PRODUCCIÓN - DIÁLOGOS
177 - Postdesarrollo: desarrollos alternativos y/o alternativas al desarrollo
El presente texto es un artículo elaborado en base al análisis de los desarrollos alternativos dentro de una Maestría en Desarrollo Rural. El autor hace una pequeña recopilación de conceptos claves e ideas para comprender y presentar una postura sobre las nuevas alternativas para el desarrollo. Cabe recalcar que este texto contiene aportes de algunos Ruralistas y aliados del Instituto para el Desarrollo Rural de Sudamérica. Es un honor poder presentarles el artículo 177 de la serie Diálogos, un aporte que llega desde Argentina.
El concepto de desarrollo tanto en sus orígenes como en su tránsito hacia el significado actual ha presentado un permanente sesgo economicista - proveniente de la ortodoxia económica-, que en mayor o menor medida se ha intentado minimizar, debido a las múltiples críticas efectuadas sobre esta visión reduccionista. Así, este concepto ha sufrido grandes transformaciones desde sus inicios y sigue siendo el objetivo perseguido por las instituciones oficiales. Aunque en la práctica estas variaciones teóricas-discursivas no son transmitidas fielmente y por tanto no se evidencian. Finalmente en las acciones que se realizan procurando este objetivo, se termina evocando a viejas ideas –predecesoras del concepto actual de desarrollo- el progreso y el crecimiento económico; ambos pilares de la modernización y de la visión occidentalizada del mundo, redundando nuevamente en cuestionamientos sobre un giro sustancial del significado.
Desarrollo: En las sierras de Guatemala: “No se necesita matar a todos. Desde 1982, nosotros dimos desarrollo al 70% de la población, mientras matamos al 30%”. (General Héctor Alejandro Gramajo, ex Ministro de Defensa de Guatemala, recientemente graduado en el curso de Relaciones Internacionales de la Universidad de Harvard. Publicado en Harvard Internacional Review, edición de 1991). Diccionario del Nuevo Orden Mundial. “Ser como ellos y otros artículos”. Eduardo Galeano.
Por tanto, el concepto de desarrollo continúa siendo interpelado y situándose en el centro del debate. Hegemónico y ligado al sentido común de las sociedades occidentalizadas. Pregonado por los organismos internacionales de cooperación y con amplia aceptación aún, el concepto de desarrollo ha sido acomodado para encajar en variados contextos. Como consecuencia ha llegado a ser distorsionado y utilizado para justificar amplias formas de accionar, algunas de ellas inclusive, que van en contra del mismo significado.
Despegarse de la visión netamente economicista
El desarrollo sostenible desde el Informe Brundtland -en 1987- hasta la actualidad ha sido el concepto más explorado y divulgado por los organismos oficiales, constituido como una visión más concertada y superadora que el desarrollo cásico que enarbolaba al crecimiento económico como su única meta. El desarrollo sustentable es el objetivo central del mundo occidental contemporáneo para intentar dar respuesta a las crisis ecológica, económica y social. El sistema económico que se instrumenta para cumplimentar su objetivo, actualmente sigue en construcción, y se lo conoce como basado en la Economía del medio ambiente, donde entre otras cosas, promueve el reverdecimiento de la economía clásica bajo el principio contaminador-pagador y la internalización de los costos.
Asimismo, en la medida en que aparecieron las propuestas superadoras al desarrollo clásico, ha ocurrido la evolución en cuanto a los parámetros para medir el nivel de desarrollo alcanzado. En tanto, el PBI como indicador individual, resulta ya obsoleto por su reduccionismo económico, siendo sustituido por el Índice de Desarrollo Humano, que mide el impacto de las políticas de desarrollo sobre los países con una visión un poco más abarcativa y contemplativa. Incorporando y ponderando parámetros económicos y sociales -salud y educación- para analizar el impacto de las medidas.
Al margen del recorrido conceptual sobre la versión hegemónica del desarrollo, vienen adquiriendo fuerza otros conceptos que intentan dar respuesta a la actual crisis civilizatoria. Algunos de estos conceptos parten del seno de las sociedades occidentalizadas, apareciendo como reaccionarios frente a la ineficacia del desarrollismo convencional. Otros conceptos son recuperados desde las cosmovisiones pre-occidentales, como los pueblos originarios sudamericanos. Debido al desgaste que posee el término desarrollo, algunos autores proponen hablar de alternativas al desarrollo más que de desarrollos alternativos. Esta consideración es debido a las connotaciones negativas que arrastra el término, aunque para otros, sea solo una cuestión menor, semántica y que nada dice acerca del acercamiento/alejamiento de estas “otras visiones” respecto del concepto oficial.
