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La intención de construir represas en la Amazonía peruana ha desencadenado una entendible controversia. Pero esta es una problemática que no puede ser analizada solamente en una escala nacional, sino que inevitablemente involucra los ocho países de la cuenca Amazónica. Pero no existe un espacio propio para discutir esto, ya que la Amazonía está fracturada entre la Comunidad Andina y el MERCOSUR.

Existen varios emprendimientos hidroeléctricos que están en marcha o han sido propuestos, involucrando más de un país, sea en forma directa al afectar ríos compartidos, o de modo indirecto, por las inversiones desde una nación hacia otra. En el primer caso están las polémicas entre Brasil y Bolivia por las represas sobre el Río Madera; en el segundo caso, hay diversas inversiones brasileñas, como las anunciadas en Perú, u otras ya realizadas, por ejemplo en Venezuela. Otro tanto sucede con los Hidrocarburos, con diferentes presencias de Brasil y Venezuela en países amazónicos. Esos emprendimientos son alentados por gobiernos, participan empresas privadas y también agencias estatales, desde banco brasileño BNDES a la petrolera PDVSA de Venezuela.

Por estas y otras vías se está tejiendo una maraña de acuerdos, inversiones, interconexiones y vínculos de todo tipo alrededor de los recursos energéticos, cubriendo toda la cuenca amazónica. Mientras se regionaliza la explotación de recursos energéticos, no existe ni una política común ni una coordinación en temas de energía entre los países amazónicos.

Los países amazónicos, y Perú entre ellos, casi sin darse cuenta, compiten mutuamente en el sector energético, sea para insertarse en los mercados globales, como frente a la creciente demanda de Brasil. Pero a la larga, una represa o un campo de petróleo pueden estar en un país o en otro, pero se repiten los problemas sociales y ambientales, y sus efectos terminan envolviendo toda la Amazonía.

El problema se agrava ya que los actuales marcos de integración fracturan la Amazonía en pedazos. Por un lado Colombia, Ecuador, Bolivia y Perú están en la Comunidad Andina, pero Brasil está en el MERCOSUR, y Venezuela espera su ingreso definitivo. El Tratado de Cooperación Amazónica ha sido marginado de estas cuestiones. De esta manera no sólo no existe una discusión regional seria sobre políticas energéticas, sino que tampoco está muy claro dónde iniciarla.