 unas mil 746 familias y en el 2012, mil 850 familias, mientras se calcula en 300 mil los campesinos sin acceso a ellas.
El presupuesto del gobierno para el 2014 tendrá recursos asegurados para adquirir terrenos solo para 43 familias y mantiene así la enorme cantidad de campesinos sin tierra que el latifundismo lanza a los bolsones de pobreza alrededor de las ciudades.