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Por Coalición Mundial por los Bosques

El artículo 4.1 (d) Convenio Marco sobre el Cambio Climático obliga a todas las partes a conservar los bosques y otros sumideros de carbono. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático ha señalado que reducir la deforestación es uno de los métodos más importantes y rentables para mitigar el cambio climático. La necesidad de políticas e incentivos para reducir la deforestación figura entre los primeros puntos de la agenda de la actual Conferencia de las Partes de la Convención Marco sobre el Cambio Climático.

Sin embargo, en lugar de cumplir con sus obligaciones bajo la Convención, los gobiernos están otorgando grandes subsidios a las empresas agroindustriales para producir agrocombustibles, ignorando el impacto devastador, tanto directo como indirecto, que éstos tienen sobre la diversidad biológica.

A lo largo del año pasado, quedó claro que la expansión del agrocombustibles es uno de los factores más importantes que contribuyeron a disparar al alza los precios de los productos agrícolas a nivel mundial, lo cual está generando una rápida expansión de los monocultivos agrícolas hacia los bosques tropicales y otros ecosistemas.

Según las declaraciones del Relator Especial del Foro Permanente de las Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas: "Las Recomendaciones adoptadas por el Convenio sobre Cambio Climático a propósito del calentamiento global, son un clásico caso de solución de un problema especifico que, simultáneamente, crea una multitud de problemas adicionales.

La expansión de las plantaciones para biocombustibles o cultivos energéticos y para sumideros de carbono esta recreando y empeorando los mismos problemas a los que se enfrentan los pueblos indígenas debido a los monocultivos, la agricultura y las plantaciones de árboles."

No son sólo los medios de vida de los pueblos indígenas los que están en juego. La producción de agrocombustibles es parte de un sistema de producción y consumo no equitativo e insostenibles que amenaza los sistemas de supervivencia del planeta.

Los grandes establecimientos, agroindustriales y las empresas de plantación de árboles continua reemplazando selvas, praderas, bosques y humedales de gran diversidad biológica por vastos océanos de soja, palma, aceitera, maíz, pinos, eucaliptos.

Este modelo corporativo de producción agrícola basado en el lucro ha suscitado una concentración de riqueza y propiedad de la tierra sin precedentes, y dejado la mayor parte de la producción en manos de unas pocas empresas multinacionales que controlan las semillas, el cultivo de víveres, los agroquímicos, el procesamiento, el comercio, las exportaciones y la distribución.

Los pequeños productores individuales quedan privados de tierra de alimentos, de subsistencia y de mercados, mientras los suelos, los bosques, los cursos de agua y los ecosistemas son saqueados.

Es poco probable que las tecnologías celulósicas resuelvan estos problemas porque, sea cual sea la materia prima, necesitarán grandes superficies de tierra, “y la competencia por el uso de esta será feroz, dada la demanda creciente de energía.

Si los árboles son la materia primera elegida, habrá aún más presión para reemplazar los bosques naturales por monocultivos de árboles, que no están no cerca de contener el mismo grado de biodiversidad, que son malos depósitos de carbono y que no son capaces de proveer medios de vida decentes a los pueblos indígenas y las comunidades locales.

Es también posible que las fuerzas no reguladas del mercado lleven al uso generalizado de árboles genéricamente modificados que contaminarán los restantes bosques nativos, con consecuencias potencialmente desastrosas.

Las inversiones, el apoyo estatal y las políticas gubernamentales deben desviarse de la producción de agrocombustibles y dirigirse en cambio hacia procesos, tecnologías, sistemas de transportes y normas que reduzcan el consumo de energía, aumenten la eficiencia energética y generen beneficios sociales y ecológicos.

Existen sin duda alguna muchas oportunidades para que este cambio se produzca; lo que falta hoy en día es la voluntad política necesaria.

Las oportunidades incluyen, para nombrar unas pocas:

- proteger los bosques y aplicar métodos de uso de la tierra que preserven la capacidad de almacenar carbono,

- hacer una conversión hacia fuentes de energía más sostenibles, como la solar y la eólica,

- invertir masivamente en sistemas de transporte público eficientes y asequibles,

- controlar localmente la producción y distribución de alimentos,

- reducir el consumo de carne,

- imponer normas de consumo eficiente para los edificios y los automóviles.

Prácticamente cualquiera de estas medidas generaría, a bajo costo económico y medioambiental, beneficios mucho mayores que la transición hacia los agrocombustibles.

Además de todos los problemas que crean, los agrocombustibles distraen tiempo, energía y recursos de la búsqueda de esas alternativas reales. La necesidad urgente de actuar rápida y drásticamente para reducir las emisiones y también proteger los bosques y demás sumideros de carbono no podría ser más obvia.

Los agrocombustibles son un emprendimiento corporativo con fines de lucro, no una solución viable para el calentamiento global.

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Si desea saber más sobre el informe "El verdadero costo de los agrocombustibles", visite nuestra Bibliotec.

www.servindi.org/actualidad/10527#more-10527

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