Estas cosmovisiones resultan muy variables y entre ellas poseen similitudes y diferencias. Aunque hay algunas clasificaciones vigentes resulta engorroso y se puede caer en una simplificación. Por tanto, solo considerando aquellas alternativas que tienen mayor trascendencia, se puede encontrar como similitud la ruptura con el “motor” del desarrollismo oficial; el consumismo. El patrón de producción y consumo es el punto a superar para pensar alternativas. La productividad actual es fuertemente cuestionada y en este sentido se aleja del eco-tecno centrismo oficialista, en el que está sumido el desarrollo sustentable en la actualidad.
Algunas propuestas sobre alternativas al desarrollo/desarrollos alternativos - Desarrollo a escala humana
Max Neef, Elizalde y Hoppenhayn proponen una revisión sobre la satisfacción de las necesidades en tanto objetivo del desarrollo sustentable. En principio manifiestan que las necesidades humanas habitualmente son confundidas con los satisfactores de tales necesidades. Entendiendo que las necesidades humanas son pocas, identificables y conservables entre culturas y generaciones, lo que presenta variación varía son los satisfactores. Para ejemplificar de forma gráfica; siendo la protección y subsistencia dos necesidades humanas universales una casa es un elemento satisfactor. Las necesidades humanas que identifican son 9 desde el punto de vista axiológico; afecto, entendimiento, ocio, libertad, identidad, creación, participación, subsistencia y protección. También se pueden agrupar en categorías existenciales como Tener, Hacer, Estar, Ser. Así como la libertad quizás no tomó relevancia durante la época en que habitaba el homo habilis la necesidad de trascendencia todavía no es incluida por falta de amplio consenso. Los satisfactores entonces son los medios para alcanzar estas necesidades y la falta de una necesidad debe ser comprendida como el potencial del individuo para conseguir esa meta y no como una carencia.
La noción de pobreza se aleja del sentido economicista. Hay muchas pobrezas, tantas cuantas necesidades humanas no hayan sido alcanzadas. Los medios para satisfacer las necesidades son muchos y variables, aunque se podrían agrupar en 5 categorías; violadores o destructores, pseudo satisfactores, inhibidores, singulares y sinérgicos. El motor del desarrollismo clásico –consumismo- bajo esta visión es cambiado por la realización de las necesidades humanas utilizando satisfactores acordes a cada contexto. Regresando al ejemplo de la casa como elemento satisfactor las características de esta, tales como dimensiones, materiales, ubicación deberán tener cierta aceptación moral para ser considerada elemento satisfactor.
Sumak kawsay –quechua- (buen vivir); Sumaq qamaña - aymara - (vivir bien); Ñandereco – guaraní – (nuestra bella forma de ser). Estos conceptos han sido recuperados desde las antiguas cosmovisiones de los pueblos originarios sudamericanos. Muy difundidos sobre todo en la región andina donde las comunidades quechua y aymara han venido practicando estos “ideales de vida” desde la época precolombina, con vigencia en aún en la actualidad. No existe en el vocablo de estas comunidades un término que permita la traducción de la palabra desarrollo, fundamentalmente porque no existe tal idea. Ecuador y Bolivia, son países pioneros en la recuperación y consideración de estos conceptos. Ambos fueron declarados estados plurinacionales y el sentido del “buen vivir” y “vivir bien” ya formas parte de las respectivas constituciones.
La concepción del “buen vivir”, quizás la más diseminada, parte del seno de las comunidades andinas quechuas e invoca a la forma de ser y estar en el mundo. Parte de la organización en comunidades para debatir y definir aquellas medidas que involucran a su territorio. Entendiendo éste como el entorno social, ambiental y espiritual. La administración gubernamental para lograr este cometido debe ser “de abajo hacia arriba” ya que se incluye la co-evolución naturaleza-sociedad. El antropo-centrismo por tanto vira al cosmo-centrismo, ya que el individuo no es lo primordial, sino la convivencia, la interacción y el diálogo. La naturaleza pasar a ser sujeto de derecho y no un objeto mercantil en donde la vida tiene valor por sí sola.
