Venezuela representa la voluntad política de avanzar hacia una transformación encaminada a cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio, destacó hoy el representante de la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Alfredo Massiar.
Massiar hizo llegar al gobierno Nacional las felicitaciones del director Ejecutivo de la FAO, Jacques Diouf, por los éxitos en materia alimentaria, en especial, los relacionados con la lucha para desarrollar la producción nacional en aras de sustituir la importación.
El funcionario del organismo internacional ratificó que ya el país alcanzó la meta de reducir a la mitad la desnutrición, en un contexto mundial en el que se disparan los precios de los alimentos y más de mil millones de personas sufren hambre.
Precisó que el número de niños desnutridos es de solo 3,25 por ciento, indicador que ante de la Revolución Bolivariana superaba el 7 por ciento.
A escala global, este parámetro, que antes se encontraba en 11 por ciento, hoy se sitúa en 6 por ciento, añadió.
El especialista también se refirió al impulso que ha recibido la lactancia, teniendo en cuenta que la leche materna es un alimento insustituible para el crecimiento de las facultades mentales y físicas.
La cifra de mujeres que amamantaban a sus niños era de 7 por ciento, mientras que en la actualidad ronda el 27 por ciento.
En materia alimentaria, dijo, no hay otro país que se pueda comparar con Venezuela en cuanto a los avances obtenidos en un período tan corto.
La política exterior -indicó- propicia intercambios que permiten garantizar el abastecimiento a través de mecanismos como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América y el Mercado Común del Sur).
Desde enero último, a propuesta del presidente Hugo Chávez, se impulsa en todo el territorio nacional la Misión AgroVenezuela, locomotora para el plan bienal 2011-2012.
Como parte de esta iniciativa se desarrollan en Venezuela políticas públicas, de seguridad y soberanía alimentaria, inversión en sectores estratégicos, convocatoria al pueblo, incremento de la superficie sembrada y aumento de la producción nacional. (Caracas, 10 feb )
Hambre en el mundo, la bolsa o la vida
Durante los últimos años, el aumento de tierras destinadas a la agricultura (en buena parte a costa de deforestación) ha generado un record detrás de otro en la producción mundial de cereales, creciendo mucho mas que la demanda de alimentos. Sin embargo, el año 2011 inicia con más de 1 mil millones de personas padeciendo de hambre en el globo. Otra cifra que año tras año va en aumento.
¿Como explicar que se producen más alimentos pero aumenta el número de hambrientos? Fácilmente, con una sola palabra. Especulación. Ya sea especulación financiera, o por el uso de los granos para forrajes o producción de agrocombustibles.
Detrás de los recientes levantamientos de Egipto y Túnez, y de muchos otros ocurridos en los últimos años, se encuentra como una de las principales causas, la creciente crisis global de los alimentos. Cerca del 40% de los egipcios se encuentra en el umbral de la pobreza, mientras que la inflación de los precios de los alimentos en ese país promedia un 17% anual.
Se calcula que en los países más pobres entre el 60% y el 80% de los ingresos de la gente se destinan a la alimentación, en comparación con sólo entre el 10% y 20% en los países mas ricos.
La triste historia de la tiranía alimentaria ejercida por la especulación es bastante reciente. En 1991, cuando nadie prestaba mucha atención, Goldman Sachs decidió que la producción agropecuaria podría convertirse en una excelente inversión.
Desde entonces, la comida que nos llevamos a la boca cada día, debe pasar primero a rendir su tributo al más tirano de los monarcas que ha tenido la humanidad en toda su historia, el Mercado.
Antes de eso los alimentos se consideraban una mala inversión especulativa, porque son perecederos y no se podían almacenar hasta que las condiciones del mercado fueran adecuadas para la reventa. Pero eso cambió con el desarrollo del ETF (fondos negociables en la bolsa) y otras innovaciones financieras.
Las trasnacionales de los agronegocios y los mismos bancos, fondos de inversión y especulación financiera que provocaron la crisis de las hipotecas, están detrás de esta inflación de precios en los alimentos.
Mientras más de mil millones de personas mueren de hambre, los bancos ganan fortunas apostando al precio a futuro de los alimentos, provocando su alza y cometiendo un genocidio de proporciones inimaginables.
La especulación en productos alimenticios saltó de 13.000 millones de dólares en 2003, a 260.000 millones en 2008. Los precios mundiales de los alimentos, consecuentemente, comenzaron a subir en similar proporción.
En 2007 el precio del trigo había subido un 80%, el maíz un 90% y el arroz el 320%. Como consecuencia, estallaron disturbios alimentarios en más de 30 países, y 200 millones de personas más, ingresaron en esa estadística que avergüenza a la humanidad, la de quienes sufren desnutrición y hambre.
Hoy la cantidad de hombres, mujeres y niños que padecen hambre en el mundo, no depende de las buenas o malas cosechas; no depende de lluvias, inundaciones o sequías. Son las maniobras especulativas financieras las que mantienen contra las cuerdas a la seguridad alimentaria global.
El campo debe volver a manos de los campesinos y campesinas. Son ellos y ellas quienes pueden alimentar al mundo, recuperar la biodiversidad perdida por los monocultivos, reducir los niveles de contaminación de las aguas, mantener nutridos los suelos, entre tantos otros beneficios para la humanidad y el planeta.