El decrecimiento y el ecosocialismo
Nace de una crítica al consumismo del desarrollo convencional desde los países occidentales. Pone de manifiesto que ya se han sobrepasado los límites al crecimiento y que urge consumir menos, producir menos y trabajar menos. En este sentido postula el “tener menos para ser más”, adquirir actitudes frugales y considerar la opulencia como un obstáculo a la prosperidad. La prosperidad debe ser medida en términos de felicidad y poco tiene que ver con el crecimiento económico. Para llevar adelante el proceso de decrecimiento es importante considerar la equidad, ya que no todas las poblaciones deben decrecer de igual manera. Teniendo en cuenta el consumo actual aún hay poblaciones que necesitan crecer para lograr su subsistencia. Aunque con ciertos condicionamientos surgidos de los errores cometidos por las poblaciones “consumistas”. Como medidas se destacan la revalorización de lo local respecto a lo global –descentralización- sobre todo en los sistemas agroalimentarios. La necesidad de impulsar la economía social y limitar el capital privado. La supresión de ciertos productos y servicios que son incompatibles con esta visión y la sustitución de contaminantes y energías no renovables.
Se ha profundizado mucho recientemente en cuanto a la construcción de la alternativa ecosocialista, hasta al punto de poder evidenciarse ciertas corrientes que divergen en algunos puntos, sin embargo esta propuesta data del año 1973. En la primera reunión del PNUMA Maurice Strong -por entonces director ejecutivo- hace mención al Ecodesarrollo desde un cuestionamiento de fondo al modelo hegemónico. Aunque minimizado este concepto luego fue tomado y ampliado por Ignacy Sachs. El Ecodesarrollo era considerado como aquel modelo que incorporaba la dimensión ambiental a la planificación de desarrollo. Se basaba en 6 niveles de operación críticas; el patrón de consumo; el régimen sociopolítico; las tecnologías; el patrón de utilización de recursos naturales y energía; el patrón de ocupación del espacio; y el tamaño, ritmo de crecimiento y distribución de la población.
Entre otras cosas se mencionaban cambios en cuanto a la externalización de costos, las tecnologías direccionadas hacia la descontaminación y no destructoras, la eliminación de prácticas depredadoras. También se hace mención a los efectos negativos de la revolución verde y la construcción de viviendas que sean adecuadas para cada entorno.
El Ecosocialismo quedó reducido durante un largo tiempo como foco del debate de las instituciones internacionales, aunque fue siendo enriquecida su concepción teórica. Se añadieron nuevas disciplinas emergentes que encontraron un perfil de desarrollo adecuado para ser consideradas, tales como la economía ecológica, el eco-femisnismo y el culturalismo para llegar a converger gran parte de las corrientes opositoras a la productividad. Bajo la bandera del Ecosocialismo organizaciones no gubernamentales dieron un paso hacia la formación de partidos políticos y la participación en elecciones. Tal es el caso de Die Grunen en la República Federal de Alemania.
Construcción de otro sentido común
Las alternativas continúan tomando protagonismo y sumando adeptos paulatinamente, debido en parte a una mayor concientización sobre las problemáticas socio-ambientales del desarrollismo convencional. Aunque, los verdaderos artífices todavía reformulan y apuestan a esta idea ya carente de sustento sólido, pero aún hegemónica.
La actual crisis ambiental, social y económica permanece siendo analizada y atendida de manera focal y en tópicos por los organismos oficiales, excluyendo de esta manera a las interrelaciones del sistema-mundo. Considerando por tanto que se trata de una crisis de civilización es necesario que se coloque en tela de juicio e intervenga sobre los niveles de productividad y consumo actual. Los escenarios futuros de seguir esta tendencia son alarmantes. Siguiendo el planteamiento sobre la reducción de la productividad y el consumo es inevitable entonces una revisión sobre las horas dedicadas al trabajo diario. Y entonces como interrogante surge; ¿Qué hacer con el tiempo extra? Como respondiendo a esta cuestión es clave el rol de la acción dialógica intensa, presente y resaltada en todas las alternativas, aquella que entre otros valores, debe movilizar e impulsar el respeto hacia todas las formas de vida.
*Las opiniones expresadas en este documento son responsabilidad del autor y no comprometen la opinión y posición del IPDRS.